capíтυlo 35

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Esas palabras en conjunto habían causado un hueco en cada uno de nosotros. Mi madre perdió el equilibro y tuvo que tomar asiento rápidamente. Seguro le había bajado la presión, porque escucharme decir eso, no era algo que anhelara. Pude sentir como la respiración de Elián estaba agitada, como buscaba con su mirada a donde poder resguardarse y que alguien hablara, porque conociéndolo, él no tenía palabras para decir. Eliza lo intentó, pero 5solo fue “Tadeo…” y rompió en llanto. Bruno, no sé exactamente en qué momento, pero podía notar el recorrido de aquellas lágrimas que asomaban ya por su barbilla. Y aún su rostro denotando total enfado hacia mí. Mi padre seguía en un estado de shock, seguramente porque no podía asumir el hecho de que hubiera contado todo. Esa no era su forma de hablarlo en familia, si es que pensó en hacerlo alguna vez. Ailín se acercó a mí y me miró a los ojos decidida.

-En lo que a mí me quedé de vida… ¡No quiero volver a escucharte, ni saber qué piensas esas cosas! – apuntó con tono amenazante.

No podía seguir escuchándolos llorar ni ver sus miradas de lástima hacia mí. Retrocedí la silla hasta que pude desatorar la rueda y salir de ahí. Me encerré en mi cuarto, aún cuando escuchaba los gritos de mi padre pidiéndome que regresara. Cerré la puerta detrás de mí y le eché seguro.

Me quedé sentado ahogándome en mis propios pensamientos en la lóbrega habitación, mientras intentaba contener mi rabia. En ese momento, ese lugar era en donde menos quería estar, porque en cada instante me recordaba como todo había cambiado.

No sé cuánto tiempo pasó hasta que el silencio se rompió, no podía escuchar ni entender muy bien la conversación, por lo que mucha de ella se perdió entre las paredes, pero sabía que era mi culpa por no decirles antes la verdad.

Los gritos de enfado de Elián resonaban en toda la casa.

- ¿Me pueden explicar qué pasó? – silencio. - ¿Papá?, ¿Bruno? - Nuevamente nadie respondió.

- ¡Lo sabías! ¡Es verdad! – exclamó a los gritos Eliza.

-Yo… si es verdad. Todo lo que dijo Tadeo es cierto. – podía notar la voz arrepentida de Bruno.

- ¿Y por qué no nos contaron antes? También somos parte de esta familia – mi hermana había perdido totalmente su ternura durante la discusión.

- ¿Desde cuándo lo sabes? – Ailín estaba un poco más serena interrumpiendo la pelea.

-Papá me llamó cuando estaba en emergencias, recién lo llevaban. Y.… me avisó porque soy el único que vive cerca y necesitaba alguien para que lo apoye. – empezaba a hablar cada vez más rápido. - No entendíamos que había pasado y en ese momento tampoco importaba… Sólo queríamos que él estuviera bien.

-A nosotros nos avisaron dos días después… ¡Dos! – exclamó furioso Elián.

-No podíamos decirles, no sabíamos cómo. – la voz de mi mamá cortó un poco con los gritos. – No teníamos la fuerza ni para cuestionarnos lo que había pasado. - Estaba quebrada, apenas había podido dilucidar aquellas palabras.

Todo aquello era nuevo para mí. Nunca me había enterado de lo ocurrido aquella noche o incluso después, durante los meses en coma. No había comprendido porque mis hermanos no habían ido a visitarme, simplemente creyendo que estaban enojados conmigo por los errores que había cometido, pero ni siquiera fue aquella la razón, porque lo desconocían. Enterarme que era Bruno quien había estado en alguna oportunidad en el hospital me dejaba bastante en que pensar. Apenas puedo decir sobre la reacción de mi familia, porque estaba atónito con todo lo que estaba ocurriendo en la sala.

-Por la tarde de aquel día, estábamos con papá esperando algunos resultados médicos cuando un hombre habló con él. – continuó Bruno intentando no gritar, pero igual seguía tenso.

- ¿Quién? – Eliza.

- El padre de Albano -interrumpió él mio después de tanto silencio de su parte –. Uno de los chicos que iban con Tadeo.

- ¿Él que murió?

-No. El otro. Él es policía y me dijo que se ocupó de mover contactos y desaparecer todo tipo de evidencia, que no nos preocupáramos por nada – hizo una pausa, un poco necesaria para ese momento – le pedí que me explicara porque yo no sabía que había pasado, no entendía, y él… - los sollozos de mamá retumbaba en el silencio incómodo de mi familia.

No los veía, pero seguro mi padre se había detenido para poder abrazarla. Lo conocía y sabía que él no quería seguir, así que su evidente pausa tan prolongada, fue captada por Bruno, que con un tono de voz leve siguió.

-Los chicos estaban drogados y ebrios. – tomó una gran bocanada de aire - Los tres. No sólo el hecho de que se escaparon del hotel y que condujeran en esas condiciones, sino que fueron ellos los que se cruzaron de camino.

- ¡No es cierto! – la voz de Ailín estaba totalmente ahogada en angustia - ¿ustedes le creyeron? No, no y no.

-Si lo es hija – apenas pude entender lo que había dicho mi madre, su llanto y sus palabras entre cortada me dificultaba poder seguir el hilo de la conversación.

- ¿Por qué carajo no nos dijeron nada? – Elián estaba a punto de llorar. No hacía falta de que lo viera para reconocer sus sentimientos. A veces creía que yo era más hermano mellizo de él que la propia Ailín.

-Yo quería – respondió rápido Bruno – pero papá…no creía que fuera lo mejor.

- ¡Por supuesto! Porque si nos decían quedarían como los malos padres, ¿o no? – continuado de una risa sarcástica de parte de Eliza.

- ¡Claro que no! Saben que nosotros los queremos a todos y siempre los hemos cuidado y amado por igual – papá tratando de calmar la posible tercera guerra mundial.

- ¡No es culpa de ellos! – Exclamo Ailín – Es culpa de todos…lo dejamos solo. Nos fuimos a hacer nuestra vida y lo dejamos solo. No lo aconsejamos ni lo apoyamos. Estoy segura que ninguno sabemos nada de él y desde hace ya bastante tiempo. Ni si tiene pareja, ni quiénes son sus amigos, ni sus gustos. ¿Cómo se supone que lo podríamos ayudar ahora, si no estuvimos ahí cuando de verdad nos necesitó? – suspiró – No le echen toda la culpa, porque también fuimos nosotros, y no es Tadeo el que tiene que pedir perdón por algo, sino nosotros… Todos nosotros

Luz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora