Boggart

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—Mi padre se enterará de esto.

—Ni te atrevas. Mi mamá ya armó un lío, eso es suficiente.

—¡Mira tu brazo! ¡Lo pudiste haber perdido!

—No seas exagerado, Draco. Estoy bien, solo fue un rasguño. Y no hubiera pasado si no hubieras tomado esa actitud culera.

—O sea que es mi culpa.

—Bueno, pues... sí, yo creo que sí. Pero yo me puse en medio, así que ya. A mano, ¿podemos olvidarlo?

—Como sea.

—Qué bueno que ya se hablen. —mencionó Hermione.

—Creo que alguien se merece un gracias... —dijo Ron canturreando.

—Hm. Sí, gracias. —dijo Draco cruzándose de brazos sobre la mesa.

—De nada —le dijo Harry—. Me voy a cambiar... nos vemos en clases.

...

Y ahí estaba de nuevo; James llegando a Hogwarts como ya se estaba haciendo una costumbre y sabía que lo seguiría siendo visto que toda su familia estaba allá y no tenía absolutamente nada mejor que hacer.

Pero estaba buscando a Harry. Partió hacia allá en cuanto le avisaron lo que había sucedido. Y como si fuera un imán y Regulus un refrigerador, se toparon en el patio del castillo. Pero fue conveniente en ese momento.

—Hola... —le dijo James—. ¿Sabes donde está Harry? —intentó parecer aún más preocupado de lo que estaba.

—Lo vi yendo a los dormitorios, voy a suponer. Pero él está bien, puedes calmarte. No fue nada más grave que una cicatriz y dolor unos cuantos días.

—Oh, bueno... —James suspiró—. No tienes muy buena cara tampoco, ¿estás seguro que está bien?

—Sí, Harry está perfectamente. Es solo que no me siento demasiado bien, es todo. Pero soy yo, nada que ver con... tu cría.

—¿Y puedo preguntar? O... es muy personal...

—Bueno, es solo que estoy muy cansado. No de las clases, fue un verano demasiado ocupado, estuve haciendo un voluntariado y creo que me contagié de algo —James asintió retrocediendo disimuladamente—. Si fuera contagioso no estaría aquí, animal. Ahora iba a revisarme eso, así que dejé a los alumnos con Severus y me da pena porque sabes que no es muy amable con los chicos... y últimamente está insoportable.

—Bueno, no por nada lo llamábamos Quejicus. Y creo que sí deberías revisarte, mira lo que te salió ahí... —James lo apuntó y Regulus bajó la cabeza para ver, a lo que fue víctima de aquella broma más vieja que su abuela donde James subía la mano por su cara—. Justo ahí. Lo siento... no me odies, debería tomarme las cosas más enserio.

Regulus soltó una risa mientras le hacía una mueca.

—Tú no cambias, ¿verdad? Necesitaba reírme. A veces extraño ese sentido del humor, me tomó demasiado enserio la mayoría de las veces. Me hace falta alguien que sepa hacerme reír.

James lo miró un momento esbozando una leve sonrisa.

—Am... bien, voy a buscar a... a la cría. Suerte en el doctor.

—Gracias... —le sonrió Regulus intentando ocultar lo estúpido que se sentía—. Y aprecio el hecho de que hayas mejorado esa forma de saludar.

James tardó en entender, lo hizo cuando Regulus se estaba alejando y lo agradeció, porque se murió de vergüenza otra vez. Cuando al fin encontró a Harry, ya le dolían las mejillas de sonreír.

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