capíтυlo 16

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El médico me había asegurado que en unos días haríamos algunos estudios y que si estaba todo bien me podría ir a casa. No se si estaba emocionado por irme, pero estar en casa me haría sentir más cómodo, con más libertad, tal vez.

Volvíamos una tarde de la rehabilitación, Luz empujaba la silla en dirección a mi habitación, me sorprendió ver a un chico sentado afuera, como si me estuviera esperando. Estaba todo vestido de negro, llevaba la capucha puesta, solo dejando ver un poco de su cabello oscuro, por lo que no pude reconocerlo. Sus piernas se movían, temblaban como si estuviera nervioso, tenía sus manos en los bolsillos y no dejaba de mirar el suelo.

A medida que nos íbamos acercando lo notaba más nervioso, hasta que se giró y me miró.

Albano estaba ahí.

Puse mis manos sobre las ruedas para frenar a Luz. Fue algo automático, casi sin pensarlo y en una milésima de segundo. Me di vuelta y la miré, le pedí que por favor me dejara solo. Asintió con la cabeza y se fue, sin cuestionar nada.

Me acerqué a él, apenas lo mire, sólo abrí la puerta y espere a que entrara.
Cuando lo hizo se quedó parado al lado del ingreso, no dejaba de mirarme, estaba temblando.

No se qué era lo que yo esperaba en ese momento al verlo, había pasado bastante tiempo y no había tenido muchas más noticias de lo poco que sabía de él, tampoco tenía idea de cómo reaccionar al verlo.

¿Me tenía que poner feliz?, ¿triste?, ¿llorar?, ¿enojarme?

-Lo lamento mucho- dijo con voz temblorosa y quebró en llanto.

Yo intentaba no llorar, pero no podía, sabía que él era el único que me iba a entender en ese momento, no lo soporté y también quebré, en cuestión de segundos, los dos estábamos abrazados llorando.

No fue hasta que nos calmamos que Albano volvió a hablar - Creí que habías muerto… – con la voz ahogada en emoción, negando con la cabeza. - Mi padre me dijo que habías muerto camino al hospital – algunas lágrimas seguían recorriendo sus mejillas.

El padre de Albano estaba trabajando cerca de donde ocurrió el accidente, por lo que, cuando sus compañeros le avisaron que su hijo estaba involucrado, no tardó en llegar y borrar todo tipo de pruebas. Él vio todo lo que había en el auto, desde la cerveza hasta la droga. Seguro que no fue fácil librarse de esa situación para Albano, su padre es muy estricto y riguroso.
Me contó que lo obligó a ir a rehabilitación por las drogas. Cuando volvió a su casa, su padre le dijo que no intentara buscarnos porque tanto Joel como yo habíamos muerto, por culpa de él.

Sin duda eso había destrozado a Albano más de lo que ya estaba, no era fácil ver todo el accidente y además que tu propia familia te echara la culpa de la muerte de tus amigos.

Cuando terminó de contarme todo, que de hecho le había llevado mucho tiempo porque su voz se quebraba, metió la mano en el bolsillo de su campera y me puso en mis manos algo que traía.

Era mi teléfono.

Volví rápidamente mi mirada hacia Albano.

¿Cómo era posible que él lo tuviera? ¿o por qué lo tenía?

El bajó la cabeza y se quedó en silencio por un momento - Los tomé en el accidente...- con la voz tensa.

- ¿Los?

-Sí, el de Joel también – sin dejar de mirar el suelo y casi en susurro.

Yo no entendía nada, necesitaba que él me explicara, pero sabía que iba a ser muy difícil.

- ¡Albano por favor, es que no te entiendo! – le dije casi suplicándole.

Se sujetó la cabeza con las manos mirando sus pies, cogió aire y luego de un suspiro me miro - No sé si sabes algo del accidente, pero yo lo vi todo… – su voz temblorosa persistió durante su relato – Estaba sentado detrás de Joel, mi espalda contra la puerta, de allí te divisaba a ti, y a él por el espejo. Vi cuando apareció el camión y no dije nada... ¡Joder esto es muy difícil! - sus manos estaban temblando – Impactó del lado de Joel primero y luego del tuyo. Nunca pegó en la parte de atrás, pero... no recuerdo exactamente todo. Se que cuando abrí mis ojos, estaba aturdido y no entendía muy bien que estaba pasando. Te puede ver, pero a él no. - Albano empezó a llorar, pero seguía hablando mientras se limpiaba las lágrimas con la manga de su campera. - Tenías mucha sangre, te sujeté del brazo y te sacudí, quería que despertaras, pero no lo hacías. Intenté poder ver a Joel, pero no pude, con solo ver su mano... - se quebró.

Yo proyectaba en mi mente cada palabra que decía y el dolor que sentía tratando de visualizarlo todo. Intenté decirle que siguiera, pero las palabras ya no me salían.

Luz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora