~ ALBA ~ 24

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- ¿Quieres ir a una cita conmigo? - la abogada pregunta.

Y es así como sucede, la primera vez que mi corazón reacciona con emoción y nerviosismo a la invitación de alguien.

Nunca antes me había sentido así al escuchar esa pregunta, sin importar quién, siempre reaccioné por impulso aceptando sin querer hacerlo, pero está vez es diferente, quiero, quiero hacerlo, ¿pero mis nervios me ayudarán a contestar con sinceridad?

- ¿Alba?

- ¿Está hablando en serio? - pregunto sin creerlo.

- Alba, estoy siendo muy seria ahora mismo - responde sin emoción.

Mierda, los nervios de lo que estoy viviendo me están haciendo perder la cabeza.

- Solo quiero estar segura de que en verdad quiere salir a una cita conmigo - murmuro temblando - ¿La invitación es real?

- Tanto como mi presencia - responde aún sin expresión.

Esto es verdad, en verdad lo es, ¿pero es posible siquiera?

- Sí lo dudas tanto creo que significa que en verdad no puedes...

-Sí... - respondo interrumpiéndola - Me encantaría ir a una cita con usted.

La mujer que me mira fijamente desde que estamos aquí sentadas, la misma mujer exitosa, con buen corazón y belleza inigualable que conocí por una mala razón acaba de invitarme a una cita después de haberme dicho que sentía cosas por mí y que le gustaba, ¡¿esto en verdad está pasando?! ¡No lo puedo creer!

- ¿Qué te parece si salimos en una hora y media? Creo que es tiempo suficiente para que empieces a reaccionar, me está comenzando a asustar que en verdad no seas capaz de mover tu cuerpo con voluntad ahora mismo.

¿Cómo debería estar si acaba de decir cosas que jamás imaginé?

- Espere... ¿Quiere que la cita sea hoy?

- Sí, al menos que tengas algo más que hacer - responde.

- No, no tengo nada mejor que hacer...

- Entonces aprovechemos que tengo el día libre, ¿estás de acuerdo?

- Sí - acepto - En una hora y media...

- Bien - se levanta - Por ahora iré a mi habitación, avísame cuando estés lista.

La miró hacia arriba y logro apreciar algo que no había notado, la abogada está sonrojada, muy sonrojada.

- Sí, abogada - murmuro mientras la veo encerrarse en su habitación.

Cuando el golpe de su puerta indica que está cerrada dejo salir mi alma del cuerpo por unos segundos para regresarla de golpe a mi pecho.

¡Dios mío, Dios mío, Dios mío! ¿Estoy alucinado? ¿Estoy profundamente dormida? No puede ser cierto lo que acaba de pasar, dudo mucho que esto sea verdad.

- ¿Lo es?

Ella no parecía estar mintiendo, estaba diciendo la verdad cuando estaba explicando la razón por la cual casi hago que se vaya de su propio departamento, es por todo lo que pasó con su padre y esa amante y el hecho de que una mujer como yo le gustara.

- No me lo imaginé...

Pensé que ella seguía molesta por haberme metido con su ex esposo, pero creo que ella ni siquiera lo toma en cuenta, ¿o sí?

- Dios mío... - me cubro la cara con vergüenza.

Apenas estaba descubriendo que siento algo por ella y de repente me entero de que ella si siente algo por mí, que no lo duda y por eso quería alejarse.

La amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora