Birthday

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Harry había logrado dormirse hace un rato. Estaba atravesado en su cama boca abajo como en el quinto sueño, cuando una roca comenzó a golpear su ventana, despertándolo.

Se incorporó confundido y se levantó a abrirla, para ver a Fred abajo.

—Ayúdame a subir. —le susurró fuerte.

Harry hizo una mueca de dolor y extendió su brazo para ayudarlo a escalar por el costado.

—Hay una puerta. Puedes entrar por ahí, a mi mamá le gusta que vengas. —alegó Harry.

—Así es más romántico. Hey... feliz cumpleaños. —Fred lo abrazó fuerte.

—Mh... gracias —Harry de apoyó en su hombro y volvió a dormitar—. ¿Te vas a quedar?

—Si quieres que me quede... —se rió.

—Sí... ya me tome mis pastillas para dormir.

Harry se echó en la cama otra vez y extendió su pierna para que Fred se la tomara.

—¿Sí? —se rió.

—Ven... —jaló a Fred para enredarlo en sus piernas como si fuera una planta carnívora, y jaló de su camiseta y quitársela.

—¿No tienes sueño?

—Sí, pero...

—¿Pero qué?

—No sé, manoséame hasta que me duerma otra vez.

Fred soltó una risa.

—Tus deseos son órdenes.

Le quitó la camiseta a Harry, dejándolo únicamente en ropa interior debajo suyo. No tardó en quedar en las mismas condiciones, para besar su cuello y luego acomodarse bien en la cama.

Sabía que no iba a llegar demasiado lejos si Harry tenía sueño, así que le subió la pierna y le hizo cariño hasta que se volvió a dormir. 

Al día siguiente, Harry se despertó siendo la cuchara pequeña de Fred, sintiendo su respiración en su cuello, y había un peso tras sus piernas que se trataba de Crookshanks hecho bolita entremedio de los dos. Se dio media vuelta para meterse en el espacio entre su cuello y su hombro, como si estuviera amoldado únicamente para él, como una pieza de puzzle.

Crookshanks se levantó y se estiró primero para arriba y luego para adelante, para luego ir hacia allá y querer meterse entremedio de los dos. Harry soltó una risa mientras escuchaba el ronroneo en su oreja y se instalaba ahí.

—Buenos días... —le dijo Fred dándole un beso en la frente.

—Hola...  —Harry le devolvió el beso donde primero alcanzó.

—¿Como amaneciste?

—En el cielo, creo. Mi gato, mi vato... y es mi cumpleaños, la mejor excusa para hacer lo que se me de la gana y que no me puedan decir nada porque es mi día.

—Muy bien —Fred le dio otro beso—. ¿Te quieres quedar aquí otro ratito o bajamos a desayunar?

—Me quedaría aquí para siempre.

—Sí... —le dijo Fred—. Yo igual. Me encantas.

Harry solo se limitó a reír y se acercó lo más que pudo.

—Igual deberíamos bajar antes de que entren y... mh.

—Bueno...

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