35 | SURVIVOR

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(SOBREVIVIENTE)

HAE RYUNG

Hace dos años






El goteo incesante de una llave a lo lejos me despertó, trayendo consigo hambre, dolor y frío.

Me acomodé en la colchoneta, apoyando mi espalda en la pared y cubrí mis piernas con un desgastado trozo de tela.

Miré a lo alto, intentando descubrir por la luz de la pequeña ventana cuánto tiempo había pasado, pero no conseguí nada. Las rejas que cubrían el marco estaban tan sucias como el cristal, por lo que se distorsionaba todo rastro de luz que viniese de afuera.

Escuché pasos y me hice un ovillo en la esquina de la celda, aunque mi cuerpo no reaccionaba como quería. Detalle que confirmaba, de algún modo, los sedantes que Jang Hyuk mezclaba con el agua.

Un chirrido metálico me obligó a levantar la cabeza y mis músculos se tensaron al reconocerlo arrogante más allá de los barrotes por donde dejó caer una bolsa de papel con lo que supuse era comida.

Me arrastré a cuatro patas y devoré lo que había adentro, ignorando el gusto que le provocaba verme donde, a su juicio, merecía estar.

Se acuclilló frente a la celda y, con celular en mano, comenzó a grabarme satisfecho con lo que había logrado en un par de días.

Alejó la cámara y me enseñó el aparato con una sonrisa desquiciada y triunfante.

—Ya quiero ver la cara Young Do cuando le enseñe esto —dijo, orgulloso de sus perversos actos—, así aprenderá a no meterse conmigo.

Ignoré su lógica retorcida y mastiqué como puede los bocados de gimbap, rogando porque el dolor en mi estómago menguara junto con la sensación de mareo constante.

—¿Sabes, Hae Ryung? —preguntó, irguiéndose con las manos en los bolsillos y una mueca petulante en la cara—. Todo sería diferente si no te gustara andar...

Paseó sus ojos por mi maquillaje y la poca ropa que cubría mis piernas y mi escote, revolviéndome el estómago con lo poco que tenía.

—Provocando —sentenció.

La esquina de sus comisuras se curvó y tuve un mal presentimiento.

Lo que había comenzado como una broma de mal gusto estaba por convertirse en la peor pesadilla de cualquier mujer.

—Hora del show, puta.

Abrió la celda de la abandonada comisaría y ajustó la cámara sobre un trípode.

Las náuseas hicieron lo suyo y devolví lo poco que había ingerido, ganándome una bofetada por parte de mi compañero.

—No te atrevas a hacerlo de nuevo —amenazó, jalándome la cabeza hacia atrás y tirando de raíz mi cabello—. O lo próximo que verás será tu cara metida en esa mierda.

Asentí con lágrimas contenidas en los ojos y me limpié la boca con la manga de mi chaqueta de cuero.

Me quedé de piedra cuando sus manos viajaron a su cinturón para desabrocharlo de la misma forma que hizo con el botón de su pantalón y luego deslizar su cierre.

Comencé a alejarme, impulsándome con mis manos y maldije no poder quebrarle el brazo o el cuello por culpa de los calmantes.

Una vez que mi espalda se encontró con la pared, traté de evitar lo imposible, apelando a quien alguna vez había considerado mi amigo.

—¿Tiene que ser así? —pregunté, agradecida de no tartamudear en el momento—. Somos amigos Jang Hyuk y los amigos no se lastiman.

El aire escapó de sus pulmones en una exhalación furiosa, pero no me arrepentí en lo absoluto.

Por poco que fuera, había ganado unos segundos.

—¡No vengas con estupideces, maldita zorra! —increpó aireado—. ¡Si no hubiera sido por ti el imbécil de Choi no se habría metido conmigo!

Estaba tan fuera de sí que la cámara que había instalado salió disparada contra las rejas de la celda cuando intentó desquitarse con algo.

Respiró unas cuantas veces para volver en sí y, cuando finalmente lo hizo, su rostro desquiciado volvió hacer acto de presencia.

—Pero ahora tengo su juguete favorito —sentenció más tranquilo—. Veamos qué tan maldito puede ser cuando se lo devuelva roto.

Su mano voló a mi cuello pero, antes de que me quitara el aire, le di una patada en los genitales con tanta fuerza que perdió el equilibrio y acabó en el suelo.

No lo pensé dos veces y, aprovechando el golpe de adrenalina, salí disparada de la vieja comisaría y corrí escuchándolo maldecir a mis espaldas.

Desorientada, me dirigí hacia las luces de lo que parecía ser la carretera, rogando porque alguien apareciera en el camino.

—¡Te voy a matar!

Escuché a mis espaldas y supliqué desesperadamente porque las piernas no me fallaran hasta que luces rojas y azules iluminaron el camino de grava y me devolvieron las esperanzas.

Alguien había llamado a la policía.

No dejé de avanzar hacia las patrullas moviendo los brazos en altos para que me vieran y no hubo nada más reconfortante que escuchar cómo los vehículos se estacionaban y me rodeaban protegiéndome al fin.

—¡Hae!

La voz de Ho Seok fue lo único que distinguí entre el grupo de personas que me rodeaba y, segura de que mi mejor amigo se haría cargo a como diera lugar de la situación, me dejé caer sobre mis rodillas llorando.

—¡Deténgase o disparo!

Gritó alguien, pero no supe nada más.

Mis ojos se cerraron, queriendo olvidar una pesadilla que irremediablemente se repetiría con los años.






───── 𝐍𝐎𝐎𝐍𝐀 ─────
전정국

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