Samantha
Mis extremidades se sienten entumecidas y mis párpados pesan. Me encuentro sobre una superficie blanda, supongo que es una cama. Logro abrir los ojos, sin embargo, mi vista se encuentra borrosa, la cabeza me duele y no sé dónde estoy. Me levanto y un mareo invade mi cuerpo por lo que vuelvo a recostarme. ¿Dónde estoy?
Escucho el sonido de la puerta y mis sentidos se ponen alerta. Me levanto de la cama y me apoyo en una de las paredes de la habitación, lejos de quien sea que este del otro lado. Observo mejor el lugar, es como de un rojo oscuro, no tiene ventanas y solo hay un sillón, la cama donde me encontraba y dos muebles.
—Despertaste bella durmiente.
Miro a la persona que hablo. No sabría calcular su edad, pero luce joven, su cabello es rubio y tiene ojos claros. El me mira con una sonrisa que me hace encogerme en mi lugar. No contesto.
—¿Sabes por qué estás aquí?
Guardo silencio, su sonrisa se extiende, llega a lucir incluso malvada.
—Veo que eres muda. No es problema, no te queremos para que hables.
El avanza en mi dirección, me quedo quieta. Se para frente a mí y extiende sus manos para acariciar mi mejilla, giro el rostro, sin embargo, el sujeta mis mejillas con fuerza y me obliga a mirarlo.
—Tu hermano no nos contó que eras tan guapa.
Sus palabras caen como si me hubiesen abofeteado y la realidad me llega de golpe. Dylan, el me engañó. Un nudo se forma en mi garganta.
—¿Quieres un hombro para llorar? —Dice con burla, aun sujetando mi cara con fuerza.
—Déjala en paz, Alex.
—Quiero divertirme un poco, nada más—Le dice él a la chica que acaba de entrar. Ella rueda los ojos.
—Ambos fuera de la habitación. —Una voz gruesa y demandante es lo que escucho ahora.
Levanto la mirada y un hombre mayor está ahí, al igual que los otros dos en la habitación tiene el cabello rubio. El chico que me sujetaba se aleja de mí.
—Le quitas todo lo divertido a la situación.
—Ahora. —Vuelve a demandar autoritario.
El chico suspira con enojo y abandona el cuarto, la chica lo sigue. Me quedo sola en la habitación con aquel hombre. Él me repasa una y otra vez con la mirada.
—¿Cómo te llamas?
No hay respuesta de mi parte.
—No volverá a preguntar, será mejor que respondas.
—Samantha—Contesto finalmente.
—Al menos tu hermano dijo la verdad en algo.
—¿Por qué estoy aquí? —Me atrevo a preguntar.
Él me analiza un momento y una sonrisa casi malvada se extiende en su rostro.
—Estas aquí, porque tu hermano—Se detiene un momento—Como decirlo para que no suene tan mal.
—Dígalo de una vez. —Tomo valor. La rabia se acumula en mi interior.
—Digamos que eres el pago de una deuda de tu hermano.
Sus palabras son como un golpe doble, el nudo de antes de multiplica y una lágrima cae por mi mejilla. ¿Cómo fuiste capas Dylan?
—Yo no tengo nada que ver en los asuntos de mi hermano. Por favor, déjeme salir de aquí.
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Forzados a odiarnos (Terminada)
RomanceSamantha fue presionada a tomar una decisión y esta le costo perder a su gran amor, Daniel. Tres años más tarde y como si el destino se estuviese burlando de ellos, los pondrá cara a cara nuevamente, pero ¿Son 3 años suficientes para dejar de amar...