::: 𝐍𝐎𝐎𝐍𝐀 :::

28 | IMBALANCE

(DESEQUILIBRIO)

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HAE RYUNG

«Definitivamente me buscó porque me parezco a ella».

Con un suspiro largo y pesado, cerré la llave y me sequé las manos.

Irremediablemente, terminé con la vista clavada en el espejo.

Delineé el contorno de mi cara con mis dedos y repasé mis facciones con exagerada atención, aun así, no logré dar con la similitud que también había visto el amigo de Jung Kook.

Negué con la cabeza y me aparté del tocador, los recuerdos de mi primer encuentro con Jeon divagaban un tanto confusos en mi mente.

Busqué en los muebles, ignorando la incomodidad que sentía con mi propio cuerpo, después de todo, Ha Yoon había dejado este mundo y la comparación me parecía escalofriante.

Tomé el botiquín de primeros auxilios y salí del baño, encontrando a Jeon tal cual como lo había dejado en la sala de estar.

Ocupé un lugar en el sillón y me enfoqué en curar sus heridas, reprimiendo la necesidad de acariciarlo o besarlo cada vez que el alcohol escocía.

—Ya está —dije, colocando una bandita en su frente.

Mientras me ocupaba de dejar todo en su lugar, me resultaba difícil ignorar su lenguaje corporal tenso.

Sus manos empuñadas y sus labios temblorosos dejaban en claro lo difícil que era para él mantener la boca cerrada sin morir en el intento.

—Yo... Lo siento —dijo, abriendo y cerrando sus palmas por culpa de la ansiedad.

Que rompiera el silencio en el que nos habíamos mantenido desde que lo enfrenté en mi casa de algún modo me dio esperanza.

Me olvidé de lo que estaba haciendo y me quedé junto a él, expectante.

—No debí haberle pegado a tu hermano —agregó para volver a quedarse callado.

No dije nada, sabía muy bien que cuando sus fallas lo acechaban Jung Kook tendía a mantenerse en las sombras a fin de mantenerse a salvo de ellas.

No por nada habíamos pasado tantos meses juntos.

Recuperé mi chaqueta, asumiendo que jamás obtendría una explicación de su parte.

El castaño estaba tan estancado en las emociones de su pasado que conocer la verdad detrás de nuestra relación resultaba inviable.

Con el peso de aquella realidad, metí mis manos en los bolsillos, descubriendo en el interior de uno de ellos la llave que Jeon me había dado de su casa.

Sujeté el metal entre mis dedos y deslicé la pieza sobre la mesa de centro, provocando que todo un dilema se adueñara de su rostro.

La puerta resonó a lo lejos y supe que era tiempo de marcharme.

No iba a quedarme con alguien que, además de haberme mentido, se negaba a dejar las cosas claras.

Los pasos apresurados de Park llegaron hasta la sala, donde dejó caer su bolso al encontrar a su amigo lastimado.

El mayor corrió a su lado, evitando las preguntas que mi llamado había aclarado minutos atrás.

Entre agradecimientos y disculpas, me alejé hacia la salida, aliviada de que Ji Min pasara la noche con Kook.