Hella mega gay panic

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—¿Quieres dejar de mirarme así?

—No. No hasta que pueda dormir bien.

—Ay, qué exagerado.

—¡No tengo por qué escuchar su griterío, Harry! ¡Anoche de nuevo!

—Bueno, había que aprovechar, mis papás vuelven esta tarde y también va a llegar Hermione.

—¿Como siquiera estás de pie?

—Cállate o te escupo en la comida —dijo Harry apagando la estufa de la cocina—. Me cogió, no me partió las piernas. Para tu información.

—Ya. Pregunta. ¿Es Fred o George? A estas alturas ya me da miedo preguntar.

—Fred. Entre más lejos llegas, más notas la diferencia.

—¡Ya, no quería saber eso!

Esa noche, cenarían donde los Weasley para luego tomar un traslador al lugar donde sería el mundial. Un poco antes, Fred lo invitó para mostrarle unas cosas que había hecho.

—Caramelo longuilinguo —explicó Fred, muy contento—. Los hemos inventado George y yo, y nos hemos pasado el verano buscando a alguien en quien probarlos...

—Bueno, yo no le tengo miedo a morir. —dijo Harry echándose uno a la boca. Enseguida su lengua comenzó a crecer hasta el suelo, y puso una mueca de asco—. ¡AHDJS AJSKSKSAAAAA! ¡Zi zudzioda!

Fred se rió y me metió otro dulce a la boca que hizo que la lengua volviera a su tamaño normal.

—El mejor conejillo de Indias ever.

—Tengo la cara, pero no.

Fred le apretó las mejillas y le dio un beso.

—Bajemos.

Harry le sacó la lengua y se adelantó para bajar.

Se escuchaban carcajadas en la pequeña cocina; Harry miró a su alrededor, y vio que Ginny estaba apoyada en el lavaplatos y Ron, George y Lee estaban sentados en una mesa de madera desgastada de tanto restregarla, con dos pelirrojos a los que Harry no habíavisto nunca, aunque no tardó en suponer quiénes serían Bill y Charlie, los dos hermanos mayores Weasley.

—¿Qué tal te va, Harry? —preguntó el más cercano a él, dirigiéndole una amplia sonrisa y tendiéndole una mano grande que Harry estrechó.

Aquél tenía que ser Charlie, que trabajaba en Rumania con dragones. Su constitución era igual a la de los gemelos, y diferente de la de Percy y Ron, que eran más altos y delgados. Tenía una cara ancha de expresión bonachona, con la piel curtida por el clima de Rumania y tan llena de pecas que parecía bronceada. Sus brazos eran musculosos, y en uno de ellos se veía una quemadura grande y brillante.

Bill se levantó sonriendo y también le estrechó la mano a Harry, quien se sorprendió. Sabía que Bill trabajaba para Gringotts y que había sido Premio Anual de Hogwarts, y siempre se lo había imaginado como una versión crecida de Percy: quisquilloso en cuanto al incumplimiento de las normas e inclinado a mandar a todo el mundo. Sin embargo, Bill era a todo lo que aspiraba Harry: era alto, tenía el pelo largo y recogido en una coleta, llevaba un colmillo de pendiente e iba vestido de manera apropiada para un concierto de rock, salvo por las botas que, según reconoció Harry, no eran de cuero sino de piel de dragón. Su gay panic consistía en no saber si quería ser él o montarse en él.

—¿Y ustedes donde estaban? —preguntó George mirando más que nada a Fred.

—Probando los caramelos. ¡Creció como un metro y algo!

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