Familia Nardacchione. Décima parte Las llaves del Jeep.

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Abrí los ojos y me toqué el pelo. Último día aquí, ¿De verdad quería dejar este sitio? Giré la cabeza y vi a Edgar que dormía plácidamente a mi lado, me junté a él, el calor me vendría bien. Estaba desarropado y parte de su pecho quedaba a la vista, le cubrí. ¿Era esto lo que quería para el resto de mi vida? Sí. La verdad es que sí.

Me había vuelto demasiado blanda estos días, necesitaba sacar un poco a pasear mi actitud de borde, mañana volvería a mi rutina de siempre.

Me levanté y me miré en el espejo. Menuda cara. Me quité la parte de arriba y me puse la camisa de Edgar. Me dejé algunos botones desabrochados sólo por pereza.

-¿Qué haces? - la voz de Edgar sonaba adormilada.

Me puse roja- ¿Cuánto tiempo llevas despierto?

-Desde que te has chocado con la mesilla al levantarte- se rio- Estarías mejor sin parte de abajo también. - me quité el pantalón y me acerqué a la cama. Cogió la parte de debajo de la camisa y la levantó - Culot. Con lo que me gustan- se mordió el labio, me reí y le bese.

-Tengo hambre- confesé.

-Podrías ir bajando.

-No creo que tu familia me quiera aquí.

-No digas tonterías- se desarropó el pecho- ¿Sabes qué me vendría bien? Un masaje- sonrió

-¿Dónde?

-En la espalda, y las piernas- sonrió aún más amplio, incluso se le achinaron los ojos.

-Gírate. -Saqué el lubricante que vi el otro día en su cajón.

-Es como aceite corporal-miró el bote.

-En realidad lo es, sólo que sabe bien- le corregí y rodó sus ojos. Le eché una cantidad moderada en la espalda y la encorvó, se le notaban los contornos de sus huesos - ¿Frío? - reí. Posé mis manos y empecé a esparcir el líquido, volví a echarme en la palma de las manos y empecé por las piernas - ¿Sabes? Creo en la depilación masculina- me referí a sus piernas y el gruñó. Tenía unos gemelos fuertes. Mis manos resbalaban y el sentido del bello iba en dirección a mis caricias. Hasta sus piernas me gustaban. Pasé a la espalda, esto le iba a gustar más, me eché más en la mano y comencé por los hombros, bajé un poco haciendo el mismo proceso, tenía una espalda firme y tersa, con un movimiento de cabeza eché mi pelo a un lado y fui alternando mis manos con besos en la nuca. Mis manos danzaban en círculos e iba de un foco a otro de la espalda, de lunar en lunar, de centímetro en centímetro. Me pareció buena la idea de hacer una foto. Me lavé las manos y le toqué el pelo.

-¿Te levantas ya? - sonreí y le mordí el lóbulo de la oreja.

-Hmmm- se quejó.

-Come on baby -Tiré hacia arriba entrelazando mis manos en su abdomen. Noté un dolor en el hombro pero no le hice caso. Él se volvió a desplomar y soltó una risa. Me bajé de la cama y le intenté arrastrar cogiéndole por los tobillos. -Arriba- se negó y repliqué como una niña pequeña-Tú lo has querido- dije con una sonrisa en la cara y cogí las llaves del Jeep de la mesilla- Supongo que no te importará que las llaves vayan directas al váter - las moví en el aire para que hiciesen ruido y aterrizaron en la palma de mi mano.

Se giró rápido y me miró- No serías capaz.

-Cariño, toda la vida me han subestimado y estoy harta de que lo hagan, claro que lo haría- se levantó y salí corriendo al baño, me atrapó sin problema alguno y me alzó en el aire -Para- seguí riendo.

-Ahora te voy a castigar- me cogió por encima de sus hombros y yo le di puñetazos en la espalda mientras se reía .

Me tiró sobre la cama y empezó a hacerme cosquillas. Me retorcí -Para- reí- Enserio- volví a reír intentando coger aire. Me estaba poniendo roja. Le di una patada sin querer.

Punto muerto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora