Nieve y sangre.

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¡Sorpresa!

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Habíamos acordado mi hermana y yo que me quedaría sin ir a clases por lo menos esta semana, y a la espera de ver cómo me encontraría a la siguiente.

El doctor recomendó reposo absoluto.

Así que he aquí el motivo por el cual acabo de despertarme a las cuatro y media de la tarde. Abrí los ojos de a poco, por casa todo estaba calmado, eso parecía.

-¿Agata? - llamé en voz alta y no tardó mucho en aparecer. -¿Cuánto he dormido? - bostecé -Creo que ayer me acosté como a las diez- dije confusa y empecé a contar - Dieciséis horas y media- eso era un record para mí -Más de la mitad del día.

-Ayer te puse un calmante en el zumo- confesó y abrí bien los ojos - Lo siento, creí que era lo correcto... Pero básicamente te ha dejado muerta- negó y miró el despertador de la mesilla -He estado subiendo cada media hora para ver si estabas bien, o si seguías respirando, porque al pasar las doce horas en la que dormías como un tronco ya me he preocupado.

-¿No fuiste a trabajar? - fruncí el cejo.

-Tú hermano Ulisse está cubriendo mi turno, dijo que él no sabría cómo cuidarte y que yo sí- posó el dorso de su mano en mi frente -Tienes fiebre, llevas horas con ella.

-No debe ser fiebre, llevo aquí más de dieciséis horas con las mantas por encima y la calefacción... sólo estoy calentita- sonrió y se tumbó al lado de mi cama, levanté mis mantas y le dejé espacio para volver a bostezar.

-Creo que no voy a echarte un calmante nunca más- sonrió y cerré los ojos - ¿Cómo te encuentras?

-Agotada- suspiré acomodando mejor mi cabeza en la almohada. -Pero puedo pasar el día aquí, en mi guarida - me tapé hasta la barbilla. Ella rio pesado.

-Vale, descansa- dijo dulce y apagó la luz de mi mesilla. -Ercole está abajo, cuando te encuentres con ganas subirá a verte.

Me incorporé deprisa- Dile que pase por favor- volví a encender la luz de la mesilla y esperé mientras escuchaba los pasos acercarse de poco a mí. -Hola- le saludé cuando me miró sonriendo y se sentó en mi cama.

-¿Cómo estás?

-Con sueño- bostecé y rio.

-Tú siempre tienes sueño- asentí dándole la razón y se quedó callado, en un silencio completamente incómodo - ¿Y cuánto debes estar aquí?- dijo intentando cortar la tensión.

-Creo que mínimo dos semanas- dije colocando mi pelo y sonrió. -Gracias por venir a visitarme, no debías.- cogí su mano.

-Lo hice porque quería Nina- juró con la mirada y bostecé mientras él volvía reír- ¿Y qué vas a hacer ahora...? - dijo como dándome tiempo a pensar.

-Creo que contar los puntitos de la pared- dije con sarcasmo- Me interesa más saber de ti- dije de forma obvia.

-Tengo una carga enorme que entregar y salgo esta noche- se expresó con las manos - Y son carreteras peligrosas...

-¡¿Puedo ir?! - le corté precipitadamente y él cerró la boca para luego fruncir el ceño.

-Por supuesto que no, estás lesionada, ¡No, no, no!

****

Al final dijo que sí, era de esperar, es mi hermano, sé jugar sucio con él.

Estaba en la cabina de un gran camión a las... 3:28 de la noche. Él conducía tranquilo, mientras yo luchaba con mi propia vida para no dormirme. Después de la vez un millón y uno que le pedí que me dejase acompañarme, accedió rendido. No entra en juego que le dije que estaría deprimida sin salir de mi cuarto todo un mes, y tampoco que me hiciese más la enferma de lo que estaba. Estoy segura de que él accedió a traerme porque de verdad quería estar conmigo, sí.

Punto muerto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora