(BÉSAME)
•
JUNG KOOK
—¿Por qué no me dices hyung? ¿Eh? ¿Eh? —balbuceaba Ji Min, sosteniéndose pobremente de Kim—. Ahora estoy muy, pero muy triste, Kook-ah.
—Ignóralo, bebió demasiado —me pidió el piel canela, metiendo al mayor al taxi—. Nos vemos mañana —agregó, acomodando mejor a Park en su regazo.
Cerró la puerta y le indicó la dirección al chofer luego de prometerme que me escribiría apenas llegaran a casa.
El vehículo se puso en marcha para perderse en una esquina, entonces volví sobre mis pasos para encontrarme con Hae Ryung profundamente dormida sobre el sillón en la sala.
—Noona —susurré—, se está haciendo tarde.
Se removió sobre el sofá y el carmín de sus mejillas pareció intensificarse.
Me senté en el suelo y repasé a fondo sus facciones, descubriendo que se veía realmente preciosa a pesar del cansancio.
Acaricié su cabello y el que murmurara entre sueños me pareció de lo más encantador.
Mis dedos recorrieron la piel de su rostro, provocando que se estremeciera bajo mi toque curioso y se encogiera alrededor de un cojín.
—Despierta, te acompañaré a casa.
—Agua —pidió de repente.
Me apresuré a ir a la cocina, pero cuando volví no había rastro de ella.
—¿Noona?
Dejé el vaso sobre la mesa de centro y agradecí encontrar su chaqueta al inicio de las escaleras.
Tomé la prenda de mezclilla entre mis manos y subí al segundo piso, dirigiéndome hacia la única puerta que estaba abierta.
El sonido de un objeto rompiéndose me hizo correr a mi habitación en donde, afortunadamente, la encontré durmiendo sana y salva sobre mi cama.
Dejé la prenda sobre mi escritorio y me apresuré a recoger los restos de la lámpara de noche que había pasado a llevar, pero Hae Ryung me lo impidió arrastrándome hacia ella para transformarme en su almohada personal.
Me mordí los labios al sentir cómo un trozo de cristal me lastimó el pie.
—Gguk... —murmuró, enterrando su rostro en mi cuello—. Gguk...
Sus brazos se ciñeron alrededor de mi cintura y por el exceso de cercanía olvidé cómo respirar.
—N-Noona, por favor, despierta.
Negó entre pucheros y la calidez de su respiración me colocó la piel de gallina.
Su perfume era todo lo que respiraba y sus labios susurrando incoherencias sobre mi cuello desataban una exquisita corriente eléctrica por mi espina dorsal.
«Dios, voy a morir».
—No quiero irme a casa —sollozó, entrelazando nuestras piernas.
«Y de la mejor forma posible».
—Hae...
Traté de quitármela de encima, pero no insistí demasiado.
La idea de separarnos no me convencía en absoluto.
La sensación de estar así de juntos era realmente agradable y quería permanecer así todo el tiempo que pudiera.
—Te extraño, mamá.
El dolor en su voz me desarmó por completo.
Recordando que no había estado para ella cuando más lo necesitaba, la acepté en mis brazos, dispuesto a ser el novio que merecía.
Me acomodé mejor en la cama y me dediqué a acariciarla, saciando mi hambre por reconfortarla.
Ignoraba cuánto tiempo llevaba velando sus sueños a la luz de luna y, siendo sincero, me daba completamente igual, tenerla conmigo era lo que importaba.
Llevaba tanto privado de afecto que creía haber olvidado lo que se sentía disfrutar del cariño y la presencia de alguien más.
—¿Qué me estás haciendo? —murmuré, embriagado en su calor.
Hae Ryung se removió entre mis brazos y me golpeé mentalmente por abrir la boca.
Se separó tan solo un poco, aun así, la distancia se sintió abrumadora. Echó su cabeza hacia atrás y, con una sonrisa somnolienta, se me quedó mirando sin decir nada.
—Quiero besarte.
La risita que siguió a su confesión, me dejó claro que el alcohol seguía causando estragos en su sistema, no había otra explicación lógica para sus constantes cambios de humor.
—Besarte mucho, Gguk-ah.
Sus dientes apenas apresaron su comisura inferior, pero el gesto me resultó tan sugerente que mi pulso cardiaco se disparó al punto de sentir mi sangre hirviendo y que sus ojos estuvieran clavados en mis labios no ayudaba para nada.
—N-No creo que s-sea buena i-idea.
«Cielos, tengo cinco años».
Otra risita inundó la habitación y supe que estaría en problemas cuando sujetó fuertemente mi sudadera.
—Hae no...
Su lengua asomó, buscando humedecer sus comisuras y el brilló que dejó a su paso ahogó esa vocecita que me decía que no era correcto.
—Hae...
Nuestras narices se rozaron y el hambre que de pronto sentí fue tremenda.
Envolví mis manos alrededor de su cintura y busqué su boca hasta reconocerla fugazmente sobre la mía.
Cerré los ojos y me aparté.
—Gguk-ah...
Estiró sus brazos intentando alcanzarme, pero fui más rápido y la acomodé dejándola de frente a la pared.
Hae Ryung me reemplazó por una almohada y se quedó profundamente dormida.
—Lo siento —esbocé, abrazándome a su cintura—. No quiero ser el único que se acuerde del beso.
───── 𝐍𝐎𝐎𝐍𝐀 ─────
전정국
ESTÁS LEYENDO
::: 𝐍𝐎𝐎𝐍𝐀 :::
FanfictionTratando de romper su mala racha amorosa, Hae Ryung decide seguir el consejo de su mejor amiga y comienza a salir con Jung Kook, un chico bastante tímido que al parecer se ha enamorado a primera vista de ella. Mientras ambos disfrutan de una relaci...