Capítulo 25

10.6K 1.4K 1K
                                    

Dylan

Miro a Sam abandonar el departamento junto con Daniel, suspiro y me voy de ahí. Mi celular suena.

—¿Sí?

—Ven a la bodega, ya mismo.

Es Alex. Le corto y me dirigió allá, es un lugar alejado de la ciudad. Cuando llego los hombres que siempre están cuidando me abren las puertas, no alcanzo a dar dos pasos dentro cuando me empujan desde atrás y caigo al suelo, seguido de eso recibo una patada en las costillas.

—Pequeño Dylan, que voy a hacer contigo.

Intento levantarme con dificultad y lo que recibo ahora es el golpe de sus puños directo en mi cara, el sabor metálico de la sangre se siente y la escupo al suelo.

—No es mi culpa que su amigo fuera en el auto y no él— Digo con dificultad.

—Te dije que debías hacerlo con tus propias manos, imbécil.

Me golpea de nuevo y caigo al piso otra vez, no intento levantarme de nuevo, Alex arroja algo mi lado y es un arma, cierro los ojos.

—Ahora por tu maldita culpa ese estúpido pondrá a la policía a investigar o ¿Qué pensaste? ¿Qué ellos creerían que los frenos de un auto se cortan solos? —Suelta enojado—Contesta imbécil—Me da otra patada.

—Pensé que sería más sencillo.

—¿Sabes? Debería simplemente matarte y hacer el trabajo yo, pero ¿Dónde estaría lo divertido en eso?

—¿Por qué no la dejas en paz?

—¿Ahora te preocupa tu hermanita?—Suelta una carcajada cargada de burla—¿Te nació el amor de hermano otra vez, Dylan?

Aprieto mis puños.

—Te recuerdo que fuiste tú quien me la presento—Se detiene—Pero que digo, si prácticamente me la vendiste.

Cierro los ojos e intento controlar el dolor que sus golpes me produjeron, pero sus palabras me duelen más que un golpe porque tiene razón, yo provoque esto y ahora soy consciente de todo, lástima que ya es demasiado tarde.

—Esto es lo que haremos—Continúa hablando—Les haremos creer que están bien, que pueden hacer sus vidas normales, que dejamos a tu hermanita tranquila y cuando menos se lo esperen—Toma el arma y dispara cerca de mi pierna—Espero haberme explicado.

—No lo hare, puedes matarme de una vez.

Él me mira molesto y le devuelvo la mirada, la opción me morir de una maldita vez luce tentadora, solo desaparecer y dejar de arruinar la vida de mi hermana, es lo mejor que podría hacer por ella.

—No me estas entendiendo, Dylan, morir es lo que menos debe preocuparte ahora.

Frunzo el ceño porque no entiendo a qué se refiere.

—Espero que ahora no falles.

Se da la vuelta y se va con todos sus matones, me quedo en el suelo un momento más antes de intentar levantarme, se me dificulta bastante y el dolor en mis costillas y abdomen se hace presente por la fuerza que hago, finalmente lo consigo.

Camino lentamente por el sendero que llevaba a la bodega, luego entro a la ciudad, llevo caminando como una hora y finalmente llego, donde quería. Paso por lapidas buscando el nombre de papá, cuando la encuentro me arrodillo frente a esta. Las lágrimas caen sin poder detenerlas y termino llorando como un niño pequeño, necesitando el abrazo del hombre que siempre me apoyo en todo.

—Te falle—Le digo entre sollozos—Estarías tan decepcionado de mí, no pude protegerla, papá. No pude hacerlo porque yo soy lo malo en su vida, soy su infelicidad.

Sujeto mi cabeza y tiro mi cabello gritando con furia, intente alejarme, quería hacer las cosas bien y dejarla en paz, pero soy el claro ejemplo de que las personas malas no siempre pueden cambiar, quizás si merecía una oportunidad, pero no miles y eso hizo Sam, medio mil oportunidades y siempre le falle.

Completamente destrozado salgo del cementerio y camino solo aún lugar. Acabare con esto. siento como la oscuridad se apodera de mí, mi cuerpo duele y lo merezco. Finalmente llego donde quería.

Me detengo a la orilla del puente y miro hacia abajo, solo será un golpe y dejaré de existir, te dejare en paz Sam y esta vez es enserio. Ya oscureció, por lo que nadie encontraría mi cuerpo en horas y ya no podrían hacer nada para salvarme, subo a la reja y me sujeto de los pilares, una vez más miro hacia abajo, un escalofrió me recorre, soy un cobarde, moriré como uno.

! Hazlo¡ grita la voz en mi cabeza, "Nadie si quiera lo notara, no importas" Y tiene razón, las únicas personas a las que les importe era papá y Sam. Tomo un suspiro y me suelto para lanzarme de una vez, pero entonces ciento un tirón brusco en mi sudadera y me voy hacia tras cayendo al suelo.

—¿Qué haces? mierda—Suelta una voz histérica.

Levanto la mirada, una chica está ahí, su respiración esta agitada y me mira fijamente intentando recuperar el aliento.

—¿Qué haces tú?—Suelto enojado.

—Salvándote la vida, imbécil.

—¿Acaso te pedí que lo hicieras?

—Las personas suicidas no piden ayuda—Me grita.

—No soy una persona suicida, loca—Le grito de vuelta.

—¿Yo loca? Tu eres el que se iba lanzar de un puente, demente.

Ella me mira enojada y yo le doy la espalda sujetando mi cabello. Mierda.

—Sea lo que sea, estoy segura de que tiene solución—Dice más calmada y con voz suave—Todo tiene solución.

No le contesto porque simplemente esta mierda no la tiene, no la tiene y yo me condene a esto.

—No lo entiendes.

—Matarte no resolverá tus problemas.

—Créeme que si lo hará.

Ella me mira y se acerca a mí, envuelve sus brazos en mi cintura y me abraza, me tenso automáticamente por el hecho de que hace muchos años no tenía este tipo de contacto físico, mis brazos están a mis costados.

—Dicen que un abrazo cura todos los males.

—¿Y la gente que te dice eso no te ha dicho que no debes abrazar a desconocidos?

—Quizás mamá si me haya mencionado algo similar—Dice aun abrazándome.

Se separa un poco y me mira.

—También dice que todos los problemas tienen solución.

La miro, su mamá claramente no conoce a personas como yo, los problemas que yo mismo provoque si tienen solución, pero la solución es volver a lastimar a esa persona que fue lo más importante para mí y prefiero ser un suicida que un asesino de la felicidad de Sam.

—Tú mamá debería aprenderse frases menos clichés—Le digo simplemente.

—Oye—Dice indignada y hace una cara que me da cierta ternura—Lo ignorare solo porque eres suicida.

—No soy suicida y si lo fuera, esas palabras no servirían de consuelo.

Se encoje de hombros y continua abrazándome, finalmente levanto mis manos y rodeo sus hombros, querer matarme y abrazar a una desconocida no estaba en mis planes, quizás, esta es la última oportunidad que me está dando la vida y esta vez sí planeo aprovecharla de la forma correcto.

**********

A todas mis lectoras gracias por votar y comentar, ustedes son las responsables de que esta historia crezca.

Muchos amor para ustedes.

Forzados a odiarnos (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora