capíтυlo 39

149 28 6
                                    

Sentía curiosidad, no lo voy a negar. Estaba descubriendo esta nueva faceta de Bruno, que sin dudas ignoraba.

¿Qué pasaba por su mente en ese momento?

¿Cómo pudo superar todo aquello?

¿Cómo hizo para nunca hablarlo con nadie?

Creo que lo hubiera ahogado de preguntas, pero tampoco quería incomodarlo. Que se hubiera abierto a mí, aunque sea un poquito, ya era mucho. Significaba que confiaba en mí y no quería perder lo poco que había ganado hasta entonces. Tampoco podía quedarme callado, porque no quería que creyera que no me importaba.

- ¿Qué sientes cuando vienes aquí? – rompí el silencio y observé como con lentitud giraba su mirada hacia mí.

- Yo… - tomó una gran bocanada de aire y después de exhalar todo y un breve silencio posterior, siguió – Sé que sonará muy estúpido, pero cuando estoy acá siento a Benicio. Y cuando necesito hablar él me escucha porque está aquí, aunque no haya nadie en el parque. A veces me imagino hasta los reproches que me haría. – lanzó una risa tímida.

Nunca había pensado, ni siquiera imaginado, en la posibilidad de ir a donde ocurrió el accidente. Ver todo el lugar de vuelta era algo que no podría asimilar ni, aunque me dijeran que ahí sentiría a Joel cerca. Tal vez para mi hermano no fue fácil ir al parque, pero como lo había dicho, a él le hacía bien, ahí se descargaba.

No lo cuestioné, simplemente lo escuché y lo apoyé. Tal vez después de contarme todo ya no tendría que regresar a ese lugar porque se sentiría más responsable y fuerte. No lo sé, nunca le pregunté si volvió a ir.

Intenté cambiar el ambiente de regreso a casa preguntándole un poco de su vida en general. Su trabajo, su novia, porque supuse que tenía una, su casa e incluso pregunté por su loro “Felix”. No lo conocía, pero en ocasiones Bruno solía mandarles audios por WhatsApp a mi padre donde la pequeña ave cantaba alguna canción, o le mandaba saludos.

En ese momento no me di cuenta, pero después entendí todo. Cuando le pregunté por su novia empezó a carcajearse. Creí que le hacía gracia que yo estuviera tan interesado por su vida. Simplemente no me lo cuestioné. Yo quería cambiar el ambiente y lo había logrado, fuese lo que fuese que lo había hecho reír tan naturalmente, estaba bien.

Llegamos a casa luego de hacer una parada en la panadería. Si organizábamos el desayuno había que hacerlo bien. Bruno me ayudó a bajar de su coche e ingresamos a casa sigilosamente. Por el silencio que mantenía aún, era totalmente evidente a que mis padres seguían descansando. Fuimos hacia la cocina y nos encontramos a Elián un poco enfadado porque tuvo que calentar el café por tercera vez.

Sí, tal vez nos tardamos un poco.

- ¿Un poco? - gritó Elián ante nuestra respuesta tan evidente, pero fue rápidamente silenciado por mis hermanas que no querían que él arruinara la sorpresa.

Terminamos de preparar todo y Ailín se encargó de despertar a nuestros padres e invitarlos a desayunar. Queríamos demostrarles que todo estaba solucionado, habíamos hablado y reflexionado sobre todos los malos entendidos del último tiempo. Había unos pequeños detalles sin resolver, pero nada que no se pudiera hacer en otro momento.

Bajaron al comedor un poco confusos, claramente ignoraban todo lo que habíamos – si habíamos, aunque yo no había hecho nada – preparado para ellos. Se sorprendieron a vernos a todos en la mesa y el manjar que había para desayunar. Puedo afirmar que todo se sintió bastante cómodo. Si alguien nos hubiera visto, jamás creería lo de la noche anterior.

En un momento, cuando toda la conversación fluía alegremente, Bruno interrumpió llamando la atención de todos.

-Hay algo que no les pude decir y creo que… - frotaba sus manos nerviosamente, pero su rostro no decía lo mismo. – Quiero decir… - un poco indeciso - Giuli está embarazada. ¡Vamos a ser papás! - formándose una sonrisa en su rostro al decirlo.

Luz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora