33 | ONE

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(UNO)

JUNG KOOK






Los rayos del sol se colaban de tal forma en la habitación que, a pesar de su rutinaria sencillez, la escena no tenía nada que envidiarle a una obra de arte.

Procurando no despertarla, me acomodé mejor en la cama y me quedé contemplando a Hae Ryung, agradecido de contar con una segunda oportunidad.

Mi novia murmuró algo entre sueños y el puchero que quedó en sus labios me pareció de lo más encantador.

Deseoso de probarlos una vez más, me incliné a besarlos fugazmente, Min se removió en su lugar y supe que la quería de manera permanente en mi vida.

Poco a poco, la consciencia comenzó a ganar terreno y su sonrisa emergió acompañada de un somnoliento «Buenos días».

Otro beso rápido prolongó su sonrisa unos segundos más y quise que nuestro fin de semana fuera eterno.

Sin pensarlo dos veces, acaricié su cabello y me apegué a ella, perdiéndome en todas las sensaciones que su existencia desataba.

Sabiendo que en cualquier momento me dejaría para comenzar nuestro último día, me aferré a ella para que me acompañara un poco más en la cama.

Sus manos no tardaron en recorrer mi cabello para luego descansar en mis mejillas y dejar ese toque breve sobre mis labios que siempre terminaba convenciéndome de lo contrario pero, cuando nuestros ojos se encontraron, ese besó nunca llegó.

Nos quedamos viendo en silencio y, aunque nos mirábamos directamente a los ojos, éramos demasiado conscientes de la piel del otro a pesar de llevar prendas bastante conservadoras.

Tragué, intentando distraerme del calor que estaba comenzando a sentir, mi anhelo por Hae Ryung estaba adquiriendo otros tonos y formas.

«Tal vez levantarse no sea tan mala idea».

—Kook, ¿puedo...?

Sus irises bajaron a mis labios y no tardé en buscar los suyos, descubriendo cierta advertencia en su tono.

Acaricié su cintura por encima del pijama antes de acercarme a ella y probar su boca.

Los besos y las caricias eran recurrentes cuando Hae Ryung se escabullía de su casa para quedarse conmigo y, precisamente por aquella familiaridad, ambos sabíamos que esta ocasión podría acabar siendo diferente.

Muy diferente.

Deseoso de más, la acomodé de espaldas en la cama y me dediqué a adorarla con cada fibra de mi ser, desnudando poco a poco algo más que piel.

Sonidos mojados inundaron la cabaña y mis sentimientos jamás se sintieron tan sinceros, tan reales, a pesar del erotismo que delineaba nuestras acciones.

Respiraciones agitadas era todo lo que se escuchaba mientras nos llenábamos del otro a través de un lenguaje que iba más allá del corporal y alcanzar tal nivel de conexión me hizo sentir realmente vivo y bendecido.

Un suspiro pesado abandonó mi boca cuando sus piernas apresaron mis caderas, invitándome a tomar más de lo que en esos momentos conseguía asimilar.

Min no tardó en darse cuenta y con sus manos se encargó de la tensión que había paralizado secamente mi cuerpo.

Inspiré, buscando relajarme y me dejé llevar por el roce de nuestras pieles al tiempo que me perdía en ella.

Sus comisuras no dejaban de probarme mientras los límites se desdibujaban entre nosotros y, cuando ya no supe dónde comenzaba mi cuerpo o dónde terminaba el suyo, me pregunté cómo era posible estar tan perdido y tan lúcido a la vez.

Tan roto y tan completo.

Tan protegido y tan expuesto.

«Tal vez es lo que sientes con la persona correcta, con la persona que amas».

La dueña de mi corazón se estremeció entre mis brazos y comprendí lo que estaba por ocurrir.

Sus dedos se enterraron en mi espalda, suplicándome en silencio que no la dejara sola, así que entrelacé nuestras manos, atando por completo mi vida a la de ella.

Satisfacción y languidez fue todo lo que quedó pero, antes de caer en las garras del sueño, busqué a mi novia dejándole el más sincero «Te amo» en los labios.

El sol continuaba su camino hacia el punto más alto en el cielo de Gyeongsan, mientras Hae Ryung cae profundamente dormida a mi lado.

Feliz, besé su frente y la apegué a mí.

No importaba cómo, no dejaría que me arrebataran a mi otra mitad.






───── 𝐍𝐎𝐎𝐍𝐀 ─────
전정국

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