Capítulo 31

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Dylan

Los gritos de Sam no me permiten tener el valor de mirarla, la destroce, esta vez enserio y solo quiero desaparecer.

—¡Te odio! —Me grita desesperada.

Bajo el rostro, sin embargo, uno de los hombres de Alex lo sujeta y me obliga a mirar.

—No te pierdas el espectáculo—Tira de mi cabello.

—¡Daniel!

Sigue gritando y levanto la mirada, ella lucha por soltarse e ir donde esta Daniel, su respiración es casi imperceptible y penas se mueve, cierro los ojos. ¿Qué hice? Alex se acerca a Sam y le da un golpe que la hace caer al suelo aturdida, todo dentro de mí se paraliza. Eres una mierda Dylan.

La toman en brazos llevándola a un auto.

—Hiciste bien—Alex se acerca a mi—Pero ya no me sirves.

Levanta el arma y pone está en mi cabeza. Cierro los ojos.

—Aunque pensándolo mejor, te dejaré ir—Se ríe—Corre.

—¿Qué?

—Uno...—Comienza a contar—Dos....

Me levanto con dificultad del suelo y camino hacia Astrid tomando su mano y corriendo de ahí.

—¡Tres! —Grita y seguido de se escucha un disparo.

Astrid pega un pequeño grito y tiro de su mano para ocultarla entre los árboles. Ella no dice nada, su mirada está perdida y no deja de llorar. Siento el ruido de los autos y sé que se fueron, salgo del lugar y corro lo más rápido que me dan los pies, Astrid viene detrás. Me arrojo al suelo cerca del cuerpo de Daniel y compruebo que siga respirando.

—¿Va a morir? —Dice Astrid con la voz rota.

—Su pulso es débil.

Intento tapar la herida con mis manos para que deje de salir sangre de esta, estoy temblando.

—Daniel—Le doy golpes en la cara—Despierta imbécil—Grito.

—Llamaré a la ambulancia y a la policía.

Solo asiento fijando mis ojos en el cuerpo de Daniel.

—Escúchame—Tomo su rostro—Tú me odias y yo te odio, pero no puedes dejar a Sam, ella te necesita.

—Hijo de perra—Dice apenas cerrando sus ojos.

—No te duermas—Le grito—No te atrevas.

—No siento mis piernas—Dice.

Un estremecimiento me recorre.

—Ya vienen por ti, Daniel.

Jamás imagine que mis acciones me llevarían a algo como esto, pero ¿Qué esperaba? Fui iluso al pensar que una mierda como yo puede cambiar, soy lo que soy y así será siempre, los malos siempre son malos.

Astrid termina la llamada.

—Ya vienen.

—Llama a tus padres.

Me levanto y me quito el suéter.

—Presiona la herida y comprueba que siga respirando hasta que los paramédicos lleguen—Digo dándoselo—No permitas que se duerma.

—¿Dónde vas?

—Se donde la tiene y no puedo dejarla.

—Te matarán, Dylan, espera que la policía llegue.

Forzados a odiarnos (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora