30. Colores temporales

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Volteo a la puerta y aquella luz brilla muy fuerte, mi corazón me dice que es Frank pero mi cerebro dice que solo es la luz del Sol.

Antes de entrar a la cocina veo quien entra y no, no es Frank, son unos hombres, al parecer vienen a revisar el lugar. Una vez más mi cerebro tiene razón y mi corazón se entristece, dejo todo en la cocina y me voy a mi habitación, me siento cansado y eso que no hice nada.

Me acuesto y veo al techo, es momento de pensar en todo mirando a la nada, odio hacer eso porque las ideas crecen y crecen y se vuelven en monstruos horribles. Quiero dormir pero no puedo.

Tomo una hoja de papel y comienzo a dibujar, lo había dejado de hacer hace  dos años desde que mi madre murió, si bien quería seguir mi sueño de estudiar Bellas Artes me había tomado un descanso muy largo.

Hago pequeñas líneas y comienzan a formar un rostro, un rostro y es Frank. No tengo pinturas y tengo que ir a pedirlas a la Biblioteca, salgo con un rostro cansado y voy lo más lento que puedo, al llegar veo a varios niños buscando algo. Entre esos está Mikey, donde voy esta mi pequeño hermano.

Me acerco y le pregunto donde están los colores, me lleva de la mano a un pequeño estante, hay muchos colores y después de mostrarmelos sonríe, se va y yo elijo los colores que necesito.

Me siento triste, siento que Frank no volverá, me dejó y todas sus palabras de "te quiero" Fueron mentiras. Antes de irme me siento en una banca, mi corazón esta muy muy triste y solo quiero morirse.

Me levanto y cuando estaba por salir la Hermana Mary entra muy bruscamente.

—¡Gerard vamos! ¡Te he estado buscando!– dice muy cansada y en un color naranja.

—¿Para qué?– pregunto, necesito saberlo.

—Es Frank– me extiende la mano y no sé si tomarla, ¿Frank? Volvió pero ¿Qué pasaba con él?

Ambos corremos hasta donde se supone era la enfermería, entró y ahí está Frank, Brendon le está curando el brazo y se le ve algo sucio, temo que le haya pasado algo malo.

Me mira y solo sonríe de lado, su color es de un celeste brilloso, está triste, está roto pero yo también lo estoy.

Lo ayudo a subir las gradas, sube despacio y no dice palabra alguna en el camino, llegamos a la habitación y mi deber es preguntarle dónde estaba, con quien estaba y cómo estaba. También necesito saber por qué volvió.

Lo acuesto en la cama y cuando quiero dejar su mano el toma la mía, su mirada es una azul, culpa, ¿Por dejarme Frank?

Entonces habla.

—Perdón– no sé si dice la verdad, no puedo notarlo en sus ojos porque estos están invadidos de un azul fuerte. Asiento rápido y quiero volver a separarme de él, pero vuelve a tomarme del brazo– ¿Lo siento?

—Está bien, no pasa nada...– miento, si pasa, estoy roto, me siento destrozado.

—Ellos si murieron– dice en un tono triste, sé a que se refiere pero prefiero dejarlo descansar, me mira algo triste pero cierra sus ojos, tengo tiempo para preguntarle, tengo tiempo, tengo tiempo, tengo tiempo...

Arcoíris «FRERARD»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora