::: 𝐍𝐎𝐎𝐍𝐀 :::

30 | PLEASE DON'T

(NO, POR FAVOR)

•

HAE RYUNG

Yoo Jin: [Ya tendremos tiempo para nuestra noche de cine, Hae. No te preocupes]
Recibido. 10:27 PM

Yoo Jin: [Y... Tómalo con calma, ¿sí? No le des muchas vueltas a lo que sea que te hayan dicho. TQM, descansa <3]
Recibido. 10:28 PM

Bloqueé la pantalla de mi teléfono y lo olvidé sobre sobre mi cama.

Hundí mi rostro en la almohada e inspiré el aroma a vainilla de la tela, intentando darle forma a todo lo que había dejado mi conversación con Yu Gyeom.

Aunque el rubio no había revelado las verdaderas intenciones de su amigo ni remediado el dolor nacido del engaño, Kim parecía haberse encargado del asunto de alguna extraña manera.

Giré sobre el colchón y me quedé mirando el techo de mi habitación.

Tal vez, la tranquilidad que ahora sentía iba más allá de su agradecimiento por cuidar del castaño a pesar de nuestras circunstancias y se relacionaba directamente con la esperanza de saber que entre nosotros no estaba todo perdido.

«Él iba a hablar contigo».

Me pasé las manos por la cara, preguntándome si, tras aclarar lo que Yu Gyeom consideraba un complicadísimo malentendido, sería capaz perdonar a Jung Kook para que ambos pudiéramos continuar con nuestras vidas.

«¿Juntos o separados?», cuestionó una vocecita en mi cabeza y agradecí que el tono de mi celular me distrajera de intentar dar con la respuesta.

Llamada Entrante
— Número Desconocido —
Contestar                                Rechazar

Estaba por declinar la llamada cuando algo me dijo que no lo hiciera.

Deslicé mi pulgar sobre el ícono verde en la pantalla y me llevé el aparato al oído con el corazón en la mano.

—¿Diga?

Un suspiro de alivio llegó del otro lado y el sonido recorrió mi espina dorsal en una corriente eléctrica demasiado agradable para mi gusto.

Cambié mi teléfono de lado a fin de distraerme de aquella sensación y me levanté de la cama, buscando con qué distraerme del hecho que, sin una sola palabra, sabía perfectamente que se trataba de Jeon.

—¿Podemos hablar? —preguntó finalmente y pude ver en mi cabeza la forma en que mordía sus comisuras, intentando aplacar su ansiedad—. Estoy... Estoy afuera de tu casa.

Me acerqué a la ventana, descubriendo entre los árboles del antejardín el vaho de una figura particularmente familiar.

Sus ojos dieron conmigo a través del cristal, provocando que mi pulso se disparara en honor a lo mucho que extrañaba aquello.

A fin de no exponerme, me alejé de la ventana y me apresuré a fijar nuestro lugar de encuentro calle arriba.

—Te estaré esperando —aseguró antes de colgar.

Con la excusa de comer fideos extra picantes, dejé a mi familia para ir a la tienda de conveniencia donde el castaño aguardaba con dos tazas de café.

Tratando de mantener la compostura, tomé unos cuantos paquetes de ramen y pagué por ellos antes de dirigirme al final de la tienda.

Dejé mis compras sobre el blanco mesón alargado y agradecí tener con qué calentarme las manos, las temperaturas descendían cada vez más durante la noche.