::: 𝐍𝐎𝐎𝐍𝐀 :::

29 | SOULMATES

(ALMAS GEMELAS)

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HAE RYUNG

—Lo siento —se disculpó Yu Gyeom, guardando el teléfono en su chaqueta de cuero.

Negué con la cabeza, restándole importancia a su pequeño retraso, trabajo era trabajo después de todo.

Ocupó el asiento libre frente a mí, ignorando magistralmente las miradas en nuestra dirección y agradeció que agregara a mi Macchiato el Espresso Lungo que quería tomar.

—¿Has visto a Jung Kook? —pregunté, dándole un primer sorbo a mi café.

Con un suspiro pesado, el rubio relamió sus comisuras evidentemente preocupado.

Batalló con el cansancio que de pronto delineaba sus facciones, pasándose las manos por la cara para luego dejarlas descansar en su cabello.

—Se queda en mi departamento cuando no voy a trabajar y lo llevo conmigo cuando tengo que hacerlo —confesó con la vista clavada en la mesa—. El ambiente no es el mejor, pero no quiero dejarlo solo.

» Imaginarás por qué —agregó luego de unos momentos con una sonrisa triste.

Me removí en mi asiento.

Confirmar que el castaño no se encontraba bien provocó en mi pecho un cosquilleo tan asfixiante que me vi obligada a distraerme de aquella sensación, empuñando mis manos hasta que la presión de las uñas contra mi piel desencadenó otro tipo de dolor.

—Él iba a hablar contigo —señaló, mirándome a la cara—, pero lo que sucedió con tu hermano... —dejó escapar un suspiro de frustración—. No quiere seguir causándote problemas.

—¿Por qué me los daría? —cuestioné con el ceño fruncido y me regañé mentalmente por haberlo hecho a la defensiva.

—Porque es diez veces más complicado cuando la familia está en medio... Y no lo digo por Yoon Gi.

La confusión me embargó.

Sino se trataba de mi familia, dudaba que se tratara de la de Jung Kook, sus padres eran dos figuras ausentes y tenía claro que, por la misma razón, Jeon no tenía contacto con el resto de sus familiares.

Si es que los tenía.

Otro suspiro salió de su boca y la tensión se apoderó de mi cuerpo.

Un escalofrío me erizó la piel, ¿por qué sentía que estaba a punto de abrir la caja de Pandora?

La atención del rubio recayó en el paisaje de la ventana y la mía en la delicada pulsera color escarlata que rodeaba su muñeca, un detalle que contrastaba enormemente con el aire de chico malo que lo envolvía de pies a cabeza.

«¿Por qué no lo vi antes?».

—¿Hae Ryung?

Despegó la vista del cristal, devolviendo mis ojos a su rostro.

Llevó la punta de sus dedos a los hilos entrelazados en su muñeca para acariciarlos mientras se disculpaba por mantener en las sombras lo que necesitaba oír de Jeon.

Aprovechó igualmente de agradecer que me preocupara por el bienestar del castaño, aun cuando las heridas que había dejado su engaño en mi corazón eran grandes.

—Intento hacer lo correcto, eso es todo —dije, secando el par de lágrimas que alcanzaron a brotar con mis dedos.

Ho Seok apareció en mi campo de visión, entre molesto y preocupado por lo que acababa de ver.

Con un gesto de mi mano le di a entender que estaba bien y Yoo Jin se lo llevó de vuelta a la mesa que ocupaban unos puestos más allá para darnos privacidad, palmeando su hombro mientras le susurraba palabras tranquilizadoras al oído.

Miré la hora en mi celular, notando que varios minutos habían transcurrido desde que llegamos a Without You y me disculpé con el rubio, diciéndole que había hecho con mis amigos.

Tomé mi mochila y me coloqué el abrigo, después de todo, estaba teniendo la conversación con la persona equivocada.

Mientras los compañeros de trabajo se despedían de la pequeña rubia, que había dejado de trabajar en el lugar para concentrarse de lleno en la universidad, el menor de los Jung se aseguró de que estuviera bien antes de alejarse para conseguir un taxi.

El rubio aprovechó aquella última instancia para disculparse nuevamente por el abrazo en la comisaría y tuve que hacer oídos sordos a la comparación entre líneas que aquel gesto conllevaba.

No quería recordar que era un mero reemplazo.

Kong se metió al taxi, invitándome a seguirla al interior luego de que Ho Seok ocupara el puesto de en medio.

Estaba por meterme al vehículo cuando Yu Gyeom sujetó la puerta del mismo, despidiéndose con palabras que me perseguirían por el resto de la noche.

—Y sobre Ha Yoon... —carraspeó—. No es lo que parece.

Harto del tira y afloja, Jung me metió al auto, diciendo que se nos hacía tarde.

El rubio cerró la puerta, deseándonos que llegáramos bien y el conductor arrancó, volviendo con cada metro recorrido más pequeña la figura de Yu Gyeom.

Mis amigos se enfrascaron en una conversación a la que no presté oído. Por alguna extraña razón, mis ojos no podían despegarse de la silueta desapareciendo calle abajo.

Cuando su presencia quedó fuera de mi alcance, me sumí en mis pensamientos, en los detalles de un encuentro que, al parecer, no había resultado ser vano.

Algo me decía que ese chico tenía una relación incluso más estrecha con la novia fallecida de Jeon.

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전정국