Back on the bad list

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—Harry... tienes un aspecto horrible.

Harry no había podido pegar el ojo hasta el amanecer. Al despertarse, había encontrado el dormitorio desierto, se había vestido y bajado hasta la sala común, donde no había nadie y en el gran comedor, solo estaba Ron, que seguía comiendo y se frotaba el estómago, y Hermione, que había extendido sus deberes por tres mesas.

—¿Dónde está todo el mundo? —preguntó Harry—¡Se han ido! Hoy empiezan las vacaciones, ¿no te acuerdas? —preguntó Ron, mirando a Harry detenidamente—. Es ya casi la hora de comer. Pensaba ir a despertarte dentro de un minuto. O llamarte.

—¿Casi hora de comer? Pero si ya estás comiendo.

Harry se sentó en una silla al lado del pelirrojo. Al otro lado de las ventanas, la nieve seguía cayendo.

—Es verdad que no tienes buen aspecto, ¿sabes? —dijo Hermione, mirándole la cara con preocupación.

—Estoy bien. —dijo Harry tallándose los ojos.

—Te pusiste el hoodie al revés. —le dijo Hermione, a lo que Harry se miró.

—No es verdad.

—Te hice ver. Escucha, Harry —dijo Hermione, cambiando con Ron una mirada—. Debes de estar realmente disgustado por lo que está pasando. Pero no debes hacer ninguna tontería.

—¿Como qué? —dijo Harry

—Como ir detrás de Scabbers la rata mirona y pervertida. —dijo Ron, tajante.

Harry se dio cuenta de que habían ensayado aquella conversación mientras él estaba dormido. No dijo nada.

—No lo harás. ¿Verdad que no, Harry? —dijo Hermione.

—Porque no vale la pena morir por él —dijo Ron. Harry los miró. No entendían nada—. En lo personal, quisiera que se pudra en Azkaban en una celda especial. ¿Sabes cuantas veces me vio cambiarme y ma-? —miró a Hermione—. Hablaremos después.

—Gracias —dijo ella—. De todos modos, Harry. ¿Qué vas a hacer? ¿Matarlo?

—No. Quiero la verdad. Hay muchas cosas que no me cuentan, solo quiero saber, y no creo que a él le interese.

—No puedes hacer nada —dijo Hermione con aspecto afligido—. Los dementores lo atraparán, lo mandarán a Azkaban... y se llevará su merecido. Lo que no te dicen seguro es para protegerte.

—¿De qué?

Hermione miró a Ron y él se hizo el desentendido.

—Bueno... —se resignó Hermione—. Nos hemos dado cuenta de que no te encuentras muy bien... mentalmente.

—¿Me estás diciendo loco?

—¡No! No pongas palabras en mi boca, Harry Potter. La depresión no es estar loco, es una enfermedad que-

—¿Depresión? —Harry la miró indignado y luego miró a Ron en busca de apoyo, pero él lo miraba igual que Hermione—. Yo no tengo... eso. Estoy bien, y no estoy enfermo, la enferma eres tú. —Harry se levantó sin probar un bocado y salió del comedor.

—Te dije que se iba a enojar —le dijo Ron—. No debiste usar "enfermedad".

—¿Y qué debí decirle?

—Que lo quieres mucho, quizás. Harry es muy parecido a Fred y a mi hermano Charlie. Solo hay que tenerle paciencia, se va a irritar de todos modos. Démosle su espacio y después deberías disculparte.

Harry por su parte, solo se dispuso a perderse por ahí. No salió durante días, y no le habló a nadie tampoco, solo a su familia, Neville y un poco a Ron, solo porque estaban compartiendo cuarto en los dormitorios de Gryffindor. En el castillo habían colgado los acostumbrados adornos navideños, que eran magníficos, a pesar de que apenas quedaban estudiantes para apreciarlos.

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