Pizza

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—Slytherin en posesión... Flint con la quaffle... la pasa a Spinnet, que lapasa a Bell... una bludger le da con fuerza en la cara, espero que le rompa la nariz (era una broma, profesora), Slytherin anota un tanto, oh, no... —narraba Lee Jordan

Los de Slytherin vitoreaban, de los tres, el único que apoyaba a Gryffindor era Neville, porque tanto Hermione como Ron se habían ido por apoyar a Harry, y Draco estaba por obvias razones apoyando a su propia casa.

Nadie parecía haberse dado cuenta de la conducta extraña de la escoba de Harry, que lo llevaba cada vez más alto, lejos deljuego, sacudiéndose y retorciéndose.

—No sé qué está haciendo Harry —murmuró Hagrid. Miró con los binoculares—. Yo diría que ha perdido el control de su escoba... pero no puede ser...

—Por eso debía practicar. —soltó Draco.

De pronto, la gente comenzó a señalar hacia Harry por encima de las gradas. Su escoba había comenzado a dar vueltas y él apenas podía sujetarse, entonces la multitud jadeó. La escoba de Harry dio un salto feroz y Harry quedó colgando, sujeto sólo con una mano.

—¡Oh, no, Harry! —Neville se llevó las manos a la cabeza.

—¿Le sucedió algo cuando George le cerró el paso? —susurró Seamus.

—No puede ser —dijo Hagrid, con voz temblorosa—. Nada puede interferiren una escoba, excepto la poderosa magia tenebrosa... ningún chico le puede hacer eso a una Nimbus 2000.

Ante esas palabras, Hermione agarró los binoculares de Hagrid, pero enlugar de enfocar a Harry comenzó a buscar frenéticamente entre la multitud.

—¿Qué haces? —le dijo Ron, con el rostro grisáceo.

—Lo sabía —resopló Hermione—. Snape... Mira.

—A ver...

Ella le pasó los binoculares a Ron. Snape estaba en el centro de las tribunas frentea ellos y tenía los ojos clavados en Harry, murmurando algo sin detenerse.

—Está haciendo algo... Mal de ojo a la escoba —dijo Hermione.

—¿Qué podemos hacer?

—Déjamelo a mí.

Antes de que Ron pudiera decir nada más, Hermione había desaparecido. Ron volvió a enfocar a Harry. La escoba vibraba tanto que era casi imposible que pudiera seguir colgado durante mucho más tiempo. Todos miraban aterrorizados, mientras los Weasley volaban hacía él, tratando de poner a salvo a Harry en una de las escobas. Pero aquello fue peor: cada vez que se le acercaban, la escoba saltaba más alto. Se dejaron caer y comenzaron a volaren círculos, con el evidente propósito de atraparlo si caía.

Marcus Flint cogió laquaffle y marcó cinco tantos sin que nadie lo advirtiera.

—Vamos, Hermione —murmuraba desesperado Ron.

Hermione había cruzado las gradas hacia donde se encontraba Snape y en aquel momento corría por la fila de abajo. Ni se detuvo para disculparse cuando atropelló al profesor Quirrell y, cuando llegó donde estaba Snape, se agachó, sacó su varita y susurró unas pocas y bien elegidas palabras.

Unas llamas azules salieron de su varita y saltaron a la túnica de Snape. El profesor tardó unos treinta segundos en darse cuenta de que se incendiaba y un súbito aullido le indicó a la chica que había hecho su trabajo. Atrajo el fuego, lo guardó en un frasco dentro de su bolsillo y se alejó gateando por la tribuna.

Snape nunca sabría lo que le había sucedido. Fue suficiente. Allí arriba, súbitamente, Harry pudo subir de nuevo a su escoba.

—¡Neville, ya puedes mirar! —dijo Ron. Neville había estado llorando dentro de la chaqueta de Hagrid aquellos últimos cinco minutos. Harry iba a toda velocidad hacia el terreno de juego cuando vieron que sellevaba la mano a la boca, como si fuera a marearse. Tosió y algo dorado cayó en su mano.

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