04 | CHECKMATE

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(JAQUE MATE)

HAE RYUNG


—Tienes suerte de ir en último año.

Fruncí el ceño.

—¿Por qué lo dices, Yoo Jin?

—Porque esas brujas harían lo que fuera por arrancarte el cabello si no fuera así. —Zanjó, aludiendo a quienes se dirigían a la cafetería.

«Se le ocurre cada cosa».

—Hablo en serio, Hae Ryung. —Espetó, alcanzándome en el patio—. Que salgas con Jeon es una maravilla, pero también es un problema.

—Lo dices por su popularidad de Idol, ¿no? —pregunté sonriente, aún me causaba gracia su comparación.

—Por sus fanáticas locas, mejor dicho. —Puntualizó—. Pero no diré nada más, ya verás a lo que me refiero.

Rodé los ojos y me coloqué a la fila, contándole por qué había llegado tarde a la clase del Profesor Seo.

—No te ofendas, pero con esas pintas... —dijo, mirándome de arriba abajo—. Pareces una pandillera.

Di con mi reflejo en un escaparate y supe de inmediato a lo que se refería: mi apariencia desalineada, de algún modo extraño, gritaba chica mala.

—Una muy genial, por cierto. —Añadió Kong, regalándome un corazón con los dedos.

Llené mi plato con los antojos del día y la seguí a una de las pocas mesas desocupadas que iban quedando. Nos sentamos frente a frente, ignorando las miradas y los comentarios que me dedicaban por querer salir con Jung Kook.

«No pierden el tiempo, ¿eh? Al parecer toda la escuela lo sabe ya». Mezclé mi bibimbop y me dediqué a comer.

—¿Sabes? Sigo sin entender por qué quiere salir contigo. —Soltó la rubia, bebiendo de su leche de frutilla—. Es... Sospechoso. —Concluyó, entrecerrando los ojos con desconfianza.

Suspiré derrotada.

Hace nada se moría porque mi novio fuera un chico menor y ahora que tenía lo que necesitaba mi amiga no dejaba de encontrarle peros.

—¿Qué? —pregunté.

De un momento a otro, Yoo Jin perdió todo interés en la conversación y se quedó mirando la entrada del comedor. Volteé a mirar lo que había captado su atención y me fue imposible no replicar su ceño fruncido

—Qué desagradable. —Espeté, concentrándome de nuevo en mi plato.

Sin una pizca de consideración, un grupo de estudiantes eufóricas rodeaban al pobre castaño como si fuera el único hombre sobre la faz de la tierra.

—Por Dios, viene para acá —gritó-susurró Kong y tuve que beber de mi Caramel Macchiato para no atragantarme con la comida.

—Hola, noona.

Respondí con un leve asentimiento de cabeza y, con una sonrisa que de seguro valía millones de wones, Jeon se sentó en el extremo de la mesa, a mi derecha. Mi rubia amiga estaba a nada de bombardearlo con preguntas cuando un estudiante de cabellos anaranjados se sumó a la inesperada visita, ocupando el lugar libre a mi izquierda.

—Min Hae Ryung, ¿verdad? —Asentí—. Encantado, soy Park Ji Min.

—¿Eres la novia de Kook? —preguntó otro de sonrisa cuadrara, sentándose junto a Yoo Jin—. Soy Kim Tae Hyun, ¡encantado de conocerte!

El chico con mechones de cabello verde en su flequillo extendió su mano esperando que correspondiera el apretón, pero Jung Kook no lo dejó y lo obligó a sentarse de golpe, jalando con fuerza su chaqueta.

—Come, hyung.

Una vez que las presentaciones quedaron hechas, empezamos a conversar hasta que mi pregunta, simple e inofensiva, sumió a la mesa en un silencio que, afortunadamente, la risita nerviosa y bastante incrédula de Park logró romper.

—¿De verdad no sabes quiénes somos? —preguntó señalándose a sí mismo y luego a Tae Hyung.

Repetí sus nombres y Kong se llevó las manos al rostro apenada. Confundida, busqué apoyo moral en el castaño a mi lado, al parecer, la peor estupidez de la historia no le afectaba en lo absoluto.

—Por eso me gustas. —Confesó de la nada y mi ritmo cardíaco se disparó.

«Dios, ¡¿qué le pasa?! ¡¿No ve que por lo menos hay cien personas aquí?!». Fingí ignorancia y rogué cordura con una porción extra grande de nervios de acero.

—Discúlpenla, ¿sí? —Intervino Yoo Jin—. Es muy olvidadiza, demasiado para mi salud mental. —Agregó con una sonrisa incómoda.

—Bueno, para que sepas... —Comenzó el piel canela—. Ji Min y yo estudiamos con el Profesor Jung.

—¿En el curso avanzado para los de último año? —Quise saber.

Kim asintió y mi amiga tuvo que digerir la noticia con un largo trago de leche. El Profesor de Literatura no aceptaba a cualquiera en su clase y, si me guiaba por sus increíbles apariencias, los amigos de Jeon estaban lejos de ser unos ratones de biblioteca.

«Ahora entiendo por qué no los había visto».

—¿No vas a preguntarme nada? Solo hablas con mis hyungs.

Apenas finalizó la oración, las orejas de Jung Kook se volvieron rojas y sus amigos no dudaron en abalanzarse sobre el menor para decirle que era el celoso más lindo que conocían mientras le hacían cosquillas. Aprovechando su excelente condición física, el menor no tardó en deshacerse de ellos y devolverlos a sus puestos con una mirada amenazadora que contrastaba enormemente con el puchero encantador abultando sus labios.

—¿Hay algo que quieras saber, noona? —dijo, sentándose en su puesto.

—Nos hemos visto antes, ¿verdad?

—En el...

—¡Hyung! —Cortó el castaño a Kim.

—Lo siento, Kook. —Se disculpó—. Toda tuya, campeón.

Jung Kook negó con la cabeza e intentó pasar el mal rato probando su Café Dalgona.

—¿Qué? —Me preguntó, ignorando el rastro de espuma en sus comisuras.

«Parece un niño». Instintivamente, me acerqué y limpié sus labios con mi pulgar.

—Ya está.

La mesa estalló en alaridos y la expresión del menor se transformó tanto que estaba segura de que había dejado de respirar.

—Lo siento, lo hice sin pensar —me disculpé torpemente.

Cuando el castaño volvió en sí, tomó su bandeja y se paró de golpe.

—V-Vamos o llegaré t-tarde a c-clases —dijo antes de salir disparado.

«Oh, oh».

—Nos vemos. —Se despidió Ji Min, arrastrando a Tae Hyung quien no podía más de la risa.

—Lo arruiné, ¿verdad?

Mi amiga permaneció callada y su silencio confirmó mi error.





───── 𝐍𝐎𝐎𝐍𝐀 ─────
전정국

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