(COMPLEJO DE HÉRORE)
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HAE RYUNG
—Listo. —Dejé los desayunos servidos y me quité el delantal—. ¡Ya me voy!
—¡Cuídate! —gritó Go Soo desde el segundo piso.
Guardé mis llaves y tomé mi mochila.
—Gracias, Hae Ryung —dijo Nam Joon, despeinando con cariño mi cabello.
Los universitarios acababan de levantarse, hoy sus clases empezaban un poco más tarde de lo habitual. Yoon Gi asomó medio dormido desde la cocina, seguramente había tenido que trasnochar.
—Pórtate bien, enana.
Le saqué la lengua y, con mis audífonos puestos, salí de casa dispuesta a comenzar otra semana. A diferencia de otras mañanas, no había gente en el paradero, pero por suerte el bus no tardó en llegar por su único pasajero.
—¡Lo logré!
Antes de que las puertas se cerraran, un chico con el uniforme de mi escuela aterrizó de un salto en el autobús. El conductor lo miró de arriba abajo entre molesto y aterrado por su imprudente hazaña, obligando indirectamente al castaño a pagar su pasaje y escabullirse incómodo hacia el fondo del vehículo.
Tras el pequeño incidente, mi atención cayó en el llamativo gorro rojo que llevaba, provocando que nuestras miradas coincidieran en el trayecto y la sonrisa que el chofer le había robado estuviera de vuelta en sus labios. Ignoré su aura de rompecorazones, concentrándome en el paisaje al otro lado de la ventana mientras me preguntaba por qué de pronto el chico se me hacía tan familiar, era la primera vez que lo veía después de todo.
«¿O no?».
Los aromas y los colores del mercado, anunciaron que estaba a unas cuantas paradas de mi destino. El bus retomaba su marcha luego de recoger a un par de pasajeros, cuando descubrí a una mujer mayor tratando de alcanzarnos.
—¡Espere! —grité al chofer. Me quité los audífonos y me apresuré a ayudarle.
—Gracias, eres muy amable.
—De nada —respondí, cediéndole mi asiento y acomodando las bolsas a sus pies.
—Si quieres, puedes sentarte aquí.
Desde el fondo del bus, el chico de gorro rojo palmeaba un espacio vacío a su derecha. Fruncí el ceño analizando la posibilidad: estaba loco si creía que me iba a sentar en un lugar tan pequeño.
—No, gracias —dije, volviendo la vista al frente.
Una risita llegó a mis oídos y rodé los ojos.
«Pervertido».
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Estaba a unas calles de la escuela cuando un sollozo me distrajo. Debajo de un árbol, un niño de unos seis o siete años, luchaba por no romper en llanto. Me acerqué, descubriendo magullones en su piel y el castañeteo incesante de sus dientes.
—¿Estás bien? —pregunté, dándole un suave apretón en el hombro—. ¿Qué te pasó?
En cuanto sus ojos se encontraron con los míos, se largó a llorar a todo pulmón y agradecí la indiferencia de la gente por primera vez en mi vida, no quería problemas.
No más de los que ya tenía.
—¡ME CAÍ EN LA ALCANTARILLA!
«Eso pensé».
Le coloqué mi chaqueta, frotando mis manos por sus brazos para ayudarlo a entrar en calor y le pregunté por sus amigos al no ver a ningún adulto que lo pudiera socorrer. Negó con la cabeza y me vi en una enorme encrucijada: ¿el niño o la escuela?
—¿Vives por aquí?
Señaló a su derecha y di gracias al cielo, no tendría que dármelas de detective para saber dónde vivía. Le di unas cuantas palmaditas en el hombro y lo tomé de la mano para infundirle seguridad.
—No te preocupes, noona te llevará a casa.
El pequeño asintió, limpiándose las lágrimas del rostro y, con una sonrisa tirando de nuestros labios, nos fuimos por el camino que me había indicado. Con cada paso que daba, me alejaba más y más de la escuela, pero trataba de no pensar en ello.
«Puedes hacerlo, Hae Ryung».
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—¡Loca! —Me gritó un hombre cuando choqué con él.
Me disculpé, gritando un muy alterado «¡Lo siento!» y seguí corriendo desesperada por llegar a tiempo a la escuela. Era un desastre por donde se me mirara y contaba con tres miserables minutos para presentarme a la clase del Profesor Seo.
—¿Y ahora qué? —La entrada principal estaba cerrada.
De todos los días, precisamente hoy la Escuela de Artes Escénicas de Seúl cerraba sus puertas en un horario que no acostumbraba y, para empeorar las cosas, no había rastro de los docentes o de los estudiantes, ni siquiera el Señor Han se encontraba en la caseta de seguridad.
«Adiós al plan B».
Rodeé la escuela, si no podía rogarle al encargado para que me dejara pasar, encontraría otra forma de entrar para no quedar ausente en la clase de Historia. Al cabo de un rato, descubrí que una parte de la reja era más baja y que, si me sacrificaba un poco, podía colarme directamente al pasillo que daba a mi salón.
«Puedes hacerlo, Hae Ryung».
Respiré profundo y escalé los barrotes a ojos cerrados. Todo iba de maravilla hasta que me encontré en un punto en el que no pude avanzar. Estaba por tirar la toalla cuando mis pies aterrizaron en unos hombros fuertes y firmes.
—Sube. —Miré hacia abajo, topándome con un llamativo tejido.
Me tomó unos segundos percatarme de lo que estaba sucediendo y, cuando finalmente asimilé lo que estaba pasando, un ardor intenso se apoderó de mis mejillas: el chico del autobús me estaba ayudando en una situación demasiado vergonzosa y comprometedora.
—Descuida, no voy mirar —agregó, manteniendo la vista clavada en el suelo.
Fruncí el ceño, extrañada por un comentario que consideraba demás, si de verdad quería ayudarme, lo mejor era...
«Dios, olvidé que llevo falda».
—Está bien —dije, creyéndole.
Comprendía que si sus orejas estaban rojas, no era porque sostenerme conllevara un gran esfuerzo físico. No, si sus orejas hacían juego con su gorro era porque el castaño estaba genuinamente avergonzado.
—A la cuenta de tres. Uno, dos... ¡Tres!
En cuanto me impulsó hacia arriba, me agarré del extremo de la reja y, procurando no revelar nada demás, me senté en el borde para luego saltar al otro lado y aterrizar sin mayor dificultad.
—¿En dónde se metió? —Quería darle las gracias, pero había desaparecido. Levanté mi mochila del suelo, recuperando su gorro en el camino—. ¿Se habrá dado cuenta? —Me encogí de hombros y lo guardé en mi bolso—. ¡Mierda, llego tarde!
Salí disparada a clases, mis andanzas matutinas iban a salirme caro.
───── 𝐍𝐎𝐎𝐍𝐀 ─────
전정국
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::: 𝐍𝐎𝐎𝐍𝐀 :::
FanficTratando de romper su mala racha amorosa, Hae Ryung decide seguir el consejo de su mejor amiga y comienza a salir con Jung Kook, un chico bastante tímido que al parecer se ha enamorado a primera vista de ella. Mientras ambos disfrutan de una relaci...