~ ALBA ~ 28

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Agua fría golpea mi cabeza y va mojando mi cuerpo tembloroso, y no, mi cuerpo no tiembla por el agua, es por saber que después de salir del baño iré a la habitación de la abogada y dormiré con ella en su cama.

- Ahhh... - me lavo la cara para despertar de mi fantasía.

Aun cuando sé que no pasará nada, no dejo de pensar en que podríamos ir más allá, aunque la abogada lo aclaro antes de que mi mente divagara, pero aun así lo hizo y es peor ahora que estoy aquí desnuda y mojada.

- Deja de pensar - me regaño.

Tengo que dejar de pensar, ¿cómo puedo pensar en eso ahora? Hace unos minutos estaba comiéndome las uñas de lo mal que me sentía por haberle quedado mal y ahora pienso que puede haber una posibilidad de tener sexo con ella, pero.

- ¿Cómo se tiene sexo con otra mujer?

Y esa es la cuestión que distrae mi mente por completo.

No tengo ni la más mínima idea de cómo las mujeres mantienen relaciones con otras mujeres, no tengo experiencia, ni referencia, así que definitivamente eso no sucederá con la abogada, al menos no por ahora.

Termino de bañarme y rápidamente seco mi cuerpo y mi cabello perfectamente para no tener que ser regañada por dejarlo mojado.

Cuando tomo aire suficiente y estoy vestida con mi ropa para dormir, salgo dispuesta a ir a la habitación de la abogada.

- Oh, terminaste - me encontró a la abogada saliendo de su habitación.

- Sí...

- Bien, ya acomode la cama, si quieres acostarte en lo que me baño adelante.

- La esperaré - murmuro nerviosa.

- ¿Segura? No es necesario.

- Lo sé, pero quiero esperarla.

- Bien, entonces no perderé más tiempo, voy a bañarme.

Asiento mientras la veo regresar a su habitación y luego de unos instantes sale para dirigirse al baño.

- Espero que al decir que me vas a esperar te refieras a qué me esperarás en la habitación, no en medio del pasillo completamente congelada - dice justo antes de entrar al baño y cerrar la puerta.

Mierda, siempre que quedó perdida lo hago frente a sus ojos.

- Bien, vamos - susurro para animar a mis pies.

Mis pies por suerte obedecen y me llevan hasta la habitación de la abogada. No había entrado aquí desde hace un tiempo, solo había mirado desde la puerta, pero increíblemente el lugar sigue igual de impecable que la primera vez que entre, aun cuando Ivy quien es la encargada de la limpieza no está.

Miró al rededor para recordarle a mi cuerpo que este no es un lugar del todo desconocido, es un lugar en el que he estado antes y debería empezar a reconocer más, pero lo único que mi ser logra encontrar conocido, es el aroma que hay, la fragancia del suavizante de telas y el perfume que la abogada se aplica cada mañana.

- Regrese... ¿Por qué saltas? - pregunta al ver que me asustó tanto que salte de la cama.

- Lo siento, no la escuché salir del baño - digo avergonzada.

Ella me mira un momento antes de entrar por completo a su habitación y acercarse a sus ventanales y cerrar por completo las cortinas.

- Antes de acostarnos, quiero hacerte una pregunta - me dice.

- ¿Si?

Se pasea por su habitación mientras la observó parada a lado de su cama, ¿por qué no logro ni sentarme?

La amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora