~ DANEY ~ 35

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Tocó el claxon con enojo al toparme con un taxista imbécil que pará de repente a media calle. Es increíble como la gente en esta cuidad se pone loca al manejar.

- Muévete - gruño.

No quería pasar mi mañana de esta manera, quería seguir durmiendo a lado de Alba.

- Maldición - tengo que rodear al taxi para avanzar y poder llegar al juicio - Imbécil.

Piso el acelerador y avanzó sin más problemas sólo el de mi retraso.

- Eso es todo - el juez golpea el maso al terminar.

Miró a mi cliente él está satisfecho por como resultaron las cosas hoy.

- Muy bien abogada, pensé que no lograrías - sonríe y me da la mano - Valió la pena comerme las uñas de los nervios, estuve apunto de contactar a otro abogado cuando ví que no llegabas.

- Sólo me retrasé - digo sería.

Él asiente y mira hacia el otro lado, donde está su ahora ex esposa.

- ¿En serio ella pensó que me quitaría uno de mis hoteles? - mira con descaro - Me alegra no haber procreado con ella.

Lo miro sin mucho interés, mi trabajo termino aquí, así que quiero irme.

- Tengo cosas que hacer, tu asistente ya tiene la cifra que debes pagar - cojo mis cosas - Me voy.

- Espera un segundo - me toma de la mano - ¿Qué harás ahora?

- Ya dije que tengo cosas que hacer...

- Vayamos a desayunar - sonríe - Yo invito.

Oh, aquí vamos de nuevo con su coqueteo.

- Creo que ya te había dicho que no...

- Rechazaste mi invitación porque estaba casado, ahora ya no lo estoy y ya no soy tu cliente - me suelta - Sólo es un desayuno, nada que pueda poner en riesgo tu ética profesional.

- Si te rechace antes no fue porque estuvieras casado o porque fueras mi cliente - empiezo a caminar - Lo hice porque no estoy interesada.

Salgo de la sala dejándolo con su invitación rechazada para buscar a mi asistente entre la gente.

- Abogada - Alexa llega a mi con café - Su cliente que mencioné antes ya fue arrestado, lo tienen en la estación de policía, él pide que vaya.

- Bien, voy a ir ahora, tú puedes irte a la oficina.

- ¿No necesita que la ayude aquí? - pregunta.

- No.

- Pero...

- ¿Qué? - la miró de reojo.

- Es que note que está algo... ¿Enferma?

- ¿Enferma? No estoy enferma - aseguro.

- ¿Segura? Tiene sombras debajo de los ojos, luce muy cansada y note que acaricia su cintura como si le doliera - dice.

Oh, bueno, todo eso no tiene nada que ver a mi salud física, sólo se trata de los efectos que tengo después de haber pasado dos noches y día entero teniendo sexo.

- Bueno, si quieres ayudar - saco las llaves de mi auto - Puedes manejar y llevarme a la estación de policía.

- Por supuesto - las coje - Yo manejo.

Sigo caminando ignorando que por alguna extraña razón manejar para mí la hizo tener un mejor humor.

El transcurso a la estación de policía es tranquilo, mientras hablo por teléfono Alexa se encarga de enviar el tráfico.

La amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora