02. Naranja y Amarillo

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Otra cosa extraña era que en la habitación que estaba ocupando tenía dos camas, una era mía y la otra aún no lo sabía. Desempaque mis cosas poniendo todo ordenado en los cajones de aquel ropero que había. Ví que dentro de esta habían ropas que al parecer eran mías, para que pudiera hacer todo el trabajo.

Donald ni siquiera me había dicho cuanto me pagarían, yo estaba algo molesto.

Había dos cosas de todo, dos camas, dos roperos, dos mesitas de noche, dos ventanas, dos lámparas.

En el otro ropero también había ropa, pero no era como la mía, era ropa más elegante. Quise ver con más detalle pero alguien tocó a mi puerta.

—¿Si?– dije abriendo un poco.

—Vamos a presentarte a todos, además, es hora de la cena– dijo la mujer más joven.

—De acuerdo, ahora voy– quise cerrar la puerta pero ella me detuvo.

—¡Ahora!– sonrió, su color era uno naranja, al parecer estaba impaciente.

Salí con pocas ganas de la habitación y juntos nos dirigimos al piso de abajo, olvide decir que "mi habitación" Estaba en el último piso. Entramos a un gran comedor, con tres grandes mesas, dos para los niños de ahí y una para nosotros, al parecer comería con ellas.

—¡Niños! ¡Niñoooos!– gritó la mujer mayor tocando con una cuchara su copa– Tendremos a un nuevo integrante, se llama Gerard y estará con nosotros un buen tiempo– todos aplaudian y me sentía mareado, nunca había visto tantos colores en un mismo lugar.

—Gracias– sonreí.

—También nos presentaremos– la mujer mayor se acercó a mí– yo soy la hermana Celeste– levantó su mano y la estrechamos– ella, mi joven acompañante es la hermana Mary.

Ambas tenían un color blanco, al parecer les agradaba.

—Un gusto– sonreí y me senté.

Antes de comer todos unieron las manos y cerraron los ojos, al parecer iban a rezar, yo no era muy creyente, pero por respeto lo hice.

Después de "rezar" todos ya estaban comiendo, yo solo quería regresar a mi habitación, muchos colores me dañaban la vista. Las hermanas notaron mi incomodidad pero no dijeron nada.

Cuando la cena terminó, estaba levantándome para correr hacia mi habitación, pero la hermana Mary me detuvo.

—¿Dónde va joven Gerard?– otra vez tenía un color naranja.

—A mi habitación.

—Tiene que limpiar lo que los niños ensuciaron, no se preocupe de los platos, de eso se encargan los más grandes– sonrió y de nuevo se fue a sentar.

Empecé por poner los platos uno sobre otro, luego los llevé a la cocina y comencé a barrer, las hermanas veían todo lo que hacía. Mientras barría, ví que Mikey lavaba los platos, me acerqué a él y lo abracé.

—¡Mikeeey!

—¡Gee! ¿Por qué estás aquí?

—¿No  te alegras de verme?– Mikey estaba de un color amarillo, él siempre estaba así conmigo.

—Si me alegro, pero es extraño.

—Ya me gradué y papá dijo que tenía que trabajar.

—¿Estarás mucho tiempo aquí?

—Yo creo que si.

Arcoíris «FRERARD»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora