15. Última noche

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Estuvimos caminando un buen rato, creo que como veinte minutos, Frank estaba comenzando a desesperarse y asustarse, el color rosa en él era miedo.

—Tranquilo, ya llegaremos y yo me estaré riendo de lo estúpido que te ves asustandote– si bien, no soy mucho de perder la paciencia Frank... En cierto punto me molestaba que estuviera así, ¿A qué siempre le tenía miedo?– ¿A qué le temes tanto?

—A nada...- miró al cielo y vió que este se estaba poniendo oscuro, iba a llover.

—Dime, y yo te digo de que color estás– ahora iba a salvarme porque le diría rosa.

—No, mejor... Mira adelante, mira si estamos yendo bien– se abrazó a si mismo y siguió caminando.

—No- dije, pensando en hacerle una broma– creo que estamos más perdidos que hace unos veinte minutos– Frank me miró con mala cara, oh no.

—¡Eres un idiota! ¡Ni siquiera puedes mirar bien el camino! ¡Oh, Dios! ¿Moriremos? ¿Moriré primero? ¿Gerard se caerá, morirá y tendré que comermelo? ¡Asqueroso!— entonces el naranja invadió su cuerpo.

—Tranquilo, ¡wow! Eso fue... Extraño, te estás desesperando, y eso no ayuda, enano.

—Es tu culpa, todo es tu culpa, aquí y en otra vida siempre será tu maldita culpa– sus manos estaban en su cabeza, estaba comenzando a desesperarse más.

—¡Te dije que no estamos perdidos! Solo que caminamos lento– entonces me sentí mal, Frank estaba en momento de crisis y yo estúpido solo lo asustaba más.

—¡Si lo estamos! ¡Estamos perdidos!

—Perdidos, perdidos, perdidos- susurré, Frank no me escuchó– Mira, tengo una gran, gran idea, volvamos, nos quedamos en esa pequeña cabaña y...- comenzó a llover– y al descansar pensaremos mejor– sonreí.

Frank asintió y su cuerpo tenía un color celeste.

—Perdón– dije mientras volvíamos a aquella cabaña.

+

Cuando entramos esta no tenía seguro, había un pequeño sofá y una mesita, nuestras ropas estaban mojadas, me saqué el abrigo y la camiseta, cuando estaba por sacarme el pantalón Frank gritó.

—¿Qu-qué haces Gerard?– el rosa invadió su cuerpo.

—Me hace frío y me estoy sacando la ropa ¿si te incomoda yo...– se dió la vuelta e inmediatamente su cuerpo entero era un celeste– Frank, yo, amm– me puse de nuevo mi ropa y me acerqué a él– Puedes contarme lo que sea ¿qué pasa?

—Es que... Es que yo, yo recuerdo algo– limpio sus pequeñas lágrimas y se abrazó a si mismo.

—¿Qué recuerdo, Frankie?– ¿De dónde salió el Frankie?

—Cuando...

\\Flashback//

—Mami, quiero contarte algo importante– el pequeño Frank, de unos doce años, se encontraba sentado en la silla del comedor de su casa.

—Claro cariño, dime, ¿pasa algo malo, Frankie?

—No sé si es malo, es que... Hay un chico, se llama Alejandro, y...

—¿Te está molestando amor?

—No... Él me dijo que yo... ¡Que yo le gustaba! Y me di cuenta de que... Quizá también me gustan los chicos, mami.

—Oww, mi pequeño, mira, no se lo digas a tu papá, sabes que es un poco... Un poco extraño– rió– eso está bien ¿si?

Ambos sonrieron, Frank se sentía querido por su madre. Pero tristemente no todo es color... Arcoíris, Su tío, hermano de su madre, los había escuchado y no podía permitir a alguien así... En su familia.

Cuando dieron las diez de la noche, Frank se fue sonriendo a su habitación, estaba feliz. Pero cuando entró ahí estaba su tío.

—Oh, Hola tío, ya iba a dormirme.

—Escuche lo que le dijiste a tu madre– entonces Frank solo sintió un golpe en su mejilla. No podía hablar, la sangre comenzó a derramarse de su nariz y caía dentro de su boca, sentía el sabor metálico en su lengua y sus dientes.

Trató de llamar a su madre, pero ella y su padre ya estaban dormidos.

—Tú gritas o lloras y yo le digo a tu padre la decepción de hijo que eres– entonces se sacó el cinturón y lo golpeó hasta más no poder, el rostro de Frank estaba destrozado. Moretones en las mejillas, un ojo hinchado, labios partidos, el cuerpo lo tenía lleno de hematomas— Esperemos que así se te quite lo maricón.

Con las pocas fuerzas que tuvo, se acercó a su cama y trató de frotar sus heridas, trató de calmar el dolor. Se sentía destrozado y tan solo tenía doce años...

Y así fue, durante muchas noches, sus padres dormidos y su tío abusando físicamente del pequeño Frank, sus padres notaban sus moretones pero Frank siempre respondía:

—Tuve una pelea en la escuela.

Ellos no lo creían pero no sabía que hacer.

Los golpes pararon cuando este hombre murió, murió de un paro cardiaco, la última noche la recuerda más que las anteriores, pues aquella última noche no solo fueron golpes... su madre lloraba mares y él, estaba feliz, ya no sufriría más y era un alivio. Las noches sangrientas habían terminado, ahora solo eran noches; noches en las que Frank no podría dormir, le aterraba dormir y derrepente ver a su tío delante suyo, golpeandolo y abusando de él. Como en la última noche.

Arcoíris «FRERARD»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora