39. Una entre billones

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Cuando llegamos a la planta baja, todos los niños estaban saliendo muy rapido, unos tenían sus maletas y otros no, las hermanas los estaban llevando deprisa a la salida. Frank se acercó a la Hermana Celeste y ella dijo en un color rosado.

—¡Vamonos! ¡Salgan! ¡Nadie debe quedar aquí! ¡Se está incendiando el orfanato!– el rostro de Frank estaba sorprendido pero tenía un color normal, uno blanco.

—¡Gee, vámonos!– Frank me tomó de la mano y yo estaba siguiéndolo, cuando llegamos a fuera recordé a Mikey– ¡Mikey! ¡Lo dejé arriba! ¡Sueltame! ¡Debo ir por Mikey!

—¡Gerard no! ¡Debemos irnos, el fuego va a crecer y no podremos salir!– no era momento, no podía ser hoy, todo había estado tal y como él dijo.

—¡No puedo dejar a mi hermano!– como pude me solté del agarre de Frank, entre al lugar y efectivamente el fuego comenzaba a extenderse en todo el piso, como pude corrí por las gradas.

Lo pero de todo era que Mikey estaba en el último piso, tosia y todo comenzaba a llenarse de humo, llegué hasta la puerta donde antes era mi habitación y la abrí como pude, Mikey estaba tapando su rostro y estaba hecho bolita en la cama.

—¡Mikey! ¡Vamos! ¡No tenemos tiempo!

—¡No podemos irnos Gee! No podemos...– en tanto humo yo no podía ver, vería borroso y no sabía el color de mi hermanito, pero no me importaba su color, me importab salir de ahí.

—¡Tenemos que intentarlo! No pode...– entonces una madera cayó del techo, nos había cortado el paso a la salida.

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—¡No puedo dejar a mi hermano!– Gerard se soltó de mi agarre y no podía dejarlo entrar, no podía dejarlo morir ahí adentro, si él moría también tenía que hacerlo yo.

Ya había aceptado mi muerte, desde aquel día en que Mikey me lo dijo todo...

Flashback

—¡Frank! Eres Frank, ya sabía que eras tú– sonrió aquel pequeño.

—S-si... ¿Cómo sabías mi nombre?

—No puedo decirte mucho... Pero tú eres el... El... Perdón olvide el nombre, pero tú debes conocer a mi hermano.

—No, de hecho no sé ni quien eres...

—Soy Mikey, Mikey Way, y tú morirás con mi hermano y conmigo.

—¿Qué? ¡Estás loco!

—No... Aunque entre billones de escapatorias, solo una resulta bien, solo una... Tenemos que morir Frank, no podemos seguir vivos, es la ley de la vida.

—¡Yo no voy a morir! ¡Ni siquiera sé quien eres!– Frank se levantó enojado y fué a buscar a sus padres.

—¡Geraaaard!– como pude entré al lugar, las hermanas no me dejaban entrar, decían que era muy peligroso y no era justo morir así.

No me importó nada, me importaba Gerard, cuando llegué al último piso pude ver que una gran madera tapaba el paso hacia la habitación.

—¡Gee!– grité, traté de retirar la madera pero no pude, tuve que saltar encima de esta y cuando entré Gerard estaba abrazando a Mikey, ambos se veían lindos pero me sentí nostálgico, teníamos que escapar, porque no podíamos morir ahí, Mikey dijo que de entre billones una salía bien, y podíamos hacerlo.

Arcoíris «FRERARD»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora