24 | BROKEN

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(ROTO)

JUNG KOOK






-¡Ha Yoon!

Desperté sobresaltado ante el recuerdo.

Mi corazón latía con tanta fuerza que era lo único que escuchaba mientras el sudor frío empapaba lentamente mi cuerpo y, aunque me aferraba a la vida inspirando a bocanadas, poco era el aire que conseguía llegar a mis pulmones.

Una silueta alta e imponente se abrió paso entre la oscuridad de la noche.

Presionó su palma gentilmente sobre mi hombro, recordándome con aquel gesto que no me encontraba solo y me sentó en el sofá de manera que me fue más fácil colocar la cabeza entre mis piernas y respirar en la bolsa de papel que me había entregado.

-Eso es, Kook, puedes hacerlo -animó, acariciando mi espalda de arriba abajo-. Me quedaré contigo, como en los viejos tiempos.

Una sonrisa débil afloró ante su promesa.

Mientras la angustia de mi pecho se disipaba y mi conciencia regresaba, permitiéndome recordar que por fortuna me encontraba en el departamento de Yu Gyeom.

No en la soledad asfixiante en la que llevaba viviendo el último tiempo.

-¿Mejor?

Asentí, tomando el vaso de agua que me ofreció y dejé que me guiara a su habitación, dependiendo completamente de su fuerza.

Una vez en su dormitorio, me acurruqué entre las sábanas sintiéndome dolorosamente tenso y quise dormir hasta volverme uno con las telas.

Kim sumó a la experiencia un edredón y me dejé abrazar por su textura, agradecido de que mi cuerpo dejara de temblar como si se estuviese a punto de romper.

-Lo siento, no imaginé que mis vecinos se pondrían a pelear -se disculpó mi amigo, sentándose al borde de la cama.

Negué con la cabeza, no era su culpa que la discusión de la pareja me provocara... Recuerdos.

-No te preocupes, estaré bien -dije con un hilo de voz.

No quería que se preocupara más, suficiente tenía con sus propios problemas.

-¿Quieres comer algo? ¿Chocolate caliente tal vez?

-Tal vez.

-Cuenta con ello.

Al cabo de un rato, Yu Gyeom regresó con dos tazas humeantes de cacao líquido y el aroma fue un bálsamo para mis sentidos.

Cuando ya llevaba media taza bebida, mi amigo comenzó a distraerme, hablándome sobre su nuevo trabajo y mi pecho se apretó al imaginarlo en un mundo que no tenía nada que ver con él.

-No pongas esa cara -pidió con una sonrisa desdentada-, cualquiera pensaría que mi vida es un infierno.

-¿Y no lo es?

Las palabras abandonaron mi boca antes de que me diera cuenta y me arrepentí de aquello al instante.

Mis reproches no eran para él, sino para su familia que, con su maldito estilo de vida, lo había obligado a dejar los estudios y trabajar más horas de las que podía soportar a fin de costear sus vicios.

-Sería mucho peor ir en su contra -aseguró, llevando su mano a mi rodilla para luego palmear mi pierna-. Ahora dime, ¿regresarás a la escuela?

Llevé la vista mi chocolate caliente y me mordí los labios, ansioso.

No quería tomar ventaja de su hospitalidad, mucho menos causarle problemas, pero volver a mi rutina no era una opción.

Cada día que pasaba me sentía peor y la idea de colapsar en todos los sentidos a vista y paciencia de todos me alteraba todavía más.

-No.

-¿A tu casa?

Levanté la vista.

-Puedo quedarme otro poco, ¿verdad?

-Todos los días que quieras -ofreció con los brazos abiertos-, pero... No creo que sea lo correcto, no en el estado en que estás.

Sabía perfectamente a lo que se refería, aun así, me negaba aceptar mi realidad.

-Yo... Estaré bien, solo... Dame un par de días y... Y seré como antes, te...

-Kook -me interrumpió.

-¿Sí?

-No voy a presionarte -dijo y sus palabras me quitaron un peso de encima-, pero la extrañas tanto que la angustia te está comiendo vivo.

Me removí entre las sábanas inquieto por lo que Kim pudiera decir, llevaba meses ignorando la pérdida y no quería que él la mencionara o se volvería... Real.

«Dolorosamente real».

-Y no estoy hablando de Ha Yoon.

Mis ojos volaron hacia donde mi amigo, contemplando las luces de la ciudad.

-¿A-A qué te refieres?

Yu Gyeom volteó en mi dirección y, descruzando los brazos del pecho, volvió a ocupar un sitio en la cama, alcanzando mi mano en señal de apoyo.

-Lloras en sueños, Kook.

Una sonrisa triste apareció en el rostro del rubio y mis labios temblaron anunciando una tempestad.

-Has vivido mierda tras mierda, pero es primera vez que te veo así.

Me limpié la cara con la manga de mi camiseta, no quería ponerme a llorar y perder la noción de mi entorno de nuevo.

-Sé que el dolor y la culpa por lo que sucedió todavía te persigue, pero... -me abrazó por los hombros-: Tienes derecho a ser feliz.

Las lágrimas se desbordaron por mi cara junto a un grito desesperado que llevaba demasiado tiempo atascado en mi pecho.

Me aferré a Yu Gyeom, rogando con las manos empuñadas que no me soltara o no sería capaz de volver.

-Necesitas a Hae Ryung y sabes por qué.

Asentí sin descanso a su conclusión, no había más que verdad en sus palabras.

-Tú no jalaste el gatillo, Kook -insistió, embargado por la tristeza-. No tengas miedo y dile la verdad, sé que ella entenderá.

Cuando el dolor cedió finalmente, agradecí que la vida me devolviera a mi mejor amigo en el momento preciso.

-Habla con ella.

Bajó la vista a la pulsera color escarlata en su muñeca izquierda y, acariciando los hilos bellamente entrelazados con las iniciales «HY» en el centro de ella, concluyó:

-Tú... Aún puedes hacerlo.

La fisura en mi corazón se agrietó un poco más.

Era cierto, Ha Yoon ya no estaba con nosotros, no volvería del maldito lugar donde se encontraba ni escucharía las palabras de cariño que mi mejor amigo jamás pronunció, pero Hae Ryung...

Ella aún estaba aquí, a unos cuantos kilómetros de distancia bajo el mismo cielo. Tenía que hablar con mi novia antes de que las manecillas del reloj me arrebataran el tiempo y la furia de mi madre pusiera punto final a nuestra relación.






───── 𝐍𝐎𝐎𝐍𝐀 ─────
전정국

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