Tiger

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La euforia por haber ganado la copa de quidditch le duró a Harry al menos una semana, incluso el clima pareció celebrarlo. A medida que se aproximaba junio, los días se volvieron menos nublados y más calurosos, y lo que a todo el mundo le apetecía era pasear por los terrenos del colegio y dejarse caer en la hierba, con grandes cantidades de jugo de calabaza bien frío, o viendo los fantásticos movimientos del calamar gigante por la superficie del lago.

Pero no podían hacerlo. Los exámenes se echaban encima y, en lugar de holgazanear, los estudiantes tenían que permanecer dentro del castillo haciendo enormes esfuerzos por concentrarse mientras por las ventanas entraban tentadoras ráfagas de aire estival. Incluso se había visto trabajar a Fred y a George a punto de obtener sus TIMOs. Percy se preparaba para sus EXTASIS, la titulación más alta que ofrecía Hogwarts. Como Percy quería entrar en el Ministerio de Magia, necesitaba las máximas puntuaciones. Se ponía cada vez más nervioso y castigaba muy severamente a cualquiera que interrumpiera por las tardes el silencio de la sala común. De hecho, la única persona que parecía estar más nerviosa que Percy era Hermione.

Harry y Ron habían dejado de preguntarle cómo se las arreglaba para acudir a la vez a varias clases, pero no pudieron contenerse cuando vieron el calendario de exámenes que tenía. Harry tenía ciertas sospechas.

Comenzó la semana de exámenes y el castillo se sumió en un inusitado silencio. Harry estaba tan ridículamente estresado con ello, que se la pasaba vomitando todo lo que comía y no se podía dar el lujo de faltar.

Los alumnos de tercero salieron del examen de Transformaciones el lunes a la hora de la comida, agotados y lívidos, comparando lo que habían hecho y quejándose de la dificultad de los ejercicios, consistentes en transformar una tetera en tortuga. Hermione irritó a todos porque juraba que su tortuga era mucho más galápago, cosa que a los demás les traía sin cuidado.

Luego tocó el examen de Encantamientos. Hermione había tenido razón: el profesor Flitwick puso en el examen los encantamientos estimulantes.

Harry, por los nervios, exageró un poco el suyo, y Draco, que era su pareja en el ejercicio, se echó a reír, pero no tanto como Ron, que tuvieron que llevárselo a un aula vacía y dejarlo allí una hora, hasta que estuvo en condiciones de llevar a cabo el encantamiento. Después decenar; los alumnos se fueron inmediatamente a sus respectivas salas comunes, pero no a relajarse, sino a repasar Cuidado de Criaturas Mágicas, Pociones y Astronomía.

Hagrid presidió el examen de Cuidado de Criaturas Mágicas, que se realizó la mañana siguiente. Había llevado un gran cubo de gusarajos al aula, y les dijo que para aprobar tenían que conservar el gusarajo vivo durante una hora. Como los gusarajos vivían mejor si se los dejaba en paz, resultó el examen más sencillo que habían tenido nunca.

Aquella tarde tuvieron el examen de Pociones: un absoluto desastre. Por más que lo intentó, Neville no consiguió que espesara su receta para confundir, y Harry le echó una mano a escondidas.

A media noche, arriba, en la torre más alta, tuvieron el de Astronomía; el miércoles por la mañana el de Historia de la Magia, en el que Harry y Draco se pasaron las respuestas por la goma de borrar que se pedían a cada rato, e incluso inventaron su código para las alternativas.

El miércoles por la tarde tenían el examen de Herbología, en los invernaderos, bajo un sol abrasador. Harry le tuvo que suplicar a Neville que lo ayudara y como lo veía tan mal por los exámenes en general, lo ayudó para devolverle el favor de pociones.

Luego volvieron a la sala común, con la nuca quemada por el sol y deseosos de encontrarse al día siguiente a aquella misma hora, cuando todo hubiera finalizado. El penúltimo examen, la mañana del jueves, fue el de Defensa Contra lasArtes Oscuras. Remus y Lily habían preparado el examen más raro que habían tenido hasta la fecha. Una especie de carrera de obstáculos fuera, al sol, en la que tenían que vadear un profundo estanque de juegos que contenía un grindylow; atravesar una serie de agujeros llenos de gorros rojos; chapotear por entre ciénagas sin prestar oídos a las engañosas indicaciones de un hinkypunk; y meterse dentro del tronco de un árbol para enfrentarse con otro boggart, esta vez más en privado.

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