Dolores físicos y mentales.

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-Es aquí - comenté

-¿Sabe que vas a su casa? -alzó una ceja.

-No, pero estoy segura de que está aquí, no iba a quedarse con un grupo de chicas que no conoce de nada.

-Tú misma - se apoyó en la pared riéndose hasta que cedió darse la vuelta, le miré la espalda, que con cada movimiento se le flexionaban los músculos y se le marcaban los omoplatos. La camiseta gris ajustada le favorecía lo suyo.

-Diego - grité y se giró -Súbete los pantalones - reí y él hizo lo que le dije colocándoselos por encima del ombligo - ¡Tanto no ¡ - se los bajó hasta los tobillos -Qué asco de boxers - corrió hacia mí subiéndose los pantalones.

-¿Te doy asco? -dijo riendo.

-Sí, mucho - reí y me besó -Vete -me volvió a besar.

-Tal vez podría irme si dejases de besarme - sonrió.

Le lancé una mirada asesina -Has comenzado tú.

-Estúpida- me besó y se marchó.

Llamé y la madre de Cristina abrió - ¿Se encuentra Cristina? - cuestioné y asintió, inclinó la cabeza dejándome pasar. Subí las escaleras suponiendo que estaría en su habitación. Llamé y nadie contesto así que me tomé la libertad de abrir.

Cristina bailaba con los auriculares puestos mirándose en el espejo, me vio a través de él y paró precipitadamente tambaleándose.

-¿Qué cojones haces aquí? -arrancó los cascos precipitadamente.

-Bailas bien - comenté- Gracias por el espectáculo.

-Cállate imbécil - una sonrisa amenazaba con salir de su rostro -Estoy enfadada contigo  -quitó la música que salía aún por los cascos.

-Perdón, perdón, perdón- me acerqué a ella y se hizo la enfadada -No pretendía que las cosas saliesen así - dejé caer.

-Lo suponía... ¿Qué tal estás después de todo?

-Jodida - comenté. Mi cuerpo se dejó caer sobre la cama.

-Imagino - suspiró y vino a  mi lado - ¿Cansada?

Cerré los ojos y asentí -Cansada de todo - me acomodé en la almohada y apoyé la cabeza -Besé a Diego -suspiré

-¿Por qué? ¿No decías que era estúpido o que sólo era tu amigo?.

-No lo sé, porque estaba mal, y aún lo sigo estando.

-¿Te gusta Ed? -Noté como jugaba con un peluche por el ruido.

-Está claro, y mucho, pero no puedo perdonar lo que ha hecho.

-   ¿Y entonces para qué besas a Diego?

Tragué saliva -Porque soy gilipollas, una completa gilipollas.

-No... - su mano acarició mi cara y mi pelo  -Nunca nadie debería ponerte la mano encima Nina -abrí los ojos para volverlos a cerrar y relajarme ante la sencillez y la delicadeza con la que me separaba los mechones de pelo. Aproveché la situación .  -Puedes quedarte aquí si quieres... - sus yemas acariciaron mis párpados. No quise que pasase ese momento, era la primera vez en el día que mi corazón no bailoteaba agitadamente, tampoco quise romper el silencio.

-Sólo si me das un masaje en la espalda - dije adormilada riendo.

-   ¿Me estás haciendo chantaje? - sabía cómo su ceja estaría inclinada hacia arriba, conocía sus gestos, me había pasado todo este tiempo observándole, me parecía interesante saber cómo movería las manos con cada reacción, sus manos frías entraron en contacto con la piel de mi espalda -Tonta- me quejé.

-   Calla  - dijo en un tono bajo.

Entré en un estado de relajación completa cuando prosiguió. Me iba contando cosas que le gustaban o no, de cómo no estaba a gusto en su cara y que pronto se iría lejos a viajar, compartió conmigo su idea de irme a ver al nuevo trabajo que había cogido todos los días y sonreí levemente ante esta información. Terminó pero yo me negué a levantarme de la cama, estaba muy a gusto tal que así.

-   Mañana empiezo- suspiré

-   No te quejes, al menos no madrugas.

-   Eso sí -admití.

-   ¿Cuánto cobras?

-   Lo suficiente como para poder pagar los regalos de Rebecca y Cleo para esta navidad - dije haciendo una mueca.

Se quedó callada mirándome y yo cerré los ojos. Estaba muy relajada - Entonces , ¿dormirás aquí? - rompió el silencio y asentí brevemente -Explícame bien lo de Diego - pidió insistente.

Abrí los ojos tirando toda mi calma por la borda para luego rodarlos. -¿Qué te cuento? Ya te he dicho todo Cris.

-Pues vuelve a empezar - suspiré

-Me pegó - le quité importancia - Y diego me llevó lejos, y estuvimos hablando, y le besé, me acompañó hasta aquí - resumí- Ya te lo he dicho- le dije de nuevo

-¿Por qué crees que le dio?

-No se tragan,  ninguno de los dos -aclaré.

-   ¿Y a quién prefieres?

Tomé aire - Es obvio, pero tampoco le puedo perdonar. Le he perdonado tantas... -agaché la cabeza.

-   ¿Y ya está? ¿Se acabó? ¿Así? - me buscó con la mirada.

-Y ya está. Se acabó. Así - repetí firme- Lo que menos quiero hacer ahora es pensar en ello. He perdido muchas cosas por estar tanto tiempo con él, si te digo la verdad no sé si he perdido o ganado más conociéndole - me aclaré la garganta - Estaré trabajando y mantendré la mente despajada, cuando no, durmiendo, en caso extremo mis amigas y mi familia, les dejé un poco de lado por él - admití girando el anillo que tenía  en mi dedo índice ayudándome con otro de ellos -Lo peor será cuando vuelvan las clases - se me estaba quebrando la voz, notaba como mis ojos perdían claridad y el nudo de mi garganta que estaba intentando aguantarme apretaba más y más - Le tendré que ver todos los días - cogí una bocanada de aire - Y ni me atreveré a hablarle, tal vez le mire cuando esté de espaldas esperando y no se dé cuenta -cerré los ojos para contenerme -Será como si nunca hubiésemos existido en la vida real -alcé la cabeza mirando al techo, discretas maniobras anti-lloro -Pero escribiré sobre él -asentí - Escribiré sobre él -repetí- Y será como si nunca muriese, siempre que le lea alguien

-   Escondí la cabeza en la almohada, me temblaban las manos. -Nunca se irá Cristina, nunca, no de mí, no de aquí - toqué mi sien - Se puede ir físicamente, miles de kilómetros lejos de mí, pueden dejar de hablar de él o recordarle, pero él siempre va estar en mí. Marcado a fuego. Las cosas no deberían estar destinadas a salir así . Le echo de menos, le echo tanto de menos - gemí permitiéndome llorar - Pero son así - volví a la realidad - Y por mucho que lo intente nada va a cambiar, aunque me esfuerce, a un que me caiga y me levante todo será en vano. Porque no es  él, soy yo, mi mala suerte y mi poca estabilidad, si no hubiese sido así yo le habría perdido de alguna otra forma - intenté coger aire que ahora me costaba bastante - porque eso sí que estaba destinado a ser, quedarme sola, como siempre, desde siempre y para siempre. Te juro que lo que estoy sintiendo ahora duele mucho más que una simple bofetada, y que dejaría que lo hiciese toda la vida si este sentimiento de pérdida se marchase lejos. Hay cosas que duelen más que otras .
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¿60 votos y subo otro capítulo en dos semanas? 😻
Os quiere,
Nina,
xx

Punto muerto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora