1. MIRADA

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Sus ojos se movieron aún bajo sus párpados. Juraba sentir garras arrasando con todo lo que tocaban en su cabeza y su cuerpo parecía no ser el mismo que el de la noche anterior. Incluso juraba no reconocer el olor de las sábanas.

El cuerpo de Harry se irguió tan rápido como esa idea cruzó su mente. Sus fanales verdes analizaron por completo la desconocida y amplia habitación en la que se encontraba y, mientras su cabeza formulaba más maldiciones de las permitidas para pasarse de lo vulgar, sus manos buscaron su ropa entre el desorden que cubría el suelo. 

Encontró todo lo que había llevado la noche anterior y agradeció haber despertado con sus boxers puestos. Sin encontrar a nadie por el camino, lo único en lo que quería pensar era en desaparecer de esa casa tan rápido como esperaba haber llegado. 

Sus manos cubrieron sus ojos con velocidad. Por su mente cruzó la idea de volver a entrar a esa maldita casa cuando el sol impactó de lleno contra su vista, haciéndolo avanzar entre pasos con ráfagas de alcohol. 

Sacó su teléfono y comenzó a caminar mientras marcaba a la única persona que podría tener una idea de lo que había pasado; si es que acaso se acordaba de algo… 

—Maldita seas tú y el teléfono. ¿Qué coño quieres? ¿No has visto la hora que es? 

Harry se separó un poco el teléfono de la oreja, observó la hora y giró los ojos sin detener su caminata, la sonrisa ya formándose en sus labios llenos. 

—Zayn, son las doce del medio día, ¿A qué hora te acostaste anoche? 

—Y yo que sé, ¿Te crees que me acuerdo de algo? 

—Deberías… 

—¿Acaso lo haces tú?

Harry soltó un bufido mostrando su cansancio a esa conversación. A decir verdad, no se acordaba de absolutamente nada; suficiente para volver a prometer que no probaría de nuevo el alcohol en muchísimo tiempo, aunque sabía que no cumpliría esa promesa interna. 

Aunque ahora todo era diferente. ¡Se había graduado, al fin! Llevaba estudiando mentalmente más tiempo que respirando y su cuerpo pedía un descanso a ese estrés imposible de sobrellevar. Porque sí, nada se compara con el estrés que provoca el instituto. 

Tampoco ayudaba mucho su familia. Adinerada y con los lujos suficientes para demandar como mínimo un nueve de diez en todos los exámenes. Nadie se quería remitir a las consecuencias cuando eso no llegaba. Pero para suerte de Harry, el estudio era algo que se le daba bien, eso todo el mundo lo sabía; incluido Zayn.  

—Oh claro, ya lo entiendo— Continuó el moreno con un notable tono de sarcasmo— El señor sabelotodo seguro que tiene una respuesta a esto. Maldito seas, ¿Te crees que no se me ha olvidado que te han nombrado el más inteligente del curso? Hay cosas que no se van con el alcohol. 

—Tú también eres inteligente, Zayn. Podrían habértelo dado a ti perfectamente. 

—¡Pero te lo dieron a tí! Oh, ¡Joder! ¿Por qué he chillado? Mi cabeza, maldición, creo que voy a vomitar otra vez.

Harry soltó una carcajada. Sus pasos eran firmes por las calles de la bonita y pequeña ciudad de Doncaster. 

Hacía frío, sin duda mucho menos que la noche anterior, pero por su cabeza no entró otra idea que arrepentirse por no haberse abrigado un poco más e impedir que el helor lo calara como estaba haciendo. 

Las calles estaban habitadas, llenas de gente con sonrisas en sus rostros y palabras dispuestas a intercambiar para desear un feliz día que Harry obviamente no tendría al llegar a casa. Su madre lo mataría. Sin ninguna duda. Debería haberla llamado, sí. Definitivamente lo haría después de hablar con Zayn. Espera, ¿Zayn? 

Eclipse || LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora