Harriet

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—Sigo buscando algún vestido bonito... no sé. No sé qué usar. Ustedes lo tienen mucho más fácil... las túnicas de hombre son todas iguales.

—Menos la mía que me veo como payaso adicto al crack.

—Eso siempre. —se rió Harry.

—Cállate.

—¿De qué hablan? —Fred y George se sentaron en la mesa.

—Vestidos. —dijo Hermione.

Fred y George habían cosechado un gran éxito con sus nuevas galletas de canarios (que convertían a la gente en canario, no para canarios ni hechas con canarios), y durante los dos primeros días de vacaciones la gente iba dejando plumas por todas partes. No tuvo que pasar mucho tiempo, sin embargo, para que los de Gryffindor aprendieran a tratar con muchísima cautela cualquier cosa de comer que les ofrecieran los demás, por si había una galleta de canarios oculta, y Fred le confesó a Harry que estaban desarrollando un nuevo invento, que al parecer ya tenían, porque apenas se sentaron, Fred le dio un dulce a Harry.

—¿Qué es? —preguntó mientras se lo comía.

—¡No, Harry! Pero... —Fred se tapó la boca y Harry lo miró confundido mientras sentía que un jugo un poco ácido se esparcía por su boca.

—¡¿Se lo comió?! —preguntó George.

—¿Qué era? —dijo Hermione alarmada.

De repente, vieron a Harry transformarse como si se hubiera tomado una poción multijugos. El cabello le creció alborotado hasta un poco más abajo de los hombros manteniendo su flequillo, le salieron un par de bubis y el pantalón le comenzó a quedar un poco grande.

—Wow... —dijo Ron.

—Dios mío. —Hermione se tapó la boca para ahogar una risa.

—Same —soltó Harry mirándose dentro de la camisa—. Ugh... ¿cuanto dura esto?

—Como... cinco días. —le dijo Fred.

—¡Pero el baile es en tres!

—Por eso te dije que no te lo comieras...

—¿Qué hago ahora? Agh, no... mi mamá me va a matar, ¿ahora voy a necesitar un vestido?

—Puedes usar tu outfit de Halloween. —se rió Fred.

—Tú y Hermione parecen hermanas ahora. —dijo Ron.

—Lo bueno es que sigue vivo. —dijo George.

En aquel momento nevaba copiosamente en el castillo y sus alrededores. El carruaje de Beauxbatons, de color azul claro, parecía una calabaza enorme, helada y cubierta de escarcha, junto a la cabaña de Hagrid, que a su lado era como una casita de chocolate con azúcar glasé por encima, en tanto que el barco de Durmstrang tenía las portillas heladas y los mástiles cubiertos de escarcha.

Ron y Hermione llevaron a Harry con su madre para que viera la situación.

—¡Harry! —se tapó la boca sorprendida—. ¿Como te pasó esto?

—Se comió un dulce de Fred y George. Le dura cinco días. —explicó Ron.

—¡Pero el baile! Ya te teníamos el traje... ah, mírate... —Lily lo examinó—. Siempre quise una hija...

—¡Mamá!

—¡Pero si es verdad! Ah... te tendremos que conseguir un vestido ahora... ven, déjame peinarte. —le dijo Lily jalándolo del brazo y sentándolo en una silla de su oficina—. ¿Qué tal va todo, chicos? ¿Ya tienen citas pea el baile?

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