Caught

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—Lamento mucho que hayan perdido contra Hufflepuff...

—Bueno... no me preocupa tanto eso. Pero creo que Oliver está tratando de ahogarse en las duchas.

—Oh... ¿no deberías ir a verlo? —Harry lo miró preocupado.

—No, está en buenas manos. —se rió Fred.

Gryffindor había jugado contra Hufflepuff hacía unos días y Hufflepuff ganó, aunque por muy poco. Lo cual eran buenasnoticias para Slytherin; ya iban a jugar en la final contra Ravenclaw, por lo tanto, aumentó los entrenamientos a cinco porsemana. Esto significaba que, junto con las clases antidementores de Lupin, con el cual Harry ya se había reconciliado, resultaban más agotadoras que seis sesiones de entrenamiento de quidditch, a Harry le quedaba tan sólo una noche a la semana para hacer todos los deberes y eso le causaba tanto estrés que llegaba a vomitar.

Aun así, no parecía tan agobiado como Hermione, a la que le afectaba la inmensa cantidad de trabajo y parecía tan enferma como Harry. Todo el tiempo veían a Hermione en un rincón de la biblioteca con varias mesas llenas de libros, tablas de Aritmancia, diccionarios de runas, dibujos de muggles levantando objetos pesados y carpetas amontonadas con apuntes extensísimos. Apenas hablaba con nadie y respondía de malos modos cuando alguien la interrumpía.

—¿Cómo lo hará? —le preguntó Ron a Harry una tarde, mientras el segundo terminaba aquel insoportable trabajo para Regulus sobre su cuento y la lista. Harry alzó la vista. A Hermione casi no se la veía detrás de la torre de libros.

—¿Cómo hará qué?

—Ir a todas las clases —dijo Ron—. Esta mañana la oí hablar con la profesora Vector, la bruja que da Aritmancia. Hablaban de la clase de ayer, pero Hermione no pudo ir, porque estaba con nosotros en Cuidado de Criaturas Mágicas. Y Ernie McMillan me dijo que no ha faltado nunca a una clase de Estudios Muggles. Pero la mitad de esas clases coinciden con Adivinación y tampoco ha faltado nunca a éstas.

—Lo único que escuché fue "estoy obsesionado con Hermione y quiero casarme con ella".

—Ay, no seas tonto. Además estoy casi seguro de que le gustas tú, habla todo el día de ti y se preocupa demasiado.

—Ay, no creas. Ya deja de decir que le gustó a todo el mundo, no es así. Mejor dime que opinas de mi cuento, no tengo tiempo para indagar el misterio del horario imposible de Hermione.

—Bien, déjame ver.

Harry le pasó un pergamino y Ron frunció el ceño.

—Qué.

—No entiendo tu letra.

—Esfuérzate.

Ron se encogió de hombros y trató de descifrar esos jeroglíficos.

"Había una vez, en tierras lejanas, un enano invisible que se enamoró de una joven artista.

Siempre se sentaba al lado de ella para verla pintar los más hermosos paisajes, frutas, personas, animales, emociones... pero no notaba que el enano estaba allí, porque era enano, y era invisible.

Ella era realmente hermosa, todo lo maravilloso en ella se podía ver. Ella hacía magia con el pincel y también podía cantar y tocar el piano. Su voz era hermosa como su cara fina y puntiaguda, como sus ojos, su pelo y su piel, pero sus letras siempre hablaban de alguien que se había ido para siempre.

El sueño más grande del enano invisible era que ella pudiera verlo, notarlo. Deseaba crecer, ser más grande que el cielo, deseaba saber donde estaba, qué comía, qué bebía, era como si un día hubiera despertado y su único propósito fuera verla a ella simplemente existir. Se preguntaba por qué no quisieron darle un color, ya sea blanco, negro, amarillo, rojo, verde, azul, o incluso rosa, cualquiera estaba bien si así ella lo notara.

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