2. EL CELO

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Louis bajó con demasiada velocidad los escalones de la casa. Entró a la cocina seguidamente para visualizar a su madre charlando con Betty. 

—Me voy, Niall ya ha llegado. 

—¿Ya? ¿No quiere pasar? Betty ha hecho galletas. 

—No os preocupéis. No creo que tardemos en volver. 

—Tendrás que limpiar tu habitación cuando vuelvas, por lo menos ordenarla. 

La mirada de Louis cayó radicalmente en su madre, parando sus movimientos y haciendo una mueca extraña que solo provocó risas en Betty; mujer inteligente que no se quería meter en la conversación. 

—No me mires así, Louis, no pretenderás que lo haga yo. Y mucho menos estarás pensando que dejaré que mantengas la habitación algo desordenada cuando no es nuestra. ¿No es así? 

—Mamá… 

—¡Claro que la habitación es suya, Jay! Sabéis que tenéis todo lo que queráis de mi familia. Vosotros me ayudasteis cuando yo lo necesité, ahora es mi deber. 

—Oh Betty, gracias de nuevo por lo que has hecho por nosotros dos. 

La omega le restó importancia con un gesto manual, abrazando seguidamente a Jay y removiendo con intensidad el cabello de Louis, sacándole una sonrisa. 

Louis no podía negar que Betty era igual de molesta que sus hijos en algunos aspectos, pero conocía a esa mujer como si fuera de su familia y sabía a la perfección que nunca le dejaría caer. 

Betty fue la que viajó a Lincoln para ayudarle con su primer celo como omega, la única que podía ayudarle sin que Louis se sintiera incomprendido o sin chillarle por no saber lo que él sentía, pues era el único omega de la familia. 

Su madre era beta y su padre alfa. No era algo usual, pero a Louis y a sus hermanas les habían inculcado que el amor que se tenían sobrepasaba todos los extremos, siendo esa misma promesa la que les hizo llegar hasta Doncaster. Todas sus hermanas eran crueles cuando se trataba de él; todas betas y alfas sin saber o entender lo que la sociedad oprime a los que son como Louis. 

Sin embargo, Betty siempre estuvo para él cuando la necesitó, siendo incluso una segunda madre, apoyando a Jay como nadie más podía hacer y sin dudar dos segundos en aceptar en su hogar a dos personas más.

Jay había jurado devolverle hasta el último centavo. Para ello, había estado dos semanas enteras buscando empleo por toda la ciudad. Aceptó al final un puesto como cuidadora en una residencia de personas mayores de setenta años y recibió su primera paga hace apenas un par de días. Jay estaba orgullosa y feliz de ella misma, así como Louis. 

Aunque Betty se negó rotundamente al principio, ya eran casi dos meses los que llevan viviendo ahí, por lo que Jay no dudaba en esconder dinero en los cajones cada que tenía oportunidad o invitar a los niños a cualquier película que quisieran ver en el cine de la ciudad. Aún así, intentaban ahorrar para un nuevo hogar; ser algo más independientes pero sin dejar de lado la relación con su nueva familia. 

Cuando el aire impactó de lleno contra el rostro de Louis, este respiró con profundidad. Cerró sus ojos apenas unos milisegundos de más para apreciar con mayor intensidad lo que le regalaba la vida. No encontró nada interesante, pero vio a los pocos segundos como Niall ya se acercaba sonriendo. 

—¿Listo?

—¿Dónde iremos hoy? 

—Pues… Quiero que conozcas a alguien… Ya sabes, eres de los pocos a los que puedo llamar amigo, así que me hace ilusión que conozcas a… Bueno, ya te lo explicaré más adelante, sígueme. 

Eclipse || LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora