Beware

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—O sea que compraste tu entrada al equipo. —dijo Hermione.

—¡Claro que no! Quien te preguntó anyway.

—Ah, debieron verle la cara a Oliver Wood. —dijo Harry.

—Bueno, francamente, qué importa si compró o no la entrada al equipo, con tal de ganarle a Gryffindor... —dijo Ron.

—Sí, al fin vamos a limpiar nuestro nombre. —dijo Draco.

—Hey, ¿escucharon eso? —Harry se volteó.

—¿Qué? ¿Cerdos salvajes? —Draco miró a su alrededor poniéndose en guardia.

—No, esa voz.

—¿Tu conciencia? —dijo Hermione—. Deberías escucharla más seguido.

—No, esa... ¡esa voz! —Harry dejó de caminar—. Dice que va a matar.

—Yo le dije que no viéramos El Resplandor —dijo Draco—. ¿Qué dices, Harry? ¿Matar a los Gryffindor?

—Ya, me están asustando. —alegó Ron.

—Miren esas arañas —Harry avanzó por donde se doblaba en el pasillo—. Qué raro...

—¿Arañas? —dijo Ron asustado.

—La que te engaña. —dijo Draco.

—¡Odio las arañas!

—Y ellas te odian a ti.

—¿Qué es eso? —Hermione apuntó a la pared.

—La gata de Filch —dijo Harry acercándose al cuerpo inmóvil y colgante del animal—. Qué horror, ¿quien le haría algo así a un pobre animalito? Por más de Filch que sea...

—¿Pobre animalito? Ese gato es el demonio —dijo Draco—. Miren lo que dice en la pared... ¿"enemigos del heredero, cuidado"?

—¿Está escrito con... con sangre? —dijo Ron con la voz temblorosa—. Vámonos de aquí.
—No, deberíamos intentar... —comenzó a decir Harry, sin encontrar las palabras.

—El rojillo tiene razón —dijo Draco—. Mejor que no nos encuentren aquí.

Pero era demasiado tarde. De cada extremo del corredor en que se encontraban, llegaba el sonido de cientos de pies que subían las escaleras y la charla sonora y alegre de gente que había comido bien. Un momento después, los estudiantes irrumpían en el corredor por ambos lados. La charla, el bullicio y el ruido se apagaron de repente cuando vieron la gata colgada.

Harry, Draco, Ron y Hermione estaban solos, en medio del corredor, cuando se hizo el silencio entre la masa de estudiantes, que presionaban hacia delante para ver el truculento espectáculo.

—¿Qué pasa aquí? ¿Qué pasa? —Filch se abría paso a empujones.Vio a la Señora Norris y se echó atrás, llevándose horrorizado las manos a la cara—. ¡Mi gata! ¡Mi gata! ¿Qué le pasó a la Señora Norris? —chilló. Con los ojos fuera de las órbitas, se fijó en Harry—. ¡Tú! —¡Tú! ¡Tú mataste a mi gata!¡Tú la mataste! ¡Y yo te voy a matar a ti! ¡Te...!

—A ver, a ver. Aléjate de mi ahijado, cabeza de rodilla. —Sirius jaló a Harry para alejarlo.

—Sirius... —dijo Harry en un tono que le decía que no había hecho nada.

—¡Argus! —Había llegado Dumbledore, seguido de otros profesores. En unos segundos, pasó por delante de Harry, Draco, Ron y Hermione y sacó a la Señora Norris de la argolla de donde estaba colgada—. Ven conmigo, Argus —dijo a Filch—. Ustedes también, Potter, Weasley, Malfoy y Granger.

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