🍋; 𝙲𝚒́𝚝𝚛𝚒𝚌𝚘.

[🍋]-; t r e i n t a y c u a t r o

[📎]

Seungcheol se posó detrás del menor en lo que miraban el menú, se colocó algo protector al estar rodeados de tanta gente. Debía admitir que estaba algo nervioso y en alerta por lo que sea que fuera a pasar en cualquier momento, miraba en los alrededores tratando de relajarse y convencerse a sí mismo de que nada saldría mal. Posó las manos sobre los hombros del menor, aferrándose a él protectoramente mientras hablaban sobre los precios y paquetes que se encontraban escritos en la cartelera del local, el castaño se inclinaba hacía él, cerca de su rostro para escucharle mejor y asintiendo ligeramente o respondiendo cortamente a lo que fuera.

Seokmin los miró con recelo, apretando entre sus manos la mochila de su hermano mayor. No podía creer que ese par fuera tan descarado como para salir así y mostrar ante todo mundo la evidente pareja que eran. Frunció el ceño completamente enfadado; los odiaba. A ambos los odiaba. Odiaba que se vieran tan jodidamente bien juntos, lo sabía, odiaba verlos tan felices, odiaba ver a Jihoon sonreírle tan libremente a Seungcheol. Ellos seguro pensaban que nadie los reconocería, él lo hacía, aunque llevaran tanta ropa encima y cubrieran sus rostros, él podía reconocerlos. Porque luego de mucho observarlos los podía reconocer fácilmente.

Los vio estar juntos como los novios que seguro eran. Él solo se derretía del enojo. Baekho era un inútil, no le ayudaba en nada. Iba a arruinarlo apenas su paciencia acabara. Sonrió de manera frustrada, casi en una mueca deforme y desquiciada, Seungcheol era un jodido genio, se las había arreglado tan bien para montar todo ese show de que era novio de Boo y de que despreciaba a Jihoon, pero Seokmin siempre supo que todo era falso. No era tan imbécil.

"Si él no hace nada, tendré que hacerlo yo mismo"

Ese era el final, finalmente tenía lo que tanto había estado buscando con Seungcheol, una razón para arruinarlo, porque estar con Lee Jihhon estaba prohibido para todos los alumnos; estaba prohibido ayudarlo, mirarlo en los pasillos, hablarle de forma amistosa, nadie podía acercársele a menos que fuera para molestarlo. Así lo había decidido.

Está era su oportunidad perfecta, era un premio doble, justo como lo había planeado antes, aunque aún le sorprendía que Seungcheol fuera homosexual. Se dio un segundo para suspirar con alivio, todo ese estrés y frustración que había estado sintiendo se esfumaba y se quedaba a una sola foto de que todo acabara. Solo una foto de ese par y Choi Seungcheol quedaría arruinado y Jihoon volvería a estar igual de marginado que antes. Todo era perfecto. No importaba si Leedo, Taeyong o Ravn ya no le servían, nuevas personas se encargarían de ocupar sus lugares, porque habían más chicos que odiaban a Seungcheol por alguna razón que a Seokmin no le interesaba saber. Ya no tendría que preocuparse más y a lo único que se dedicaría después sería a destruir al bastardo que los había estado exponiendo.

Sacó el teléfono de la bolsa de su abrigo, todo acabaría ahí, casi podía saborear su tranquilidad luego de que tomara una simple foto. Sostuvo el teléfono en su mano y se agachó un poco para dejar la mochila de su hermano en el suelo, no podía solo dejarla caer porque habían cosas importantes dentro. Se levantó rápidamente y abrió la aplicación de la cámara, enfocó a ambos chicos y todo estaba listo, ahora solo tenía que presionar para que la foto fuera tomada.

- ¡Yeonjun, cuidado!

El teléfono cayó por el barandal del segundo piso.

[ ... ]

Jihoon sacó el celular de entre su abrigo mirando la hora, eran ya eran pasadas las ocho de la noche para cuando habían acabado de comer. A pesar del frío, habían salido a comer en el balcón del segundo piso, ahí donde no había nadie y podían platicar con tranquilidad, llegando incluso a sentirse un ambiente íntimo, aunque por ratos permanecían en silencio, este era bastante cómodo. Pudo llegar a sentirse como una cita romántica, aunque claramente no lo era. Jihoon trataba de mantenerse sereno ante los gestos casi involuntarios del mayor, tales como tomarlo repentinamente de la mano, rosar las mismas al caminar, acercarse tan deliberadamente a su rostro o sujetarlo de manera protectora. Debía admitir que se ponía horriblemente nervioso, que su cara se ponía roja y agradecía llevar la bufanda cubriéndolo.