Salimos de la habitación, empezamos a recorrer los largos pasillos del hospital. Teníamos que bajar dos pisos hasta la parte de rehabilitación. Llegamos en el ascensor, y antes de entrar, vi por la ventana a dos médicos, estaban hablando mientras fumaban un cigarrillo.
“Fumar" resonaba en mi cabeza.
Todavía no puedo entender como me puede haber olvidado por completo de Joel y Albano. Casi cuatro meses habían pasado del accidente, tres en coma y una semana en la que no había dicho ni una palabra, y no se me había cruzado por la cabeza preguntar qué había pasado.
La angustia me invadió, todo mi cuerpo se había estremecido, iba a romper a llorar. Pero cuando me di cuenta Luz estaba al frente mío, en cuclillas, ya habíamos entrado a la sala de rehabilitación. Escuché que ella me preguntó si estaba bien, luego siguió hablando, pero eso no lo oí. Estaba tratando con todas mis fuerzas de poder saber que había pasado.
Y las palabras salieron de mi boca.
Casi sin fuerzas y bien bajo pude formular dos palabras, luego de eso empecé a toser. Luz corrió a buscarme agua, me dijo que había estado mucho sin hablar y que mis cuerdas necesitaban tiempo. Tomé el agua e intenté volver a formular esas dos palabras que había dicho antes, pero que ella no había escuchado.
Entre una especie de ronquez mezclado con agitación, angustia y dolor volví a pronunciarlas.
"Los…chicos"
Era poca información para que alguien se diera cuenta de lo que estaba tratando de decir, en realidad pude haber buscado otras palabras, o formulado mejor la pregunta, pero eso fue lo que salió de mi.
Luz miró para todos lados, se paró rápidamente y salió de la sala. Me dejó solo, yo la necesitaba, estaba a punto de empezar a llorar. Otra enfermera fue hacia donde estaba, me preguntaba qué había pasado, estaba intentando calmarme. Yo estaba desesperado, a ese punto estaba llorando, busqué con mi mirada a Luz, pero no la encontraba, no tenía idea a donde se había ido. Stella me dijo que se llamaba la enfermera, era una señora grande, rubia con el cabello ondulado y corto, se ocupaba de la parte de rehabilitación y como yo no le respondía a sus preguntas, me llevó de vuelta a mi habitación.
Intentó colocarme en la cama, pero yo no la ayudé mucho, no le había prestado atención a nada de lo que me había dicho. Cuando finalmente pudo posicionarme me alcanzó el vaso con agua, para que intentara calmarme. Se quedó un rato más conmigo, recuerdo que empezó a contarme de su vida y de sus pacientes. Me hizo bien su compañía, de hecho, ella me acompañó mucho en mis ejercicios meses más tarde.
Había logrado que me calmara, que dejara de llorar. Estaba en la cama y ella sentada a mi lado, contando sus historias, yo la miraba, sentía su instinto maternal, aunque me dijo que me quería como un nieto, y con eso empecé a reír.
Luz entró a la habitación en ese momento, su cara me había dicho muchas cosas, pero no habló del tema, hasta unas horas más tarde.
Cuando Stella se fue, esperaba que Luz me dijera algo, pero simplemente se limitó a empezar los ejercicios con las piernas. Recién cuando terminó con todo, buscó una silla que estaba en la otra parte de la habitación y se sentó a mi lado. Me tomó de la mano y con mucha paciencia comenzó a explicarme todo lo que había pasado, cosas que jamás me hubiera imaginado.
Y después, estuvo ahí para contenerme con abrazos y mentiras de que todo estaría bien, pero las deje pasar, en ese momento sus mentiras me hacían más fuerte.
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Luz
Non-FictionSiempre escuche que cuando te mueres, lo último que ves es la luz al final del túnel. Dicen que no debes ir tras ella, porque si lo haces es el final. No estoy seguro si lo que vi fue esa luz, tal vez lo era, pero no pasó lo que todos decían, tal ve...