capíтυlo 40

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No fue hasta casi acabado el almuerzo que Elián volvió a hablar. Era bastante extraño que estuviera callado durante tanto tiempo.

Estábamos todos concentrados en la comida, cuando de la nada su grito rompió el silencio.

- ¡Tebbo!

Escuché lo que había dicho, pero empecé a reírme por el grito de Ailín del susto que le había causado Elián que estaba a su lado. Mamá lo miró  rápidamente confundida y un poco furiosa.

- ¿Qué mierda ocurre Elián? – lo regañó Ailín.

El seguía mirándome con una gran sonrisa esperando mi aprobación.

-No te entendí lo que dijiste – estaba muy carcajeante. Si había escuchado y entendido lo que dijo.  Sólo que quería volver a escucharlo para asegurarme si me gustaba. También para saber si lo regañaban.

- ¡Tebbo! Voy a llamarte Tebbo. No me importa si no te gusta, pero estoy seguro que tienes cara de Tebbo. – hablaba tan rápido que estoy seguro que nadie dilucidaba lo que estaba tratando de decir. Denotaba total entusiasmo.

Hasta el día de hoy no me convence totalmente “Tebbo”, no sé cuál es la razón, pero si no lo escogía decepcionaría a Elián. Claro que muy dentro de mi sabía que quien debía aprobarlo era Luz.

Antes del postre Eliza corrió hacia su habitación y volvió con un regalo para mí. Sí, estaba sorprendido. Lo que menos me esperaba es que hicieran un presente. No era mi cumpleaños ni menos navidad. Lo abrí con cierta ilusión, fuera lo que fuera ya era genial que me dieran algo.

Y si fue grandioso. Lo que menos me esperaba.

Era un celular. ¿Por qué me regalarían un teléfono?

Ellos no sabían que yo si tenía mi antiguo aparato, pero claro, tampoco lo usaría. De hecho, agradecí muchísimo el agasajo. No lo usaría como un adolescente normal, más bien diría que sería como una persona mayor con la tecnología.

“Sólo para llamadas y mensajes”

Tampoco era que tuviera con quien hablar. Mi lista de contactos era bastante acotada. Agende rápidamente los números de mi familia y nos sacamos una foto los siete juntos. Había quedado bastante bonita, lo suficiente como para que quedara en un cuadro en el living de la casa.

Después de almorzar Elián llegó corriendo hacia donde estaba con un papel en su mano.

-Tengo algo para ti – dijo meneándolo y esperando a que le ofreciera algo a cambio.

-Lo tomaré como un regalo. Como el de Eliza – intentado quitárselo.

-Ni lo intentes. Esto tiene un precio bastante elevado. No creo que puedas costearlo en tu vida – haciéndome burla.

-No tengo dinero. Mi hermano Elián te pagará... – intentado nuevamente en vano quitárselo.

- ¡Vamos ofrece algo! – sacudiéndolo nuevamente. Estaba tan concentrado en intentar que no se lo quitara, que no notó que Ailín estaba detrás de él y se lo tomó de sorpresa.

- ¡Oye! – se quejó.

- ¿Quién es Luz? – preguntó algo confundida mientras leía el famoso papel.

- ¿Qué? - ¿Luz? ¿Por qué decía Luz? ¿Qué tenía que ver Luz? ¿Qué había tramado Elián ahora? Lo miré rápidamente confundido, y lo único que pude notar es que estaba desilusionado.

- No es nadie. - Reincorporándose nuevamente – Mi futura novia, nada más.

- ¿Otra?

- ¿Futura? – Elián empieza a correr, porque te mataré.

Luz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora