~ ALBA ~ 21

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Varios días después.

Viernes.

Me despierto temprano, me baño, me arreglo un poco y hago el desayuno para que la abogada pueda comer antes de irse.

Estoy comenzando a agarrar su ritmo, así que sé con seguridad las horas en las que debe estar saliendo para ir a trabajar.

- Hoy no podré llegar a dormir, así que no me esperes ni para cenar ni para dormir - me avisa.

La miro atenta, es muy raro que ella no venga a pasar la noche, incluso con su madre en el hospital ella sigue viniendo a dormir, solo ha ido a cuidarla una o dos veces, pero hasta donde sé la señora Taylor se está recuperando. Debe ser por eso que no la veo tan preocupada.

- Asegúrate de cerrar bien la puerta de la entrada cuando te vayas a dormir - me pide al terminar su desayuno.

- ¿Cuidará de su madre? - pregunto comenzando a recoger las cosas de la barra.

- Si y no - dice mientras mira su celular - Tengo que irme, hoy no viene Ivy así que no olvides hacerte la cena.

- Sí, abogada...

Ella se levanta, va por sus cosas y sale del departamento seria.

- Que le vaya bien - susurro al verla salir.

Han pasado más de dos semanas desde que pasó lo de su madre y desde que hablamos seriamente del pago que le daré cada semana, y desde entonces la he notado algo molesta e irritada conmigo, pero no sé si solo se trate de mí o es su manera de lidiar con lo que está pasando con su madre.

No debe ser nada fácil tener a tu madre enferma.

- Mamá... - murmuro al recordar la mía.

Si bien, es verdad que yo fui quien tomó la decisión de alejarse, pienso seguido sobre el estado de mi madre.

No sé cómo está viviendo en estos momentos, no sé si está en las calles drogándose o haciendo lo único que sabe hacer al igual que yo (ir con hombres a los que puede complacer con facilidad), pero quisiera saberlo, porque también existe una gran posibilidad de que ella ya no esté con vida y eso me pone mal.

- Espero estés bien, mamá - suelto una lágrima - En verdad espero que así sea...

Me limpio la cara con vergüenza y termino de hacer todo lo que tengo que limpiar aquí y después me voy a trabajar, mis dos empleos necesitan mi puntualidad así que no fallo para no quedar mal.

- Alba, ten - un compañero me da una tarjeta de presentación - Lo dejó el de la mesa que atendí, me pidió que te lo diera.

Tomo la tarjeta para ponerla en la basura que estamos separando.

- ¿No la mirarás siquiera? - pregunta.

- No - contesto.                                                      
- Llevas poco tiempo aquí y ya has tenido varias invitaciones de hombres para ir a comer.

Miró a José, mi compañero, él es el único mesero hombre trabajando aquí y solo me ha tocado estar en el mismo turno que él unas dos veces, así que no lo conozco bien.

- ¿Cómo sabes eso? - pregunto - Está es la segunda vez que nos vemos.

- Bueno - sonríe - Los demás lo han dicho y yo lo he visto también... pero no lo tomes a mal, no es que hablemos mal de ti, solo se comentó eso, porque todos creen que eres bonita.

Intento no pensar en ello, realmente no me importa lo que piensen de mí.

- ¿Tienes pareja? - pregunta - No hemos visto tu interés por ni un hombre que se te ha acercado y tienes gran variedad para escoger.

La amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora