Pity Party

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Los cuatro regresaron a casa con un sabor agridulce en sus lenguas.

Todos los miraban feo, menos los Gryffindor, claro. Pero de todos modos intentaron divertirse en el tren, que era lo último y calabaza calabaza, cada uno pa su casa.

Al enterarse de lo sucedido, por supuesto que Lucius Malfoy no estaba nada contento, pero al menos Draco tuvo a su madre, a Regulus e incluso a su padrino para que lo defendieran. Lucius igualmente buscaba excusas para estar decepcionado, como la amistad que había formado con esa sangre sucia.

Narcissa estuvo de acuerdo en ese punto, pero aún así defendió a Draco, ya que aunque no le gustaba la idea, no tenía sentido oponerse a ese tipo de situaciones, pues el padrino que él mismo había elegido para su hijo resultaba ser mestizo, que Lily Potter, la madre del mejor amigo de su hijo, resultaba ser nacida de Muggles. Que ya a esas alturas están obligados a mínimo coexistir, así que no tenia sentido tanto reproche.

Aún así no quiso escuchar. Pero nada importaba para Draco, pues estaba de vacaciones y se acercaba su cumpleaños.

Harry por su parte, les avisó a Sirius y Remus de eso en cuanto se vieron en la estación y se los recordó hasta el cansancio, incluso puso la invitación en el refrigerador para que lo recordaran.

Esa noche era una de las complicadas. La última luna llena del ciclo, pero ya había acabado.

En el baño sonaba el leve eco del agua de la tina moviéndose, que se mezclaba poco a poco con la sangre como si fuera tinta. También retumbaba el eco de la voz de Sirius tarareando suavemente una canción tranquila para Remus, que estaba entre sus brazos, intentando respirar regularmente por el dolor y el malestar general.

Sirius recordaba a cada minuto lo que le dijo Remus cuando se habían visto. Que no habían superado del todo las cosas que habían pasado cuando aún eran unos niños, pero equivocarse una vez no significaba perder el camino para siempre. Que ya estaban demasiado grandes para eso, y que podían darse una oportunidad... si realmente lo quería, si consideraba que valía la pena.

Y ahora Remus estaba ahí. Al fin entre sus brazos, donde se sentía seguro.

Él se acomodó un poco, soltando un lloriqueo.

—Me siento horrible... ya me está dando frío.

—¿Quieres salirte ya?

Remus asintió despacio y Sirius le dio un beso suave en la cabeza, para luego levantarse con cuidado e ir a secarse primero mientras el otro quitaba el tapón y se terminaba de enjuagar. En lo que se levantó, Sirius lo envolvió en una gran toalla gruesa con mucho cuidado y lo ayudó a salir de la tina.

—Podrías ir a ver a Harry... —le dijo Remus acomodándose la toalla.

—Debe estar muy dormido. Mañana es la fiesta de su amiguito.

—Y mañana es día de compras. Qué manera de tragar la tuya, huh. No haz cambiado nada.

Sirius le dio un beso en la frente.

—Tengo estómago de perro.

Remus le hizo una mueca y soltó una risa algo dolorosa.

—Qué imbécil.

—Voy a ver a la cría.

—Vístete primero.

—Bruh. —Sirius soltó una risa antes de ponerse pijama antes de subir a ver a Harry.

Entró despacio a su habitación y se encontró con la luz prendida y Harry en su escritorio escribiendo algo.

—¿Y tú? ¿No deberías estar dormido?

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