Fruncí el ceño cuando vi que Edgar no se encontraba tumbado a mi lado. Giré y ahí estaba, era la pura rencarnación de lo irresistible. Hice un ruido al estirarme algo exagerado para que captar su atención. Giró sobre sí mismo, bien, lo había conseguido.
—He tenido que inventarme una excusa cuando mi madre te ha visto en mi cama— se acercó a mí y sentó sobre la cama. Sonrió y puso un mechón de pelo detrás de mi oreja. Los rayos de sol entraban por la ventana e incidían directamente en su cara, pide ver un brillo en sus ojos diferente a ningún otro, sus ojos hacían que me quedase sin respiración. Puse mi mano con timided en su mejilla y le acaricié suavemente. Cerró los ojos y presioné sus labios contra los míos.
—Esto sí que son buenos días—me atreví a decir.
—Si tardas mucho más mi madre vendrá a ver qué pasa—giró la cabeza hacía la puerta—Dije, que, esta mañana, temprano, te encontrabas mal y viniste a decírmelo.
—¿Y no dijiste a tu madre que su sexy hijo vino ayer a las tantas a mi habitación para que durmiese con él? — Alcé una ceja y sonrió.
—En resumidas cuentas—hizo caso omiso a mi pregunta retórica . Puse los ojos en blanco. — Mi abuela preparó algo y te espera abajo.
Vacilé un poco al bajar por miedo a qué me tendría qué decir su abuela. Pasé por el pasillo mirando vagamente cada cuarto hasta que la encontré.
Me quedé mirándola en silencio sin saber bien qué decir. Estaba haciendo ruido mientras buscaba algo en una cajita de madera. Sacó una especie de collar y al mirarse al espejo me vio. —Oh, querida, despertaste al fin. — seguí inmóvil sin saber muy bien qué decir —¿Me ayudas? — se echó la mata de pelo hacia el lado derecho. No era la clase de mujer mayor que llevaba el pelo corto, o recogido, ella lucía una melena grisácea muy bien cuidada.
—Por supuesto— asentí y la abroché el collar delicadamente, luego se giró para mostrármelo, una cruz.
—¿Te gusta?
—Mi abuela siempre ha sido creyente —expliqué— yo tengo una parecida, me la regaló cuando rondaba los 12 años.
*
No sabía de qué tema hablar y tampoco sabía cómo fingir que estaba enferma—Será sólo el cambio, no estoy acostumbrada a este tipo de clima. — aseguré varias veces pero ella seguía empeñada en prepararme algo.
Me tendió la taza con un líquido rojizo y di las gracias a regañadientes. Maldecí a Edgar. —Te sentará bien— asintió. Lo que pasa es que estoy perfectamente pero tu nieto es estúpido y no sirve ni para inventarse una excusa, repetí bastantes veces en mi cabeza. —Entrarás en calor. — parpadeé volviendo a la realidad. Tomé un sorbo, era algo dulce, pero raro en cuanto a sabor, no atendí a razones en cuanto a mi gusto y me lo tragué poco a poco sin rechistar.
—¿Así que estás con mi nieto? — el líquido caliente me fue por mal sitio y no pude evitar toser.
Me recompuse y saqué fuerzas para decir un monosílabo —Sí. — miré a la taza y removí lento la cuchara con desgana.
—Tiene la actitud de su abuelo—miró hacia un punto fijo— En nuestra época, el abuelo de Edgar era un buen partido— me dio un codazo suave y asentí un par de veces como señal de que la estaba escuchando— Todas las chicas le querían, se peleaban por él. Era guapo, de buena familia, tenía dinero, estudios y bailaba bien, ¿qué más iba a pedir? Y déjame decirte que era el que mejor se peinaba el tupé— reí— Edgar me recuerda mucho a él— ahora me miraba a mí —Félix, mi marido. — todavía no sabía cómo se llamaba el abuelo de Edgar e intenté quedarme con el nombre. —Siempre había sido el chico que vestía mejor, que no quería oír hablar de chicas, sólo le importaban los coches y el tabaco, pero me conoció a mí y cambió— sonrió ampliamente— Edgar, está haciendo ahora lo mismo, dale tiempo, es un buen chico, nunca le había visto así con otra chica antes— sonreí levemente al escuchar esa frase— Las buenas costumbres nunca se pierden hija mía —Edgar vino por detrás y pegó un susto tremendo a su abuela, que se le cayó la taza al suelo —Este niño un día me mata de un susto— se tocó el pecho.
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Punto muerto.
Teen Fiction"Una pesadilla es algo de lo que se puede despertar, pero de la vida no, no es tan fácil, a veces es bueno acumular recuerdos y guardar secretos... Porque, ¿Si no puedes mantenerlos encerrados dentro de ti, por qué otro debería hacerlo?" Adentrarte...