~ ALBA ~ 16

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Lunes.

Miró fijamente por la ventana los edificios llenándose de trabajadores.

Las calles a veces parecen desérticas, pero en horas claves ni siquiera hay espacio entre las personas que corren por razones varias, como ir tarde a una junta, ir tarde a una entrevista de trabajo y hay una que otra persona que se toma la vida de la mejor manera que es su hora para correr y liberar energía, solo como ejercicio diario, sin presiones.

- Hola, Alba - la recepcionista sonríe al verme llegar - ¿Ya estás mejor?

- Lo estoy - sonrió devuelta - Lindo día.

Llegó al piso donde está mi puesto de trabajo.

- Buenos días - saludo.

- Alba - Liliana alza la mirada hacia mí - ¿Cómo estás? Escuché que has estado enferma, pensé que no vendrías.

- Me siento mejor - dejo mi bolso en mi escritorio - ¿Sabes si el abogado Wilson ya llego?

- No, él no ha llegado... ¿Segura que estás mejor? Te ves algo enferma.

Me siento en mi escritorio y miró al rededor entrando en razón.

Desde que salí del departamento de la abogada la noche del sábado, me he quedado en blanco, en mi mente se activó el interruptor para poder hacer todo mecánicamente. No he sido capaz de pensar en algo sensato, solo he dejado que mi cuerpo se encargue de todo sin la necesidad de analizar.

- Alba... ¡Alba! - Liliana llama mi atención.

- ¿Si?

Alzó la mirada y veo al señor Miranda parado justo enfrente de mí.

Mierda.

- Pregunté si Wilson ya llego - murmura con sequedad mirándome hacia abajo.

- Me disculpo, no lo escuché - digo nerviosa - Él no ha llegado aún...

- Pídele que vaya a mi oficina cuando llegue - ordena y se va molesto.

Dios, casi me da un paro cardíaco, ¿en qué momento llego?

- Desde que volvió ha estado de muy mal humor - Liliana nota - Creo que se le pegó el carácter de su esposa.

No, para nada, él está así por no poder contactar conmigo.

El día que me siguió cuando tuve que saldar mi deuda tuve que apagar mi celular y desde entonces solo lo prendido por ratos para no recibir sus llamadas cada hora.

- Oh, hoy si llegaste - el abogado Wilson aparece - Avisaron que estabas enferma, pensé que no vendrías hoy.

- Me disculpo por no haberme contactado...

- Tráeme algo de café - no me deja terminar - No tardes.

- Lo haré enseguida, pero tengo un mensaje del abogado Miranda, él lo necesita en su oficina, me pidió que se lo dijera - le aviso.

- Bien, atiende mis llamadas - él camina hacia la oficina del señor Miranda sin dudar.

Bueno, él no parece estar muy contento con mi presencia, si la abogada hablo con él muy posiblemente fue obligado a soportarme como su secretaria por más tiempo.

- El café - me recuerdo.

Me levanto y voy hasta la sala de descanso para preparar café suficiente para al menos cuatro abogados. Dejaré la cafetera llena, así no hay tanto retraso.

- Alba - Tamy entra - No te había visto en unos días, ¿cómo estás? Escuché que estabas enferma.

- Hola... estuve algo enferma, pero me encuentro mejor - sonrió forzadamente - ¿Vienes por café?

La amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora