~ DANEY ~ 25

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Manejo con las manos sudando y con el corazón palpitando, dudando cuánto tiempo pasará antes de no aguantarlo más.

- Abogada, dijo que podíamos hablar sobre lo que pasó cuando llegamos al auto, ¿lo recuerda?

Alba suena apenada por alguna razón, no entendiendo lo que sucede.

- Sé lo que dije - contesto.

- Pero no lo haremos, ¿no es así?

- ¿Por qué piensas eso? - aprieto el agarre del volante.

- Porque parece que tiene algo mejor que hacer... ¿Es trabajo? - pregunta ingenua.

Ella no lo sabe, no tiene ni una mínima idea y yo estoy que no puedo aguantarlo más.

- Al carajo - me desvío del camino buscando un lugar para estacionar.

- ¿Abogada? ¿Este es el camino?

- No, no lo es.

Mi mirada está fija en todos lados excepto en ella, hasta que logro encontrar lo que buscaba, un lugar para estacionar.

- Alba.

- ¿Si?

Acomodo el auto y apago las luces y el motor.

- Uno más - pido.

- ¿Disculpe?

Su mirada me revela que aún no sabe qué es lo que sucede.

- Necesito uno más - me quito el cinturón de seguridad - Solo uno más.

Estiro mi mano hacia su rostro posando mis dedos ligeramente en él.

- Abogada - jadea entendiendo.

Y al notar que no está en contra deslizo mi mano detrás de su cuello y jalo para terminar de acercar mis labios a los suyos.

La beso con ternura como ella me beso a mí, pero está vez haciendo que el beso no solo sea para comprobar algo, el beso solo demuestra lo mucho que me gustó lo que hizo y que no pude aguantar más tiempo para volver a repetirlo.

Dios, ¿cómo es que besar a una mujer es cien mil veces mejor que besar a un hombre? Lo suave de sus labios, lo carnosos y humectados que son los hacen completamente diferentes a los de un hombre, ni siquiera merece que haya una comparación sobre eso, en definitiva besar a una mujer es la gloria.

- Abogada...

- No más abogada, llámame por mi nombre - casi suplico.

- ¿Está bien que hagamos esto? - pregunta ignorando mi petición.

- ¿Tú crees que está mal? - pregunto inhalando aire con esfuerzo.

- Mi corazón dice que no, pero mi mente me advierte y me hace pensar que sí.

- Tal vez lo sea, ¿pero eso importa ahora?

Ahí está, la mirada que esperaba, esa que deja en visto que le atrae la idea de que esto no sea bueno, pero que aun así lo quiera.

- ¿Te quedarás o te marcharás? - pregunto con doble intención.

- ¿Habla del departamento? - pregunta.

Ella parece aún estar recuperando el aliento, incluso su voz suena como si estuviera agotada.

- Sí - miento a medias.

- ¿Usted lo hará?

Quiero negar, pero eso pasará pronto.

- Sí - respondo.

La amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora