Los días se me hicieron eternos. Había acomodado mi cuarto unas cinco veces, cambiado de opinión respecto a que ropa me pondría otras diez y otras miles de veces más, le había explicado a mi madre que no me molestaba quedarme con Luz.
Mis padres estaban preparados para irse. Y como todo padre protector anotaban teléfonos de emergencia y me dejaban plata para sobrevivir. Escuché que se estacionaba un carro fuera de casa, así que me apresuré a la puerta para atender cuando sonara el timbre. Tomé rápidamente una sartén que anteriormente había apartado y avancé a darle la bienvenida.
- ¡Buenas noches! – dije al abrir.
- ¡Buenas noches Tebbo! ¿Debo preguntar por qué tienes eso en la mano? – refiriéndose sin dudas a la sartén.
- Ten. – Extendiéndolo hacia ella. Y sin dudarlo lo tomó. – Si me vas cuidar, tienes que estar preparada para cualquier acontecimiento inesperado. Eso es por si alguien quiere entrar a la casa o algún monstruo aparece. – Sonriéndole.
- ¿Entonces sólo le pego con esto y escapamos? Perfecto. Me aseguraré de dejar a mano algunos cuchillos de la cocina también. Tengo que cuidarte bien. – Continúo con la broma.
Después de muchos besos de parte de mi madre antes de emprender su viaje, Luz y yo nos quedamos solos.
-Dime… ¿Qué quieres que hagamos? – me preguntó – ¿Vemos una película? ¿Qué tienes en mente?
- Tú dime. – actitud evasiva a su primera pregunta.
- ¿Qué cenaremos? – tampoco respondió a su propia pregunta.
- Hoy probarás el manjar más delicioso de tu vida. Mi especialidad spaghetti a la boloñesa - ¿Qué mayor agasajo que cocinarle?
- ¿Cocinaras tú? – sorprendida. - ¡Oh por dios! No puedo esperar a probar.
- ¡Verás cómo te sorprendo!
-Ya me sorprendí con el nombre. Todo un chef – dijo entre risas mientras caminaba por el lugar. Se sentó junto a la cocina y siguió con la mirada cada movimiento que yo hiciese, casi como un niño curioso.
- Esto es algo nuevo…
- ¿Qué cosa?
- ¡Que cocines! – riendo.
- No me conoces, Luz.
- Ni tu a mí. – me desafió.
- Tienes razón. Entonces cuéntame algo de ti que no sepa.
- Que la cebolla no la corto así – dijo levantándose y quitándome el cuchillo de la mano. – ¿Qué quieres saber? –mientras me ayudaba con el vegetal.
- ¿Cuál fue el sueño más estúpido que tenías cuando eras niña? – esa pregunta surgió de mi sin ninguna razón, pero la verdad es que esperaba que la respuesta de ella estuviera a la altura.
Se quedó en silencio unos minutos. Yo la observaba y notaba como se le formó una sonrisa antes de responder. – Cuando era pequeña quería ser domadora de dinosaurios – y comenzó a reírse tan espontáneamente que incluso yo, me uní a ella.
No la dejé de mirar, como sus ojos se cerraban y su sonrisa se ampliaba. Estaba seguro que contemplaba a una diosa mucho más hermosa que las griegas o egipcia, porque no había otra explicación para alguien tan perfecta como ella. Dejó de reír y aún alegre me dirigió la mirada a la cebolla.
- ¿Y ahora chef?
Volví rápidamente a la realidad.
–Permíteme. – colocando la verdura en una cacerola al fuego.
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Luz
NonfiksiSiempre escuche que cuando te mueres, lo último que ves es la luz al final del túnel. Dicen que no debes ir tras ella, porque si lo haces es el final. No estoy seguro si lo que vi fue esa luz, tal vez lo era, pero no pasó lo que todos decían, tal ve...