21. SU HARRY

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Louis entró en la cocina de ese pequeño apartamento estudiantil seguido de Harry; el alfa que había preparado pasta basándose en video tutoriales, haciendo reír a Louis cuando se lo contó. 

Los dos ayudaron a poner la mesa y Harry sirvió la comida bajo la atenta mirada de Louis, que no había vuelto a dormir porque sentía frío en la cama y le daba vergüenza pedir una manta, sabiendo que Harry estaba ocupado preparando la comida. 

Minutos más tarde, los dos se sentaron en la pequeña mesa y comieron lo que, afortunadamente, fue una buena comida por parte de Harry, que parecía sorprendido por sus propios dotes en la cocina cuando nunca se había preocupado por aprender. A Louis le pareció bastante bueno. Fue de las mejores pastas que había comido, pero reprimió sus opiniones en su interior. 

Llegados a ese punto, ninguno de los dos sabía lo que estaban haciendo o lo que deberían. Louis aseguraba que no quería volver a su casa; no quería encontrarse con su madre recordando lo que había pasado cuando no estaba preparado para recordar todo lo que seguramente se avecinaba. Harry, por otra parte, se negaba a dejarlo marchar si eso era lo que quería. 

De hecho, el alfa llamó a su madre cuando preparaba la comida y, sin profundizar en detalles, le contó lo que había pasado y por lo que debería quedarse un par de horas más fuera de casa. Fue su madre la que le recomendó quedarse con el omega y darle estabilidad. 

Una vez terminaron de comer, Louis rechazó el postre que Harry le ofrecía. Solamente fue él el que decidió tomarse un flan que Liam había dejado en la nevera, mientras Louis dejaba los platos en el fregadero y se giraba a mirarlo. 

Harry comía sin quitarle la mirada, haciéndolo sonreír cuando caminó hasta él y Harry lo sentó en su regazo con maestría y velocidad, sin detener sus actos a la hora de comer como si no tuviera ningún inconveniente con él encima. 

Louis se apoyó contra él de una manera delicada. Su nariz rozaba la piel que cubría el cuello de Harry a la vez que se llenaba de su fuerte aroma, pues era ese lugar una fuente intensa de la que Louis se había vuelto adicto. 

—¿Tienes frío, rey? Tu nariz está fría— Dijo Harry ciñendo su brazo a la cintura de Louis. Tocó con uno de sus dedos la nariz del omega, sacándole una pequeña risa. 

—Antes tenía un poco, ahora estoy bien. 

—Voy a poner la calefacción. No tengo ni idea de cómo porque nosotros nunca la utilizamos, pero lo haré.

—No hace falta Harry, aquí estoy bien. 

Harry sonrió, cosa que a Louis no le hizo falta ver para saber que lo hacía. Solamente cuando lo ciñó más a él y hundió su nariz en el cabello del omega supo que debería encender la calefacción, pues no podría estar todo el tiempo dándole calor a Louis, por mucho que la idea fuera tentadora. 

Se acabó su flan con toda la calma del mundo. Le ofreció a Louis varias veces en las que el omega negó con la cabeza, todavía apoyado contra él. Louis sentía que podría dormirse por lo cómodo que resultaba ser el pecho de Harry y el calor que desprendía contra él. Se sentía seguro ahí, protegido de todos los peligros y valorado por lo que poco a poco estaba volviendo a creer de él. 

Louis fregó los platos mientras Harry se dedicaba a averiguar cómo se ponía la calefacción. Sacó varias instrucciones y tocó botones extraños del termostato pegado a la pared, justo cuando volvió contento a la cocina celebrando que lo había conseguido, sacándole una risa a Louis. 

Louis se apoyó contra la mesa una vez que terminó su labor. Veía desde su posición como Harry guardaba todo lo que habían utilizado en los armarios, acabando en poco tiempo. 

Eclipse || LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora