Sus planes eran casi la misma rutina del hospital, sólo que algunos días los ejercicios serían en casa, otros en cambio, volvería al hospital para hacerlos con Stella. También le sumó ejercicios en el agua, que de hecho esos me habían entusiasmado muchísimo.
Aproveché que estábamos solos y hablando de cosas de la vida, le pedí que el día que volviera a mi casa ella fuera conmigo.
Necesitaba que me diera esa fuerza como lo venía haciendo hasta entonces, porque volver iba a ser difícil y lo sabía.
-Sabes que tengo que trabajar -su voz sonaba algo triste.
- Si lo sé – no voy a negarlo, me puso triste saber que no podría. Bajé la mirada pensando en cómo lo haría sin ella.
- No pongas esa carita – tomándome de la mano – todavía no sabemos a qué hora, ni que día te irás, pero veré que puedo hacer. ¿Sí?
No pude evitar abrazarla, ella siempre mejoraba mis días.
Me pasé toda la noche pensando en cuando volvería a casa, sabía que mis padres estaban muy ansiosos y me preocupaba el hecho de que quisieran darme una sorpresa. La última vez que lo hicieron invitaron a mis “amigos" y la había pasado muy mal. También pensaba en mi habitación, en como la había dejado la última vez.
Quería que me dijeran que me podía ir, quería empezar de cero nuevamente.
No fue hasta la tarde de ese día que llegó el médico con los resultados de los últimos estudios. Mi madre estaba ahí, esperando con ansias conocerlos para abrazarme. Mi padre no había ido, sabía que había vuelto a trabajar y no quería otra cosa que lo mejor para ellos, así que estaba muy feliz por él.
Luz no estaba. Los miércoles por la tarde estaba con un señor mayor del piso de arriba. Ella solía decirme que ese era su paciente preferido y luego me abrazaba y me pedía que no me pusiera celoso. No lo hacía, sabía que me preferiría a mí siempre.
-Los estudios están muy bien, por supuesto que tendremos que seguir viéndonos, pero creo que ya es hora que vuelvas a tu casa…- dijo el médico con una sonrisa alentadora.
Y luego de muchos abrazos por parte de mi madre, tanto a él como a mí, prosiguió – Te daré el alta para el viernes por la tarde. ¡En hora buena!
Esos dos días se hicieron esperar. Pasaron más lento que esos casi seis meses en el hospital.Era más difícil esperar 24 horas que seis meses, no podía entenderlo, y tampoco el hecho que tuviera tantas ganas de volver a mi casa.
Ese viernes por la mañana Luz me fue a buscar como lo hacía todos los días para ir a rehabilitación. La notaba nerviosa, pero como irradiaba tanta felicidad, me olvidé rápidamente. Cuando llegamos Stella me estaba esperando con un pastel en sus manos y unos globos colgados decorando el salón. Lisandro y las enfermeras que habían estado desde el primer día a mi lado cuidándome, Luz y mis padres, estaban haciéndome una especie de despedida.
Me alegraba que mis padres formarán parte de esa fiesta, sólo por el hecho que no harían otra de “bienvenida", una fiesta incómoda con invitados que posiblemente no se alegrarán de verme.
Si bien volvería a hacer los ejercicios algunas veces a la semana, sería distinto a verlos todos los días. Me había emocionado el hecho de que me quisieran, que me fueran a extrañar y que varios hayan prometido visitarme.
Tengo que decirlo, ese pastel era el mejor del mundo. Era grande, lo suficiente para que comiéramos todos, en la parte de arriba había una silla de ruedas con un muñequito igual a mí, se habían fijado hasta el último detalle. Por el costado había otros muñequitos y podía distinguir que eran ellos, Stella, Lisandro, mi médico, las enfermeras, mis padres y por supuesto Luz.
Fue una gran despedida, sentía el cariño que me brindaban todos, me sentía tan cómodo que a ese punto no quería irme más.
Pensar en ese último tiempo me hacía sentir en familia, otra familia. Sabía que me apreciaban tanto como yo a ellos y que siempre me alentarían a más, a salir adelante. Continuamente querían que yo volviera ahí caminando como si nada, aunque eso no fuera posible, me animaban a romper mis propios límites.
Disfruté de la fiesta, que en realidad fue algo breve, pero me encantó la idea de comer pastel y ver bailar a todos.
Logré en un momento alejarme y quedarme solo con Luz para poder hablar.-No puedo acompañarte cuando salgas, pero llegaré una hora más tarde a tu casa. Te prometo que estaré ahí- me dijo con una sonrisa bien grande y luego dándome un beso en la mejilla.
- Te estaré esperando – sonriéndole.
- ¿Te puedo preguntar algo? – un poco tímida.
- Lo que quieras.
-Acá no querías que te llamáramos por tu nombre, pero afuera necesitas uno y lo sabes… ¿Cómo quieres que te llame?.
Desde el primer día había estado pensando en eso, pero no se me había ocurrido nada. Era hora que asimilar la verdad, mi nombre o pensar en algo rápido porque en unas horas ya estaría afuera y me gustara o no, debían nombrarme de alguna manera.
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Luz
No FicciónSiempre escuche que cuando te mueres, lo último que ves es la luz al final del túnel. Dicen que no debes ir tras ella, porque si lo haces es el final. No estoy seguro si lo que vi fue esa luz, tal vez lo era, pero no pasó lo que todos decían, tal ve...