capíтυlo 13

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Lo miré, no podía creer que me estuviera diciendo eso.

¿Se suponía que eso me ayudaría?

Pero si lo sentía. Yo estaba en el auto, yo vi el camión y nunca le dije que se apartara, sólo me quedé callado. También sabía que era peligroso que Joel estuviera al volante ebrio y drogado, pero tampoco le dije nada.

Tenía la culpa de lo que había pasado.

En mi mente aparecieron recuerdos de esa noche, de Joel. Él sentado a mi izquierda mientras conducía, con su sonrisa de complicidad mientras cantábamos, sus carcajadas cuando empezaba a jugar con el volante, y yo ahí, siendo testigo de un juego que le costaría la vida.

No pude evitarlo, empezaron a correr lágrimas en mis mejillas.

-Sólo contéstame- me dijo más relajado.

No podía hacerlo, tenía un nudo en la garganta que me evitaba formular una palabra, y si hubiera podido, no sabría que responderle.

Lo miré, asentí con la cabeza sin dejar de llorar.

-Entonces tenía razón – dijo con un tono de felicidad, casi como si hubiera ganado alguna apuesta - Sientes muchos más sentimientos que ese ¿verdad?

Miraba al frente, intentaba dejar de llorar, omitir de pensar en el accidente, de pensar en todo. Acepté nuevamente con la cabeza, porque tenía mucho más que culpa, sentía odio, tristeza, indignación y dolor.

Necesitaba hablar con ella, con Luz. sSabía calmarme, me escuchaba, me abrazaba, me mentía al oído, sin embargo, me hacía sentir bien. Ella no iba a ir, no hasta que le pidiera disculpas.

-Te haré la última pregunta, la décima- dijo de repente después de estar en silencio unos minutos. - ¿Todavía crees que no necesitas ayuda?

La necesitaba, no ganaba nada negando la realidad.

Junté muchas fuerzas para poder responder su pregunta, pero lo hice por mi familia y por Luz. Junté aire y dejé de llorar para responderle. Pero cuando estaba por hacerlo, me quedé sin palabras.

-Ayúdeme- y empecé a llorar, apenas pude mirarlo a los ojos, pero vi como en su rostro se formó una sonrisa.
Sólo se paró, puso su mano en mi hombro y me dijo que él lo iba a hacer, que sólo lo tenía que dejar salir, dejar salir todo.

-No es nada malo. Mira. Lo que te pasa tí, es común luego de vivir un suceso similar, luego de perder un amigo...O incluso la movilidad de tu cuerpo. Se llama trastorno por estrés postraumático, y te quiero ayudar – dijo sereno mirándome a los ojos.

Tenía miedo de aceptarlo, pero quería dejar de arruinar todo, quería volver a tener una vida, una vida mejor a la que tuve, intentar ser un nuevo yo.

Cuando llegó a la puerta se despidió y me dijo que pensara la idea de ir a un grupo de ayuda.

Esa fue la hora más difícil que había tenido, enfrentar muchas cosas que intentaba dejar de lado, me la ponía enfrente para que las venciera.

Me quedé pensando un par de horas más hasta que llegó la enfermera con la comida, no dijo nada, sólo me miró y sonrió con lástima, luego se fue. Y otra vez ahí, ese sentimiento que tenían las personas sobre mí, que no ayudaba, ni menos en ese momento en el que estaba tan vulnerable.

Comí apenas unos bocados de comida, pero no tenía hambre, me acosté y volví a dormir.

Luz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora