~ ALBA ~ 8

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Domingo.

El sonido de voces hablando al rededor, las sirenas de ambulancia sonando a la lejos y unos extraños ruidos como de computadora me hace sentir una pulsación fuerte en la cabeza obligándome a despertar.

Intento abrir los ojos de golpe, pero el cansancio me hace volver a cerrarlos.

- ¿Estás despierta? - alguien me pregunta.

Vuelvo abrir los ojos de golpe, mi vista se va aclarando dejándome ver cortinas a mí al rededor y una luz demasiado brillante, ¿dónde estoy?

- Estamos en el hospital - una mujer me contesta como si hubiera escuchado mis pensamientos.

Me doy cuenta de que estoy en una sala de hospital, estoy acostada en una camilla conectada a suero intravenoso y a lado de mí hay una mujer sentada.

- ¿Quién eres tú? - pregunto.

Ella sonríe sin contestar, así que la miró fijamente para lograr recordarla.

Es una mujer morena, alta, con ojos oscuros y vestida completamente de negro, diría que tiene el aspecto de una mujer ruda que viaja en motocicleta, ¿de dónde la conozco?

- ¿Quién eres? - insisto en saber.

- Soy quien está obligada a cuidar de ti hasta que salgas de aquí - contesta con mal humor, pero con voz aguda.

A pesar de su aspecto rudo, sus facciones faciales y su voz la hacen sonar muy delicada.

- ¿Te conozco? - comienzo a entrar en pánico.

- No, nos vimos ayer cuando estabas en la oficina del abogado Miranda a punto de ser tomada por él, ¿lo recuerdas?

Así que eso no fue una pesadilla, en realidad paso. Ella es la mujer que entró con la abogada Taylor y saco fotos.

- ¿Qué estoy haciendo aquí? - pregunto confundida.

- Ayer perdiste la conciencia...

- ¿Ayer?

- Sí, ya es domingo, estuviste inconsciente toda la noche. Los doctores dicen que tienes una fuerte anemia por no comer y tuviste una pequeña contusión en la cabeza - se cruza de brazos - Da gracias de que la abogada no te dejo tiraba en el suelo cuando te vio desmayada, siendo la amante de su esposo yo en su lugar te hubiera pateado el trasero, no te ayudaría como ella lo hizo.

- Ayudarme - repito mientras comienzo a recordar con detalle lo que pasó - ¿Dónde está la abogada Taylor?

- No lo sé, no soy su asistente personal... - gira los ojos - Ella solo se fue y me pidió que me quedara y te diera esto.

Me enseña una bolsa negra la cual no agarro, no sé que podría haber dentro.

- Te darán el alta en unas horas, esto es ropa para que te cambies - pone la bolsa sobre sus piernas - La abogada quiere que fijas que nada paso y que trabajes el lunes como de costumbre para que nadie sospeché lo que pasó ayer... Ella se encargará del resto, al menos de que quieras ir a denunciar a la policía, si es así, debo acompañarte.

- ¿Qué? - pregunto con la boca seca - ¿Cómo voy a fingir que nada paso? Lo mejor será que no vuelva...

- Harás lo que ella te diga, es lo menos que puedes hacer - dice mientras se levanta - Iré a conseguir algo de desayunar, vendré por ti cuando te den de alta y te llevaré a tu departamento o a la policía, lo que elijas.

- Pero...

Sale dejándome con la palabra en la boca.

Supongo que no tengo más opción que hacer caso, cosa que no es nueva, siempre voy por la vida haciendo lo que se me ordena, ¿pero esto? Jamás me había pasado algo así, el odio que debería tenerme la abogada Taylor no la permitiría hacer algo así, ¿por qué me trajo al hospital y por qué quiere que actúe con normalidad y trabaje como de costumbre? Peor aún, ¿por qué me da la opción de ir a la policía?

La amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora