capíтυlo 26

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Mi madre entró a mi nueva habitación cuando Luz y yo, en realidad más ella, habíamos hecho que el cuarto se pareciera un poco a esta nueva persona que estaba intentando ser. Pero lo primero que preguntó al ingresar, me dejó pensando demasiado en que sería bastante difícil querer empezar “una vida nueva".

- ¡Me encanta! ¡Que buen trabajo han hecho redecorando el curto! ¡Espero que estés cómodo aquí hijo!

- Gracias Mamá. - lo dije sin entusiasmo, esperando que me pudiera acostumbrar al cambio.

- Pero falta algo…- recorrió la habitación con la mirada- ¿No vas a colocar las letras?

Las letras eran esos cuadros de madera que estaban colgados sobre mi cama que formaban mi nombre “Tadeo", pero había sido lo primero que me había negado a volver a usar. Yo no era ese Tadeo que dormía en aquel cuarto, el de aquellos tiempos. El que estaba ahí en ese momento no se llamaba así, tampoco sabía cómo era su nombre ahora, pero necesitaba con urgencia, buscar alguna forma para que me nombrara.

Luz sabía lo que pensaba de mi nombre, de mí en general. Ya lo habíamos hablado en el hospital, por lo que ella ya tenía pensado tantas cosas. Cuando mi madre se fue, se acercó a mí con un papelito.

- ¿Qué tienes ahí?

-La solución a todos tus problemas - me dijo sonriendo- Te concederé tres deseos.

- ¿Qué? ¿Ahora eres el genio de la lámpara? - y como dije muchas veces, Luz conseguía alegrarme todos los días y en todo momento. La carcajada que salió de mí en ese instante, no había sucedido hacía bastante tiempo.

-No. - Seria – yo siempre soñé ser Jazmín y que me llevaran a dar vueltas en una alfombra mágica – con una voz súper teatral.

-No te puedo prometer una alfombra mágica que vuele por toda la ciudad, pero te puedo ofrecer una vuelta en silla de ruedas - siguiendo con la broma.
Después que lo dije, me di cuenta que eso había salido de mi casi sin pensarlo, de lo más profundo de mi ser, y era lo que realmente quería.

Ser el Aladín de Luz.

Podía sentir como mi cara se iba tornando roja por haberle insinuado lo que sentía por ella. Era ese momento en el que necesitaba que la tierra me tragara.

Prácticamente ignorando por completo lo que acababa de decir, o tal vez sólo tomándolo como una broma, después de reírse continuó hablando con seriedad - Tengo algunas opciones para usar como nombre – con el papel en su mano interrumpiendo mis pensamientos.

-Dime, quiero oír tus opciones – se lo dije en un tono desafiante.

-Antes que nada, tienes que saber que será difícil. Nadie cambia su nombre de un momento al otro.

-Lo sé - De hecho, lo sabía desde que desperté, sabía que yo no sería el mismo, pero que para el resto del mundo seguiría siendo yo, Tadeo, exactamente el mismo, nada más que ahora tendrían lástima de mí.

Luz empezó a “Leer" algunas opciones del papel, hasta que llegó a uno y se detuvo ahí. - Este es mi favorito, siento que es algo nuevo y a su vez guarda un poco de lo viejo. - mirándome fijamente - Taddy – sonriendo – también es un poco gracioso, pero tierno, como tú.

Definitivamente no era mi favorito, sería difícil adaptarme a ese nombre, pero ella estaba muy entusiasmada con su elección o preferencia, que si yo lo terminaba eligiendo sabía que la haría feliz.

Mientras yo intentaba imaginar ese nombre en mí, sonó el teléfono de Luz recibiendo un mensaje. - Me tengo que ir - dijo poniéndose rápidamente de pie – tengo otros pacientes que también me necesitan, no eres el único, no te sientas importante – guiñándome un ojo.

Juntó sus cosas y se dirigió a la puerta – Te dejaré esto - refiriéndose a la lista – espero que pronto tomes una decisión - dejando el papel sobre la mesa y saliendo de la habitación.

El resto del día resonaron en mi cabeza todas esas opciones que Luz me había dado, pero ninguna me convencía realmente. Era difícil, como elegir un nombre para el resto de tu vida, pero sin ser oficial. O tal vez ponerle un título a un nuevo capítulo de tu vida, no lo sé.

Estaba acostado en mi cama, pero no podía dormirme, me sentía incómodo en esa habitación, y lo único que tenía en mi vista era el papel que ella había dejado. Acerqué la silla a la cama y con un poco de fuerza me senté en ella. Me dirigí a la mesita en donde se encontraba lo que había dejado Luz. Creí que habían quedado algunas ideas sin leer, porque se tuvo que ir antes de que terminaramos de hablar. A lo mejor alguno me haría sentir seguro.

Para mi sorpresa, esa “lista" que ella había dejado, no era ninguna lista. Era solo un pedazo de hoja en blanco, sin absolutamente nada escrito.

Me había sorprendido muchísimo. Estaba seguro que ella nunca había hecho ninguna lista, simplemente empezó a decir todo lo que se le ocurriese en ese momento, pero ¿para qué había dejado ese papelito?

Luz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora